Este 2021 es el año de Sir Ridley Scott y es que viene en este último trimestre con el estreno de dos potentes films que son sin duda de los más apetecibles de aquí a final de año. La que nos ocupa y La casa Gucci. Yo ya he podido ver esta de El último duelo y cumple con las expectativas que tenía de ella. Una gran producción que nos lleva al medievo francés.
Una gran producción que luce de maravilla en pantalla grande.
Hay que ir al cine. Estas películas están concebidas para su visionado en pantalla grande. Sobre todo en su primera hora y en su tramo final. En esa primera hora conoceremos a los escuderos Jean de Carrouges (Matt Damon) y Jacques Le Gris (Adam Driver).
Compañeros en el asedio de Limoges de 1370 el camino de ambos se tuerce cuando al primero le absorben las deudas lo que le obliga a seguir luchando en el campo de batalla y el segundo se garantiza una posición junto al noble Pierre d’Alençon (Ben Affleck).
Como decía en este tramo la película es una maravilla en todos los sentidos artísticos. La ambientación está muy conseguida, bien con las batallas, bien con esos planos generales de esas ciudades medievales, o cuando se centra en las mismas fortificaciones. Todo ello con un impecable diseño de vestuario. Sin duda alguna un deleite para los sentidos.
Volviendo a la trama, la relación entre ambos escuderos se acaba rompiendo de una vez por todas cuando la esposa de Carrouges, Marguerite (Jodie Comer) informa a su marido que ha sido violada por Le Gris. Por lo que el primero, ya siendo Caballero, demandará al segundo en su afrenta al honor con un juicio por combate.
Una misma historia contada desde tres puntos de vista.
A partir de aquí veremos los acontecimientos desde tres puntos de vista, el de los implicados. Esto nos va a dar tres capítulos de aproximadamente media hora cada uno con los títulos ” La verdad según…” a lo que le sigue el nombre de los tres implicados.
¿Qué ocurre con esta decisión de los guionistas? Pues que aunque se potencia el relato, vamos a ver prácticamente la misma historia tres veces, con algunos cambios sutiles, por lo que puede producir cierto hastío como me ocurrió a mi, en parte cuando comienza la tercera versión, la de Marguerite, y eso que esas sutilezas a las que aludía son las más palpables porque vemos como su relación con Carrouges no es tan idílica como parecía en la primera de las versiones.
Un tema controvertido que no se puede obviar en la crítica.
Está claro que tras ver la película se vislumbra en la trama de Marguerite paralelismos con el movimiento #MeToo. Es tan obvio que no podemos dejarlo pasar por alto, aunque era mi intención, cuando oí hablar de esta conexión. Pero tanto los guionistas (Nicole Holofcener, Damon y Affleck) como el realizador, se han metido en el meollo y es que la película gira en torno al abuso y violación de Marguerite.
Podríamos pensar que es una memez extrapolar el #MeToo al medievo, pero es que Scott lo plantea muy bien. El personaje de Jodie Comer es de su tiempo, no una mujer del siglo XXI que nos han colado en el XIV. Ella es consciente de su situación, sabe que destapar la violación le puede acarrear problemas, más que a ella misma, a su marido.
Y es que el acto de violación es tratado casi más como una usurpación a una propiedad del marido que al propio acto en si que sufre la mujer. Una afrenta que atenta al código de honor de Carrouges y que lleva a denunciarlo a la mismísima Corte, solicitando juicio por combate.
Durante el juicio asistimos a interesantes conversaciones donde se nos muestra la mentalidad de la época, si bien es cierto que queda muy cinematográfico, me da la impresión que no parece que tenga mucha enjundia histórica.
El tribunal formado por miembros de la Iglesia aluden al oportuno embarazo de ella y es que según la mentalidad de la época una mujer no se podía quedar embarazada sino había disfrutado del acto carnal por lo que se desechaba la idea de que con una violación se pudiese engendrar un hijo bastardo.
El duelo.
Sin entrar en terreno de destripar nada, es impresionante todo lo relacionado con el duelo. Ese ritualismo previo al combate, espectacular como se van vistiendo desde los escarpes, pasando por las grebas, rodilleras, musleras, cotas de mallas, peto, guardabrazos y bacinet o casco. La música de Harry Gregson Williams eleva todo ese ritual.
Valoración final.
Es sin duda alguna, una de las mejores películas del año. Lo mejor radica en la ambientación, sencillamente sublime, y en la interpretación con tres actores principales que bordan sus papeles. Matt Damon quizás está mejor que nunca. Lo mismo podríamos decir de Sir Ridley Scott con una portentosa dirección destacando en las escenas de acción.
Vayan al cine, esta película es para disfrutarla en pantalla grande.
Un saludo y sed felices.
No puedo estar más de acuerdo con tu crítica. Sorprende la violencia desplegada dirigida por un director de 84 años. La trama, si bien cae en esa repetición, mantiene el ritmo.
Me recuerda eso que dices del director a George Miller y esas espectaculares escenas de Mad Max Furia en la carretera. Si, la película pese a que dura 150 minutos tiene muy buen ritmo y no se hace pesada pese a esa decisión de guion. Saludos Fernando
Argh, yo voy a tener que esperarme a que esté en streaming, pero me estáis poniendo los dientes largos con tanta buena reseña de esto.
Muchas ganas de seguir viendo a Jodie Comer (por cierto, has puesto varias veces Jodie “Corner”, por si lo quieres cambiar :D) después de que se esté saliendo en Killing Eve. Y, el resto, es un repartazo.
Un saludo.
Jajajajajaja, pues eso es la presbicia Manuel que ya no me doy cuenta si pone Corner o Comer. Gracias, lo editamos. Saludos y espero que disfrutes de la película
Jajaja sí, sí; yo también he tenido que pararme a mirar bien cómo se escribía.