Las adaptaciones de videojuegos, al tratarse este de un medio interactivo muy distinto a las películas, no suelen suscitar el entusiasmo de los jugadores ni del público casual: por cada Castlevania de Netflix o cada Detective Pikachu, hay un Resident Evil o un House of the Dead de escasa calidad y de más escaso todavía interés, que suele suscitar la indiferencia en el público general y la desesperación en los amantes del Décimo Arte. Ni el videojuego ni ninguna otra disciplina creativa (sí, cómic, te estoy mirando a ti) necesita legitimarse a través del cine o la televisión, pero a todos nos gusta que nuestros gustos sean reconocidos por la mayoría y poder hablar de ellos con cualquiera.
Pero me temo que a los seguidores de Dragon’s Dogma, un JRPG hasta ahora desconocido para un servidor, esta adaptación les sentará como una manzana envenenada. No solo adolece de los principales defectos de las adaptaciones más decepcionantes de Netflix, sino que sufre odiosas comparaciones por la presencia de otros animes y mangas mucho más logrados dentro de su género. El artículo podría limitarse a este aviso a navegantes pero, por desgracia, tengo que rellenar unas setecientas palabras hablando de este bodrio. Terminemos cuanto antes.
En busca de venganza
La serie cuenta la historia de Ethan, el habitante de un pueblo medieval que convive plácidamente con su mujer embarazada y con un niño al que ha adoptado. Esta felicidad, sin embargo, no puede durar mucho: en el primer capítulo, un dragón destruirá la aldea que habita, acabando con la familia de nuestro protagonista y robándole su corazón. Este, convertido en una criatura mágica conocida como arisen, se embarcará en una búsqueda para matar a este monstruo y recuperar lo que le ha arrebatado, enfrentándose a diversos peligros en el camino.
Le acompañará una protectora sobrenatural con forma humana conocida como peón cuya función es custodiar a los arisen, y que le ayudará a acostumbrarse a su nueva situación. Mientras va derrotando a los diferentes engendros que pueblan este mundo, se verá asaltado por unos recuerdos dolorosos que alimentarán sus ansias de venganza.
El Berserk de Netflix… con todo lo que implica
Lo que funciona en un videojuego no siempre se traslada bien a la ficción no interactiva: a pesar de los excelentes ejemplos que mencionábamos en el primer párrafo, la historia de títulos como Dragon’s Dogma no da para mucho. Quizás con unas mecánicas adecuadas de juego pueda resultar entretenida, pero esta excusa para contemplar mandobles a diestro y siniestro no ofrece nada sustancioso, ni siquiera un entretenimiento agradable: los diálogos y las tramas parecen haber sido escritas por una máquina, basándose en distintos clichés sin ofrecer nada nuevo. Hay capítulos mejores que otros, como los centrados en la pereza o la codicia, y el final es valiente y adecuado, pero la ejecución es insulsa como pocas. No hay momentos memorables ni grandes personajes, sino que tenemos que conformarnos con una partida de rol poco imaginativa.
Dragon’s Dogma está animada por CGI , en un estilo mecánico y frío que recuerda al horrendo remake de Berserk. Los personajes humanos dejan mucho que desear, sobre todo al hablar o durante las escenas de acción, pero son los monstruos quienes salen peor parados. Parecen sacados de un RPG de la PlayStation 2, con movimientos lentos y sin apenas expresividad, por no hablar de unos diseños que hemos visto en decenas de ocasiones y que palidecen al lado de las ilustraciones de Kentaro Miura en el manga que hemos mencionado, que este producto parece querer emular a través de unas tramas violentas que no le llegan a la suela de los zapatos. Hasta la escena de acción mejor concebida se acaba traduciendo en una animación de factura técnica imperdonablemente amateur. Quizás haya sido un problema de presupuesto, pero eso no excusa la falta de calidad.
Conclusión
Este nuevo intento de Netflix por acercarse al anime carece de los elementos necesarios para llamar la atención de unos fans de la fantasía medieval que ya han tenido que sufrir cientos de historias formulaicas que no ofrecen novedad alguna. La maldición de las adaptaciones basadas en videojuegos se ha cobrado una nueva víctima, y se trata de Dragon’s Dogma. ¿Es el juego mejor que la serie? Ni idea, pero el redactor de este artículo no siente deseo alguno de probarlo.