Desde Hong Kong, en donde arrasó en la taquilla, llega a Netflix La Guerra del Futuro, propuesta de ciencia ficción postapocalíptica que, dirigida por Yuen Fai Ng, es tan entretenida como débil argumentalmente.
Un solo diálogo alcanza para definir el espíritu de la película: un ex oficial de la fuerza aérea que trafica películas en un barrio marginal ofrece como joya de colección la versión original de 1956 de La Invasión de los Ladrones de Cuerpos, encargándose de aclarar que no es el remake de 1978. La Guerra del Futuro es precisamente regresar a aquellas películas de los cincuenta o sesenta mezclándolas con las de los ochenta y sumándoles cultura de videojuegos y tecnología digital de última generación.
Se trata de un filme de origen honkonés que llega a Netflix tras arrasar en las salas cinematográficas de su país (o lo que Hong Kong sea, con su estatus tan particular). La dirección corre por cuenta de Yuen Fai Ng, debutante en dicho rol pero con labrado prestigio en la cinematografía como ingeniero de efectos visuales para filmes proyección internacional, como Re-Cycle (2006) o The Warlords (2007).
El título es, por cierto, de lo más genérico que pueda haber (de hecho, el año pasado vimos La Guerra del Mañana, también analizada en esta web) y presupone un amplio abanico de posibilidades acerca de lo que vayamos a encontrar al darle play, pero en lo básico es una película postapocalíptica con una premisa bastante demencial, por no decir disparatada…
La Historia
Estamos en el año 2055 y la humanidad atraviesa un desastre ambiental provocado por los armamentos y la tecnología robótica utilizada en las guerras; por tal razón, se ve obligada a vivir bajo inmensas cúpulas a las que se conoce como domonets, pero un gran asteroide impacta contra una de ellas y como si no fuera ya suficiente problema dejar una ciudad expuesta a una atmósfera nociva, también trae consigo una inmensa y voraz planta que, merced a las lluvias, aumenta exponencialmente su tamaño hasta dimensiones lovecraftianas aunque, paralelamente, purifica la atmósfera.
Si después de esa sinopsis siguen allí es porque tienen interés, así que les sigo contando, al menos lo mínimo de la trama para no hacer spoilers…
El problema es cómo aprovechar el efecto purificador de la planta (a la que llaman Pandora) sin que esta termine con la humanidad. Científicos del gobierno han descubierto que entra en hibernación al tomar contacto con determinado virus terrestre y. cuando ello ocurre, sigue purificando el aire pero deja de crecer y ser un peligro. El plan es, por lo tanto, arrojar contra su pistilo lo que llaman una “bomba genética” conteniendo el virus encapsulado para dejarla en letargo.
La misión es suicida por partida doble pues para que la planta se abra y deje expuesto el pistilo, es necesario un ataque previo con bombas que pondrá en peligro a los integrantes del grupo; por otra parte, en caso de fallar, el plan B consiste en arrojar un armamento mucho más masivo antes de que, como el pronóstico meteorológico anuncia, una tormenta haga crecer la planta hasta proporciones inusitadas. Llegado ese punto, no solo perderían la vida los implicados en la misión sino también unos ciento sesenta mil residentes en la zona.
El grupo enviado incluye a tres ex oficiales que en el pasado fueron expulsados de la fuerza aérea, pero cuya pericia como pilotos se hace necesaria ante un momento tan crucial. Llama la atención que para el circuito internacional los tres lleven nombres anglosajones, que son Tyler (Louis Koo, también productor), Johnson (Sean Lau) y Philip (Yau Tai Long). El primero ha perdido una hija por culpa de la contaminación y ello deviene en una especial relación con una niña a la que hallan huérfana en la ciudad desastrada; el segundo es un convencido de que los robots jamás pueden suplantar a los humanos y el tercero es el antes referido traficante de películas en barrios bajos.
Un Festival de CGI
No diré mucho más: lo dicho es prácticamente la base sobre la cual la historia se desarrolla. Primera cuestión: el guion es muy pobre. Segunda: puede que ello no te importe. Decía antes que es una película impregnada de cultura de videojuegos y realmente la base de la historia parece el lore de cualquiera de ellos. No tienes joystick ni decides sobre los personajes, pero es battle royale y shooter en estado puro y a todo disparo, lucha, robot, persecución y demás a un ritmo que no para.
Y en el medio, unas grandes y peligrosas mantis de cuatro ojos que deambulan por la ciudad en ruinas y de las que no se sabe si han sido traídas por el meteorito, son parásitos de la planta o han nacido de ella. A la película le faltan montones de explicaciones y tampoco se preocupa por darlas, aunque tengo entendido que la versión que nos llega cuenta con trece minutos menos que la originalmente estrenada en Hong Kong, lo cual puede (quizás) ayudar a entender el porqué.
El despliegue visual es tan abrumador que el actor-productor Louis Koo llegó a afirmar que se rodaron unas 1900 tomas de cgi y que incluso se llegaron a montar escenas de acción en torno a los actores para que estos pudieran entender qué era lo que en la ficción estaba pasando en derredor suyo.
Los personajes están tan estereotipados como los actores sobreactuados (algo bastante común en el cine de acción asiático), con las honrosas excepciones del propio Koo y de Sean Lau. El clima tiene mucho de cine B: recuerda mucho a las viejas películas de invasiones alienígenas de los años de la guerra fría o a aquellas chatarras de “monster movies” japonesas y, ya que hablamos de Japón, la desmesura postapocalíptica tiene también bastante de manga.
También destila mucho aire ochentero: los diseños de vehículos y armamentos remiten a Robocop, las escenas de luchas con robots a Terminator (incluso el proyecto de los domos se llama Skynet), la niña rescatada a Aliens: El Regreso y así… Tampoco faltan ecos de las películas de Marvel, (particularmente las primeras de Vengadores dirigidas por Joss Whedon) y hasta algo de Black Hawk Derribado (La Caída del Halcón Negro, para América Latina).
Hay también contenida una lectura acerca del daño que los seres humanos hacen a la naturaleza, así como a las divisiones y egoísmos que les convierten a veces en enemigos peores que cualquiera que llegue de otro mundo: a los ejecutivos de la empresa que provee los domos, por ejemplo, no le conviene que el aire se purifique.
Todo se desenvuelve a ritmo frenético en medio de un guion previsible y lleno de lugares comunes, pero también se puede decir que no aspira a más. Hay incluso una escena post-créditos no muy entendible, que tiene que ver con la Luna y que presagia quizás una secuela que, considerado el éxito que el filme ha tenido, no sería de extrañar.
Balance Final
No busques originalidad en La Guerra del Futuro: es una mezcla de cosas que ya has visto y mucho. No aporta nada novedoso al cine de acción ni al de ciencia ficción, pero es un brutal entretenimiento en cualquiera de ambos. Si buscas innovación, estás perdido; si disfrutas de un buen shooter, esta es tu película.
Tal ambigüedad torna difícil cualquier evaluación ya que el disfrute del filme dependerá de tus expectativas. Desde lo argumental, cero estrella. Desde la diversión, cinco. Haciendo promedio: dos y media…
Hasta pronto y sean felices…