Waco, Texas, 1993. Un terrible incendio da fin a 51 días de duro asedio y negociaciones entre los Davidianos y el FBI, dejando 69 adultos y 17 menores muertos, la mayoría calcinados. Incidente que dejaría mella en Estados Unidos y crearía toda una serie de sombras rodeando lo acontecido en Monte Carmelo.
Todavía hoy no hay un dictamen claro acerca de lo ocurrido realmente aquel día y son muchas las versiones que chocan entre ellas, dejando lugar solo a hipótesis e interpretaciones. Una de esas interpretaciones, es la serie Waco que nos trae Paramount Network protagonizada por Taylor Kitsch (True Detective) y Michael Shannon (La forma del agua).
Calidad tras la controversia
Antes de meterme en la visión que nos ofrece la serie acerca del conflicto, voy a intentar valorarlo como a un producto aislado de cualquier clase de acontecimiento histórico, centrarme tan solo en lo que ofrece como entretenimiento y su calidad.
Lo primero que vale la pena destacar es el nivel interpretativo de la pareja protagonista. Ambos se salen en sus respectivos roles, ofreciéndonos una interesante visión del singular líder de la secta David Koresh (Taylor Kitsch), y de un bienintencionado negociador del FBI, frustrado por las ordenes a las que se ve sometido (Michael Shannon).
Y precisamente gracias a tener este núcleo protagónico tan bien consolidado y ejecutado, la serie consigue no estancarse y dejar atrás algún que otro capítulo en el que la intensidad argumental decae. Intensidad que, a pesar de los traspiés, está bastante bien gestionada en un formato de 6 capítulos que parece estar reivindicándose como la fórmula a seguir, ya que se ofrece un mayor tiempo de desarrollo para los personajes e historia que en una película, pero sin correr el riesgo de caer en la redundancia y alargarse en exceso.
La ambientación y estética es correcta, sin grandes alardes, comedida pero acertada, lo suficiente para fomentar la inmersión y otorgarle el cariz justo de personalidad, acompañando bien la temática y el conflicto. Un conflicto no especialmente fácil a desarrollar. La serie se sumerge en territorio desconocido al intentar ofrecer la visión dual de un conflicto prolongado durante 51 días. Negociaciones entre dos lados muy alejados ideológicamente y con motivaciones sumamente dispares. Al ser un conflicto tan opaco y con tantas medias verdades, Waco se adentró en terreno especulativo al dramatizar los acontecimientos del polémico asedio con un resultado (veracidad a parte) más que notable. La progresión dramática es, sobretodo en los últimos episodios, trepidante, algo bastante complicado y meritorio en una historia que ya sabes cómo va a acabar.
Waco y la polémica
Lamentablemente, la serie ha visto parte de su calidad menoscabada por las licencias narrativas que se toma para dramatizar la secta de Koresh y el transcurso de las negociaciones. La mayoría de las críticas negativas que ha recibido Waco, han sido por tomar un bando y apuntar directamente al FBI como principal culpable en el conflicto. Sí que es cierto que hay indicios que apuntan o hacen sospechar de ellos, el simple hecho de que no haya una versión convincente que explique los hechos a día de hoy para empezar, pero al no estar nada demostrado se podría catalogar como osadía.
Tampoco sería cierto afirmar que la serie pinta a David Koresh como a un santo. De hecho, se esfuerzan bastante por tratar de sacar los grises a las dos partes de un conflicto muy oscuro: humaniza a los integrantes de la secta, gente corriente que había llenado su vida con un propósito que creían verdadero y puro; el creciente malestar con la figura de un líder cada vez más cuestionable y autoritario, pero sumamente hábil e inteligente; la corrupción en la cadena de mando de los cuerpos policiales, movidos muchas veces por intereses ajenos al conflicto en cuestión y puramente estéticos… Estos son tan solo algunos de los aspectos en los que Waco se mueve bien y ofrecen una visión alternativa e interesante del conflicto, pero en el cómputo global la balanza está en última estancia desequilibrada.
¿Deberías ver Waco?
Mi recomendación es que sí. Quizás el tiempo ponga (o no) a Waco en su sitio, pero si nos apartamos de eso es un historia bien contada y bien interpretada, un producto que me atrevería a decir de calidad. Sea o no cierto, el ejercicio de salir de nuestra zona de confort y ser capaces de intentar escuchar o racionalizar otro punto de vista es algo sano, estemos o no de acuerdo con esa otra postura y con las conclusiones que saquemos. Y en cierto modo en esta serie soy capaz de ver eso, hay momentos muy potentes en los cuales se pueden apreciar dos lados que buscan una misma solución, pero hablan idiomas completamente distintos y obedecen a otro poder. Una imagen desgarradora de lo difícil que nos es desprendernos de nuestro ego, de dejar la comodidad de la negación por antonomasia y hacer algo tan simple como escuchar.
Un saludo y sed felices.