Ha dado comienzo el Zinemaldia, el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, y ya hemos podido ver algunas de las propuestas más llamativas. Hoy hablaremos de dos de ellas: Mientras dure la guerra, de la Sección Oficial, y The lighthouse, de la sección Perlak.
Crítica de Mientras dure la guerra y The Lighthouse | SSIFF 2019
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Mientras dure la guerra
Mientras dure la guerra, lo último de Alejandro Amenábar, llenaba en muy poco tiempo el Teatro Principal. En general diría que la gente entró con emoción. Muchos salimos con cara de indiferencia. Esta propuesta sobre el escritor y rector de la Universidad de Salamanca, Miguel de Unamuno, y sus continuos virajes ideológicos y políticos que lo caracterizaron en el 36, se construye como un drama que pretende mostrar las frustraciones de un personaje de relevancia entre sus contemporáneos, denostado por los republicanos en la última etapa de su vida y utilizado por los nacionales, que lo veían como una figura de gran utilidad.
Dijo Amenábar en la rueda de prensa que no hay nada en su nueva película que se aleje de la realidad o, en otras palabras, nada ha sido inventado con fines de construcción dramática. No se hasta que punto podemos hacer caso de sus palabras. Lo que sí os aseguro es que con su nueva cinta, Amenábar quiere convencernos de que Unamuno era un buen hombre preocupado por su familia como cualquier humano con sentimientos y de que, ni mucho menos, apoyaba al bando nacional o a cualquier forma de fascismo. Aunque haya sido contradictorio, aunque hiciera cosas o tuviera gestos ciertamente cuestionables, era un intelectual con principios y un hombre con corazón (muy reiterada la figura de su fallecida mujer y el amor que sentía por ella).
Mientras dure la guerra es una historia de soledad, de sentirse incomprendido, de impotencia y de amor. Una historia que a pesar de su buena intención, flaquea en múltiples aspectos. Una de sus grandes virtudes es querer ahondar en una etapa de la historia de España sin miedo a plasmar personajes tan de actualidad mediática por circunstancias de nuestros tiempos políticos como Franco, cuando así mismo lo hace también de una figura “positiva” tan relevante como Unamuno. Pero Amenábar no convence cuando utiliza el recurso de la lágrima fácil. Drama familiar, personajes que no dejan de poner caras tristes, otros que solo aparecen llorando y muchísima música para la ocasión. Primeros planos de los ojos rojos y húmedos de Unamuno para que te emociones cuando Amenábar quiere que lo hagas. Y sí, fue una etapa de la historia gris, donde solo había lugar para las lágrimas, pero Alejandro, eso no nos cuela.
Un guión repleto de clichés del género, una dirección pasable y un apartado visual notable, conforman esta cinta en la que Karra Elejalde se esfuerza tanto por querer ser Unamuno que en ocasiones resulta absurdamente teatral. Algo muy distinto ocurre con el soberbio Eduard Fernández, que interpreta al tenaz e imponente Millán Astray, aunque a veces, quizás por el contexto o por los personajes que lo rodean, parece salido de otra película. Ocurre con Franco (interpretado por Santi Prego) algo curioso, y es que en ocasiones, y en su mayor parte durante la primera mitad de la cinta, es el personaje que aporta los momentos de comedia a la película. Y aunque no dudo que Franco realmente fuese así de ridículo, por momentos parece que estemos viendo un doblaje paródico, con frases como: “En España nos va la gresca” con su vocecilla aguda e infantil. Y si analizamos el efecto que hacen Franco y Millán Astray juntos en escena, es difícil no sorprenderse ante tal disfuncional contraposición.
The lighthouse
The lighthouse es la nueva propuesta de Robert Eggers que ya pasó con éxito por el Festival de Cine de Cannes y que llega a Donostia en la sección Perlak. Porque, estoy seguro, si llega a participar en Sección Oficial se habría llevado la Concha de Oro con gran ventaja. Es imposible encontrarle algún defecto a la última cinta del director de La bruja, ya que en cualquiera de sus aspectos es, no solo espectacular, sino instantánea referente del s. XXI.
El comienzo me recuerda increíblemente a Wes Anderson si se hubiera tomado algo muy fuerte y de pronto sintiera la necesidad de contar una historia de terror en blanco y negro. Las simetrías estáticas, los paneos igualmente simétricos tanto al principio como al final y la composición de la imagen en todos sus aspectos (cabe destacar la colocación de los dos actores protagonistas en plano). Sin olvidar ese faro que llega en ocasiones a parecer una maqueta siniestra similar aunque opuesta al Gran Hotel Budapest. La fotografía, como podéis intuir, es uno de los puntos fuertes. Al blanco y negro se unen un 4:3 magníficamente planificado y el granulado más grueso que os podáis imaginar. Siniestramente bella. E hipnótica.
Los personajes de Robert Pattinson y Willem Dafoe, cuyas interpretaciones están al máximo nivel al que puede aspirar un actor, llegan a la “maldita roca” en medio del mar para cuidar el faro en un barco que pronto los abandona. El personaje de Dafoe es un veterano, el de Pattinson, su aprendiz, que rápidamente empieza a sospechar de su instructor y a intuir que algo no va bien. No quiero contar nada acerca de la trama, simplemente os diré que la maravillosa forma en la que Eggers nos narra su relato consigue, llegados a un punto, que nosotros mismos nos introduzcamos en el faro con sus locuras y seamos, durante un tiempo, fareros perdidos en la piel de sus personajes.
Destacaré también la misteriosa y bellísima luz del faro, con la que, entre otras cosas, se nos demuestra que la iluminación también es sublime en una película en la que todo parece estar hecho a la perfección. La luz del faro, de los candiles, de las destartaladas ventanas, no hay un rayo de luz que no esté donde deba estar. Ni ninguno que falte. Así mismo, la banda sonora y el sonido son elementos que consiguen, también, porque aquí todo suma, hacer que esta cinta sea de obligado visionado. Impresionante el ruido del faro, o como cambian los efectos y la atmósfera sonora cuando ya dudamos si vemos la realidad o imaginamos.
En definitiva, y porque solo tengo palabras de alabanza para The lighthouse, os recomiendo que cuando salga en España, que será en Enero, corráis a verla y a disfrutar la que, será sin ningún tipo de duda, un clásico del terror moderno.
Seguiremos informando. En el ínterin, sed felices.