Netlifx está cosechando un éxito sin precedentes en el mercado del vídeo bajo demanda, y desafiando a la industria del cine más tradicional… ¿por incomparecencia del contrario? Es discutible, pero lo que no se puede negar es que este servicio se ha adaptado mejor que Hollywood a los nuevos tiempos. No solo ofrece un contenido relativamente extenso por el precio mensual de una entrada de cine, sino que se está arriesgando con largometrajes que la industria cinematográfica ha rechazado. Antes de que se me acuse de estar haciendo un publirreportaje, lo dejaré claro: de momento, este arduo proceso de independencia sigue en la fase de ensayo y error, con más fracasos creativos que éxitos en su apartado de películas originales. Desde un punto de vista comercial, sin embargo, su estrategia ha funcionado… y, tomando el ejemplo de la decente Spectral, dirigida por Nic Mathieu trataremos de dilucidar por qué.
La película
Situada en la Moldavia de un futuro cercano, la cinta nos muestra un conflicto entre los últimos fieles de una dictadura y el bando más reformista. Cómo no, los Estados Unidos de América deciden intervenir en favor de estos últimos, seguramente por motivos loables y altruistas. En cualquier caso, un doctor del Departamento de Defensa de este país es destinado a esta guerra por una de sus invenciones: unas gafas de combate que han detectado a una figura extraña que ha provocado la muerte de un soldado. Junto a la doctora Fran Madison y al grupo de combatientes que se encuentran en el campo de batalla, tendrá que enfrentarse a unos misteriosos seres de aspecto antropomorfo, que atraviesan paredes y son capaces de levitar en el aire. Aunque nuestro protagonista tratará de utilizar la ciencia para mantenerlos a raya, no solo parecen imparables: las leyendas locales aseguran que estos enigmáticos asesinos son fantasmas.
La premisa de este guión, avalado por el estudio Universal, que luego decidió no distribuir el resultado final, es interesante y permite el despliegue de unos efectos especiales bastante conseguidos para una producción con un presupuesto relativamente limitado. Esto tiene más mérito del que parece, ya que el director no recurre a movimientos rápidos de cámara que permitan disimular sus carencias: por el contrario, las escenas de acción están situadas a plena luz del día, y permiten al espectador apreciar con detalle a los enemigos que aparecen en la película y las armas que los sufridos militares utilizan contra ellos. Además, a lo largo de su metraje, la cinta logra mantener cierta intriga en lo que respecta a la naturaleza de los villanos. Los que lo quieran saber todo, tranquilos: al final se explica de manera más que satisfactoria, diferenciando a estos monstruos de los fantasmas convencionales y los omnipresentes zombis.
Pero existen defectos imperdonables que, a pesar de la acción bien rodada, rebajan la nota de esta película hasta reducirla a un aprobado justito. El más grave de todos ellos es, sin duda, la insulsa personalidad de los personajes, completamente intercambiable y ni siquiera tópica, porque un guionista inteligente podría jugar con los clichés del género y aprovecharlos sin tener que subvertirlos. Por no tener, no tienen la personalidad tonta y arquetípica de los adolescentes de una película slasher: solo sirven para hacer avanzar el guión, algo que clama al cielo en el caso de actores más que solventes como Emily Mortimer. Otro fallo importante lo encontramos en la estética. Obviando a los antagonistas, es completamente uniforme y podría pertenecer a cualquier otra película bélica. Es una pena que, con unas bases tan sólidas, no se hayan pulido estos aspectos tan importantes que diferencian un filme entretenido de uno memorable. Pensemos, por ejemplo, qué habría sido de Los cazafantasmas sin sus personalidades definidas. Muy fácil responder: un potencial desperdiciado.
La ventaja de Netflix
Esta película, en el cine, habría pasado incluso más desapercibida: un servidor, por ejemplo, no habría ido a verla. Si la hubieran emitido en algún canal de televisión, estaría dirigida a un público muy reducido y no habría podido acaparar el presupuesto necesario para crear sus impresionantes efectos especiales. Sin embargo, Netflix cuenta con la ventaja de un público que dará a esta película la oportunidad que no le daría en el cine, porque no tiene que pagar un precio adicional por este adecuado pasatiempo para un domingo por la tarde. A su vez, esta audiencia tan amplia permite la existencia de películas para la televisión con unos valores de producción impensables hace unas décadas.
Puede que ofrezca productos mediocres como estos, puede que no rompa récords… pero se trata de un modelo de negocio modesto que está mostrando sus frutos. El mismo Hollywood que no supo aprovechar este producto debería tomar nota.