InicioCómicsBatman de Tom KingEl Batman de Tom King (II): Yo soy suicida y Azoteas

El Batman de Tom King (II): Yo soy suicida y Azoteas

Tras la notable presentación que supuso el Yo soy Gotham de Tom King, el escritor parecía decidido a continuar indagando en la psique del hombre murciélago. No en vano, el título de este cargo vuelve a empezar nuevamente con un yo.

Todos los artículos por orden de lectura del Batman de Tom King

Entre medias, King participó en uno de los primeros crossover de la Batfamilia, La noche de los hombres monstruo, cuya reseña tenéis en esta insigne web.

En un ejemplo claro de lo que supone ser el autor principal de una colección con tanto valor comercial como Batman, King tuvo que amoldarse a las exigencias de la editorial con un título que iba a rebufo del estreno de la fallida Escuadrón Suicida. De ahí la presencia secundaria de Amanda Waller en la trama. No obstante, King hace suyo ese obstáculo y nos otorga un arco más interesante y conseguido que Yo soy Gotham. Una trama que conjuga la acción con el desarrollo interno del personaje.

MISIÓN SUICIDA EN SANTA PRISCA

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El psicopirata con el coronel Kurt…con Bane

La trama es bastante simple: Gotham Girl ha sido desquiciada por el psicopirata, actualmente un huésped de Bane en Santa Prisca, su isla-estado privada. Batman, con la ayuda de Waller, decide reunir un equipo de fugitivos, a la manera de un Escuadrón Suicida, para internarse en Santa Prisca y llevar al psicopirata de vuelta a Gotham con el fin de tratar a la superheroína caída en desgracia.

Así, Batman orquesta un plan algo rocambolesco, en el que algunos personajes bien podrían sobrar en la trama. Pero lo que importa, una vez más, no es lo que vemos, si no lo que piensan. Especialmente Batman y Catwoman. En un número 11 que transcurre a la manera de un plano secuencia lleno de acción, la relación entre ambos se analiza a través de una conversación epistolar en el que ambos se ven como un reflejo el uno del otro. Al fin y al cabo, son dos figuras que han afrontado el dolor de forma similar pero con objetivos opuestos: Batman como una figura contra el crimen y Catwoman como una ladrona de los poderosos que se aprovechan de la gente a pie de calle.

King insiste en mostrarnos a un Batman de extremos. El “no es imposible, es Batman” vuelve a repetirse una y otra vez. El héroe que calcula todas las probabilidades. Exceptuando su diálogo con Catwoman, Batman apenas se limita a repetir el mismo mensaje a Bane, un reflejo de su voluntad inquebrantable, casi demencial. Y aquí llega el quid de la cuestión y de todo el arco. ¿Es Batman una figura suicida? ¿Es una figura autodestructiva?

BATMAN, EL JUGUETE ROTO

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El héroe inquebrantable

En una sorprendente revelación, Bruce Wayne admite haber intentado suicidarse con once años tras la desgracia de perder a sus padres. Pero, y esto es muy importante, tomó la decisión de sacrificar su vida, de morir internamente, con tal de que nadie volviera a pasar por lo que él vivió. En resumen, consagró una vida contra el crimen sacrificando una vida normal. Por lo tanto, él, que se siente muerto por dentro, está dispuesto a morir porque no tiene vida. Lo que ocurre es que, gracias a esa negativa a rendirse y a su obsesión patológica, siempre gana.

Podríamos ver esta esencia como algo pueril o inmaduro. Pero recordemos que la decisión de Bruce Wayne de convertirse en una figura fundamental en la cruzada contra el crimen es la de un niño. Lo del murciélago que irrumpe rompiendo la ventana viene después.

En resumen, para King Batman es una figura tan imbatible por fuera como rota por dentro. Y, por primera vez, se insinúa que Catwoman puede ser fundamental a la hora de recomponer las piezas de su interior.

En lo que respecta al dibujo, King está acompañado de un (mucho mejor) Mikel Janín, que dota a la historia de diversos “planos secuencia” comiqueros y de unos diseños más apropiados para la historia que los aportados por David Finch.

En definitiva, Yo soy Suicida es un arco muy completo en el que se opone la acción constante con una enorme reflexión psicológica sobre un personaje que tanta historia editorial tiene. Superior a Yo Soy Gotham, King no alcanza todavía la perfección, pero deja retales de ella. Le falta rematar más en lo que respecta a los villanos (ese Bane a lo coronel Kurtz de Apocalypse Now está muy muy desaprovechado), pero puede entenderse dando que King, de momento, solo quiere centrarse en Batman.

BONUS: AZOTEAS

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Tras el final de Yo soy Suicida y la intuición de que Bane volverá a Gotham a vengarse, el número 8 huele a especial tan solo con ver esa portada rojo pasión con Batman abrazando a Catwoman. Que el compañero de King sea el magnífico Mitch Gerards, con quien el escritor colaboró en la obra maestra El sheriff de Babilonia.

