Fullmetal Alchemist, el popular y prestigioso manga de Hiromu Arakawa, contó con una adaptación disponible en Netflix, aunque poca gente se acuerde. Han tenido que pasar cinco años para que la plataforma, que ha cancelado otros productos más recientes como la infausta Resident Evil, estrene su secuela, en la que se adapta uno de los arcos más memorables de este cómic. ¿Consigue superar esta entrega a su irregular predecesora? Sí, claro, pero eso no es decir mucho.
El asesino de la cicatriz
En el mundo de los hermanos Elric se está produciendo una serie de crímenes que tienen preocupado al gobierno. A lo largo del país, un misterioso criminal está asesinando a los alquimistas nacionales, aquellos con un mayor rango en la jerarquía. Lo único que se sabe de este hombre es que tiene una cicatriz en el rostro, tatuajes en un brazo y que proviene de Ishval, un reino diezmado por una guerra reciente.
Mientras tanto, el alquimista de acero y su hermano se verán envueltos de nuevo en una competición por la búsqueda de la piedra filosofal que involucrará a un rey extranjero y a los homúnculos a los que se enfrentaron en la película anterior. Cuando Edward sufra un percance con su brazo mecánico, tendrán que visitar su pueblo natal, que les traerá dolorosos recuerdos.
Fullmetal Alchemist: El resumen
Las películas en acción real de Fullmetal Alchemist tienen un problema, y es que no realizan concesiones para la adaptación de un medio a otro: la acción transcurre a grandes rasgos como sucedía en el manga y se mantiene gran parte de la estética, pero la limitación de tiempo y los escasos medios provocan que se pierda toda su fuerza. Aunque los efectos parecen más conseguidos que en su predecesora, La venganza de Cicatriz sigue adoleciendo de unos peinados, unos diálogos y un humor que no funcionan en el live-action como funcionaban en las viñetas.
Sin embargo, este defecto no es el mayor problema que arrastra la cinta, aunque este también tenga que ver con el empeño de los cineastas en incluir un aluvión de referencias y momentos del tebeo original. No hace falta tanta fidelidad: ya existe una adaptación muy fiel, llamada Fullmetal Alchemist: Brotherhood. Si los responsables de la película hubieran optado por crear una historia notablemente distinta a la del manga, o hubieran tenido la valentía de reelaborar el argumento para adaptarlo mejor al lenguaje del séptimo arte (como sucedió con, por ejemplo, Inuyashiki), quizás estaríamos hablando de una historia con valor por sí misma.
Pero no ha sido así, y la transmutación de papel en celuloide acaba dando lugar a un engendro más peligroso que cualquier homúnculo, aunque no tan entretenido de ver. El empeño por condensar la historia original en tan poco tiempo provoca que se despachen en unos pocos minutos algunas escenas que pierden todo el peso emocional que tenían en el manga. Por poner un ejemplo, el villano Solf J. Kimblee, un personaje perturbador en la obra de Arakawa, hace un cameo ridículo para desaparecer al minuto. ¿No habría sido mejor eliminarlo del todo?
Por momentos, parece que estemos ante un resumen de Wikipedia o ante uno de esos vídeos donde un youtuber explica en diez minutos el argumento de un cómic para que su audiencia pueda presumir de conocer a un personaje sin haber leído nada de él. El único interés de la película radica en la referencia, en los detalles sacados del manga, en el guiño constante a un aficionado que ya ha vivido esta historia, contada con más paciencia y de un modo mucho más fascinante. Me resulta imposible creer que alguien pueda aficionarse al universo de los hermanos Elric a través de esta adaptación sin alma.
Hay elementos que funcionan, como el aspecto de Gula, pero muchas cosas se quedan en el tintero. Otro ejemplo: si no vemos a King Bradley siendo afable y favoreciendo a Edward, su revelación como homúnculo deja de tener el impacto que tenía. Y mejor no hablar de la decisión de escoger a una actriz adulta para interpretar a Mei: si en el manga era una niña y por eso entendíamos sus decisiones, aquí parece sufrir un trastorno mental.
Conclusión
Mientras escribo estas palabras, Netflix no ha confirmado aún la segunda temporada de una serie que no solo ha sido de las más vistas durante semanas, sino que ha conseguido lo que muchos creíamos imposible: adaptar Sandman a la televisión. Y, sin embargo, ya hay otra secuela confirmada para este engendro audiovisual. Por su nombre, adaptará el último acto del manga, cuando ni siquiera han aparecido todos los homúnculos y quedan demasiados secretos por revelar. Seguramente será un desastre aún mayor.
Fullmetal Alchemist: La venganza de Cicatriz transmuta el oro en plomo, pero no merece la pena seguir hablando de ella, ni mucho menos enfadarse. Siempre nos quedará el original.