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Crítica de Eric. Un supuesto thriller que deja un regusto amargo por querer abarcar demasiado

Ya podemos disfrutar en Netflix de Eric, miniserie de seis episodios de una duración aproximada de una hora y cuyo mayor reclamo es la presencia como protagonista del famoso Benedict Cumberbatch (Sherlock o Docto Extraño). Esta serie tiene como guionista a Abi Morgan (Shame o La dama de hierro) y de la dirección se encarga Lucy Forbes y en ella se nos cuenta la desaparición de un niño de nueve años, Edgar (Ivan Morris Howe), y la desesperada búsqueda que emprende para encontrarlo su padre Vincent (Benedict Cumberbatch), un conocido marionetista de Nueva York.

El problema de la desaparición se agrava por la situación familiar del protagonista. Vincent y su mujer Cassie (Gaby Hoffmann) viven en una crisis constante por  la personalidad de Vicent, un hombre brillante, pero con fuertes problemas mentales derivados de una complicada niñez y que han derivado en una personalidad tiránica y adictiva que le convierten en un alcohólico desagradable y condescendiente. Con la desaparición de su hijo, la mente de Vincent parece romperse de manera definitiva ya que empieza a ver a un monstruo que el pequeño Edgar estaba diseñando con la esperanza de verlo en el espectáculo de marionetas de gran éxito que su padre tiene en la televisión. Esa criatura que solo Vincent puede ver y que se llama Eric será el motor de la búsqueda de nuestro protagonista, rompiendo por su culpa con todo, con su mujer, familiares, amigos y colegas.

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Vincent intentado dar vida a Eric

Lo que empieza pareciendo un thriller al uso, con una misteriosa desaparición y una búsqueda a contrarreloj en una ciudad en decadencia como la Nueva York de los años ochenta acaba siendo un batiburrillo de múltiples subtramas que se van superponiendo la una a la otra sin solución de continuidad.

Por un lado, tenemos el hilo conductor, esa desaparición que parece ser lo más importante pero que hacia la mitad de la serie pierde prácticamente todo el interés. Solo nos queda ver como Vincent va perdiendo poco a poco la cabeza mientras trata de dar vida en su programa a Eric para que su hijo lo vea y le perdone sus pecados y así vuelva a casa.

Luego está el detective Michael Ledroit (McKinley Belcher III), encargado de la investigación y que tiene que lidiar con las dificultades de hacer su trabajo siendo gay, tratando de esconder su condición sexual en un cuerpo de policía y una sociedad demasiado conservadora azotada por el miedo que existía en esos años al SIDA. Pero es que además la investigación de Ledroit podría estar relacionada con la desaparición de un niño de color hace muchos meses e incluso con un caso de corrupción a los más altos niveles del gobierno de la ciudad.

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El detective Michael Ledroit

A todo esto, hay que sumarle la afilada crítica social que vemos en cada capítulo de la serie y que no deja títere (nunca mejor dicho) con cabeza. Es curioso como en los últimos años hemos visto crecer la nostalgia hacía los felices años ochenta en muchas series y películas. Pero aquí no, todo lo contrario. Eric es una serie donde vemos lo desagradable que podía ser la vida en una gran ciudad como Nueva York para los afroamericanos, para los homosexuales, para las personas sin hogar, mostrando a la Gran Manzana como un lugar inhóspito solo apto para los más ricos.

De todas estas historias, la más interesante acaba siendo la que sigue la investigación del detective Michael Ledroit, aunque no consiga conectar de manera satisfactoria con la trama principal, que acaba resolviéndose por otro lado. También está muy bien tratado el tema de los problemas de salud mental, gracias al gran trabajo que hace Benedict Cumberbatch mostrando como la mente de Vincent, muy dañada de por sí, se va rompiendo poco a poco, con un viaje a lo largo de los seis capítulos de la serie en los que el personaje tiene que tocar fondo para poder empezar a resolver sus problemas.

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Vincent con el pequeño Edgar antes de su desaparición

El problema que acaba teniendo la serie es que abarca demasiado, con sus múltiples tramas demasiado desconectadas entre si y perdidas un poco entre tanta crítica social. Es cierto que al ser una miniserie esto no acaba suponiendo un problema fatal ya que los seis capítulos se ven enseguida, pero hubiera sido mejor que se historia se centrará más en una trama principal fuerte sobre la que gravitara todo lo demás de manera más orgánica.

En resumen, Eric es una propuesta exigente que va mucho más allá del thriller que parece ser a primera vista. Es una pena que se pierda entre tantas historias y tramas secundarias que acaban siendo más interesantes que la principal, pero su manera de abordar el tema de la salud mental y su afilada crítica social hacen que merezca la pena verla mientras disfrutamos de una gran interpretación de Benedict Cumberbatch.

Juanjo Avilés
Juanjo Avilés
Licenciado en periodismo, apasionado de los comics, las (buenas) series de televisión, el cine, los videojuegos y los juegos de mesa... vamos, soy un frikazo total, siempre a vuestro servicio.
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