Os doy la bienvenida amantes del mundo del cómic, del universo Alien, y al resto de curiosos a la reseña de la segunda grapa de esta serie de Marvel comics dedicada a nuestro querido y odiado Xenomorfo.
La semana pasada analizábamos la primera entrega de la nueva etapa en viñetas escrita por Phillip Kennedy Johnson e ilustrada por Salvador Larroca, con portada de InHyunk Lee y colores de Guru eFX. El primer número era una carta de presentación algo irregular de una serie que aporta ciertos elementos novedosos al canon comiquero y respeta el tono cinematográfico de la franquicia, pero resultaba algo cliché y no despertaba, quizá, todo el interés que cabía esperar.
Por un lado este segundo libro mantiene, afortunadamente, al mismo equipo creativo y nos mete en materia rápidamente regalándonos situaciones espeluznantes, un ritmo más dinámico y contando con una marcada mejoría en el apartado artístico. Especialmente en lo que se refiere a los personajes humanos.
Por el otro se empieza a notar un ligero tufillo a refrito, algo a lo que en el fandom ya estamos más que acostumbrados. Y es que desde bien temprano esto se empieza a perfilar como otro de los aparentemente infinitos calcos de la Aliens de Cameron, algo que llevamos viendo durante décadas en productos similares.
DECISIONES, LEGADOS Y ALIEN
Antes de nada, un breve resumen. Nuestro protagonista es Gabriel Cruz, ex-jefe de seguridad de la estación Epsilon de Weyland-Yutani. Cruz sufre de traumáticas pesadillas debido a un encuentro en su juventud con el Alien. En el presente, una vez retirado, quiere arreglar su situación familiar reconciliandose con su distante hijo Danny.
Este, por su parte, no está demasiado interesado en un padre ausente y decide robar las credenciales de Gabriel para asaltar lo que cree es un laboratorio secreto de ciber-guerra de Weyland-Yutani junto a su novia Iris y el grupo terrorista anti corporativo que esta lidera. Lo que encuentran, sin embargo, es nuestra típica pesadilla Xenomórfica. A estas alturas no sé quién se lleva la medalla de la peor seguridad en laboratorio de la historia de la CiFi, Umbrella Corp o La Compañía.
En este número, Cruz se entera por un viejo colega que W-Y está dispuesta a darle una oportunidad de salvar su vida y la de su hijo si sube a la estación orbital Epsilon y consigue rescatar una muestra del espécimen de Alien ‘Alfa’ (oh, oh ¿más Xenos nuevos? No por favor). Decidido a salvar su legado, Gabriel se adentra en el laberinto acompañado de dos jóvenes soldados (sospechosamente similares a Marines Coloniales) más verdes que una lechuga, encontrado a su llegada lo que cabe esperar, cadáveres y Aliens por doquier.
VOLVIENDO SOBRE LOS PASOS DE LA SERIE
En este número de Alien nos encontramos un mejor ritmo narrativo. Se acabaron las presentaciones y el posicionamiento de los personajes, por lo que nos podemos meter en materia rápidamente. Algo de agradecer si tenemos en cuenta que no estamos ante un elenco de personajes especialmente brillantes o carismáticos. No esperéis un Hicks, una Newt o una Vasquez, lo que tenemos aquí en comparación son más bien caricaturas, algo de un nivel parecido a las películas innombrables de la saga.
Lo que si impacta son algunos de los momentos de tensión que funcionan muy bien. En este número en particular podemos leer una introducción protagonizada por una niña y su abuelo a bordo de la estación orbital durante el ataque alienígena que resulta espeluznante en el buen sentido.
Por suerte en el apartado técnico el aspecto cinematográfico si es destacable, no solo la estética nos recuerda a la saga de películas sino que podríamos imaginar esta historia en una pantalla de cine sin muchos problemas. Cabe resaltar que el arte de Larroca mejora con respecto a la primera entrega, aunque sigue siendo claramente referencial, los personajes no parecen de plástico y las poses no son tan forzadas. Aún así sigue sufriendo de una cantidad exagerada de primeros planos. La primera aparición en el presente del Alien, en un splash a página completa, es impresionante.
Por desgracia tenemos un problema grande que empieza a asomar la cabeza. Voy a obviar los clichés y tópicos hasta que acabe la serie, ya que sólo es justo juzgar ese tipo de cosas una vez leído todo en conjunto, pero hay algo que creo que es de justicia decir.
Empieza a quedar claro que estamos ante otro refrito de Aliens. Ya hemos visto a Bishop, las colmenas en los sueños de Cruz, Marines Coloniales en el pasado y ahora un facsímil en el presente (¿recordáis lo que os comentaba de facsímiles en la reseña anterior? Pues sí) y sólo falta una reina par completar el paquete. Todos sabemos que el propio Cameron referenció la estructura de la primera Alien, pero la manía de copiar elementos de la segunda película de la serie es algo que ya resulta cansino.
Quizá sea un critica algo injusta para el fan causal, pero cabe preguntar ¿cuántas veces vamos a tener que comernos el mismo caramelo con un envoltorio distinto? Va a resultar que sir Ridley Scott tenía razón cuando dijo que ‘la bestia está quemada’ y que era mejor apostar por algo nuevo como Prometheus. Al menos aquella película, con sus fallos y sus aciertos, nos proponía conceptos y preguntas nuevas en vez de repetir la misma formula ad infinitum.
En definitiva, Esta segunda entrega de Alien sube en nivel como cabía esperar. El ritmo narrativo es mucho más dinámico y eso se nota en lo rápido que se lee. La mejora en el apartado artístico de los personajes humanos es destacable y se agradece que nos sitúe con rapidez en lo mollar del conflicto. Por otra parte, el guion sigue flojeando un poco, mucho cliché, mucho tópico y mucho reciclaje de la obra de Cameron. Los prometedores elementos novedosos que ofrecía el primer número han resultado no ser más que cambios superficiales, y da la sensación de que estamos recorriendo un camino ya andado.
Nos leemos. Sed felices.