La figura de Batman como amante ha sido tratada muchas veces en los entresijos de esta insigne web, donde se forja el destino del mundo. Pese a que Bruce Wayne es un don Juan de cara al público, lo cierto es que el personaje suele decantarse más por la vida contemplativa acompañado de su mayordomo que por los escarceos amorosos a lo Daredevil, el atormentado más ligón del mundo del cómic.

Todo lo ocurrido con Gotham Girl y la muerte de Tim Drake hace que nuestro protagonista se replantee los principios que han guiado su vida. El epílogo de Yo soy suicida lo dejaba bien claro: Batman es un juguete roto y, por primera vez, se percata de que Selina Kyle, Catwoman, es la única persona que le comprende y le acepta tal y como es.

El primer número es un reflejo de lo que siempre ocurre entre los dos personajes. Batman se dedica a zurrar a enemigos menores mientras persigue a una Catwoman inalcanzable y con la actitud ambigua que tanto pirra a nuestro hombre murciélago. Finalmente, al final del primer número, los dos se desnudan, tanto física como metafóricamente.

En una escena con bastante encanto, ambos recuerdan el momento en el que se conocieron. Lo curioso es que rememoran momentos diferentes: Batman el primer encuentro clásico, guionizado por Bill Finger en 1940, y Catwoman su encuentro en el Año Uno de Frank Miller.

Camino al tercer arco argumental, este Azoteas es un magnífico coitus interruptus que desarrolla enormemente la relación entre Batman y Catwoman. De momento, King sigue sin revolucionar nada, únicamente remoldear y asentar los cimientos del personaje de cara a…todavía es difícil saberlo.

Un saludo y sed felices!

Fernando Vílchez
Fernando Vílchez
Comecocos. Intento aprender como si viviera para siempre y vivir como si hoy fuera mi último día...con las cosas que me hacen feliz.
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2 COMENTARIOS

  1. Magnífico Post compañero.

    Tenemos el segundo arco argumental de Tom King en Batman y, como bien apuntas, nada nuevo bajo el sol. Tenemos a Batman en tensión con Amanda Waller, Batman en su relación amor-odio con Catwoman y Batman viaja a Santa Prisca para enfrentarse a Bane. Tal vez lo novedoso esté en ese intento de King de convertir una historia de Batman en una historia del Escuadrón Suicida, con algunos de los personajes más carismáticos de esta cabecera, como el Tigre de Bronce, que nos hacen recordar la etapa de Ostrander al frente de la misma.

    También es interesante ese enfoque de Batman como alguien con una gran fuerza y determinación por fuera pero roto por dentro. No la comparto y me da la impresión de que responde a la intención de King de conseguir que Batman reconozca que necesita a Catwoman. Aún así es una forma interesante de abordar la compleja personalidad del Hombre Murciélago.

    Donde si se pasa con la introspección es con Bane. No es un bruto sin cerebro y tiene un cierto sentido del honor, pero tampoco es lo que muestra King. Me da la impresión que sólo lo utiliza de cara a lograr cierto efectivismo.

    Eso si, el dibujo de Mikel Janín supone una gran mejoría con respecto al de Finch. Sus atrevidas composiciones de página te dejan con la boca abierta. Si bien me resultan chocantes esas escenas de Batman luchando contra multitud de soldados en plan ¡Yo soy el puto amo! Batman no es el Capitán América pero, como el abanderado, es un gran estratega que, ante un gran número de adversarios, suele recurrir al terreno, a la astucia, a las sombras. Eso de Batman a las bravas, como que no. 🙂

    En lo que respecta al arco argumental “azoteas”, King vuelve a la carga con la tensión emocional entre Batman y Catwoman de una forma más sofisticada de lo habitual, a través de las diferentes continuidades que han tenido ambos, como si fueran recuerdos distorsionados por el tiempo y la forma en que los recuerdan cada uno. Eso forma de enfocar la subjetividad de los personajes me ha gustado mucho. A lo que, sin duda, contribuye la gran labor de Mitch Gerads. Su trabajo en este número es bestial. Tanto él como Janín superan a Finch y ponen por las nubes el nivel artístico de esta cabecera.

    Aunque, en mi caso, ya disfrute del enfoque que de la relación de Batman y Catwoman dieron autores como Brubaker o Cooke, así que estos dos números no me han aportado nada nuevo, en lo esencial. Si bien reconozco que es un buen título para quien quiera acercarse a leer por primera vez a Batman.

    Un abrazo.

    • Muchísimas gracias por tu comentario, compañero. No cabe duda de que esta etapa de King tiene un enfoque diferente a muchas de las grandes etapas que hemos podido disfrutar del hombre murciélago. En mi opinión, el error que comete King y le hace alejarse de la perfección es que no le importa fallar argumentalmente (Ese Batman arrasando con todo y con todos) con tal de que su mensaje llegue (Esa voluntad inquebrantable). Por otro lado, a mí no me cabe duda de que King pretende reflejarnos a un Batman NECESITADO de amor. En este caso, del de la única persona que le comprende de verdad: Catwoman. Esto, a medio-largo plazo, puede ser un error, pero veremos en que queda.

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