InicioSeriesCrítica de Poquita fe (2023), lo complicado de hacer reír con sencillez.

Crítica de Poquita fe (2023), lo complicado de hacer reír con sencillez.

De todos los géneros que aborda el mundo del cine y las series de televisión, probablemente la comedia sea el más complicado de todos ellos. Y es que puede ser fácil empatizar con el sufrimiento humano y hacernos derramar unas cuantas lagrimitas. Sin embargo, no es tan sencillo hacer reír a personas de toda clase y condición. En otras palabras, es muy difícil hacer reír. Pero Poquita fe, serie de reciente estreno en Movistar +, consigue hacer posible lo imposible: que todo el mundo la vea, como mínimo, con una sonrisa.

Creada por Pepón Montero y Juan Maidagán, mentes pensantes detrás de películas como Los del túnel o ese serión que fue Camera Café, Poquita fe se centra en Berta y Jose Ramón, una pareja recién entrada en la cuarentena y su rutina a lo largo de un año, plagado de conflictos internos y externos.

Lo que más llama la atención de su título es ese “poquita” que nos transmite sencillez. Porque Poquita fe es sencilla desde su propio planteamiento. Entre tanta serie alargada con relleno de hora por capítulo, tenemos doce capítulos, uno por cada mes del año, de quince minutos cada uno, convirtiendo a Poquita fe en una serie que puedes degustar poco a poco, en pequeños ratos de tiempo libre de tu día a día o engullirla del tirón cualquier tarde de fin de semana.

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Esa sencillez no solo impregna la duración de sus capítulos, sino su propia trama. Berta es profesora de una guardería. Jose Ramón, vigilante de seguridad. A lo largo de la serie no vemos grandes conflictos de pareja. Ni rastro de enredos amorosos o giros argumentales tan espectaculares como poco creíbles…

Sencillamente, vemos sus vidas, una colección de pequeños momentos que, para cada quien, se pueden convertir en enormes obstáculos que nos pueden llegar a atormentar y a los que no les vemos solución. De esas situaciones que esperamos que se resuelvan solas pero, lejos de solucionarse, el tiempo solo va enredando más y más.

Los conflictos pueden ser de lo más variopintos. No querer salir al mismo bar con tu pareja, no haberle dado una moneda al mendigo de tu barrio, que  un niño al que le das clase te vea y solo tenga ganas de llorar… y claro, la familia.

Porque Berta y Jose Ramón serán una pareja, pero como todas las que campan por este pequeño mundo, no están solos. Están los padres de Berta o su alocada hermana. Está el vecino. Está la madre de Jose Ramón. Está la mejor amiga de ella. Y muchos otros personajes.

Poquita fe habla precisamente de eso, de la escasa confianza que tenemos en que el otro, por mucho que lo queramos, comprenda que lo que se nos pasa por la cabeza puede ser una tontería pero a nosotros nos preocupa. Y, de ahí, surge la incomunicación y el no entenderse. Porque todos los problemas que vemos en la serie se resolverían, sencillamente, hablando cara a cara.

Ese esconder lo que nos gustaría y no poder evitar mostrarlo, esa pura neurosis, está contada a través de lo absurdo de las propias situaciones del día a día que se aderezan con réplicas a la cuarta pared, como si de Modern Family o The Office se tratara. Las réplicas son geniales y suelen incluir a todos los personajes recurrentes de la serie o, incluso, a otros que solo aparecen una vez y no volvemos a verlos en los doce capítulos.

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A nuestros protagonistas los encarnan Esperanza Pedreño, que ya demostró la maravillosa comediante que es en Camera Café con ese aspecto ingenuo y excesivamente serio a lo Buster Keaton, el cómico que hacía reír pero jamás se reía. Y José Ramón está encarnado por Raúl Cimas. Ambos están más que acertados como personajes totalmente normales. Tan normales que hacen gracia.

Poquita fe ha sido un éxito merecido para Movistar Plus por lo difícil que es mostrarnos lo complejo de la rutina de una pareja actual con la que es imposible no sentirse identificado. Porque una relación amorosa implica avanzar a través de unos diques tan grandes como las propias inseguridades de cada uno, las de la pareja y las influencias de familia, amigos e, incluso, gente  no tan conocida. Y no solo las muestra, sino que nos hace reír con ellas.

¡Un saludo y sed felices!

¡Nos leemos en Las cosas que nos hacen felices!

Fernando Vílchez
Fernando Vílchez
Comecocos. Intento aprender como si viviera para siempre y vivir como si hoy fuera mi último día...con las cosas que me hacen feliz.
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