El público trekkie está de parabienes. Luego de infundados rumores de cancelación y tras migrar de Paramount, podemos disfrutar de Star Trek: Prodigy en Netflix. Creada por Dan y Kevin Hageman con producción de Alex Kurtzman, la serie acaba de estrenar una segunda temporada que la confirma en lo alto de la franquicia y que ya está disponible en la plataforma junto con la primera.
Un año atrás el mundo trekkie se sacudía al enterarse que Paramount anunciaba que Star Trek: Prodigy no seguiría en su plataforma. Pero a pesar de que muchos lo tomaron en aquel momento como una cancelación, tanto CBS como productores y showrunners se encargaron de llevar tranquilidad anunciando que la serie seguía viva y con segunda temporada ya en marcha, solo que buscando nuevo hogar. Y así fue: por fortuna para los fans, la segunda temporada, con sus veinte episodios de veintidós minutos promedio, se ha estrenado este mes en Netflix que, además, ha incorporado también la primera.
La discutible justificación de Paramount para no mantenerla era que su formato infantil no encajaba en la plataforma, pero si bien es cierto que la serie tiene un tono mucho menos adulto e irreverente que Star Trek: Lower Decks (la otra animada de la franquicia en emisión), también tiene elementos suficientes para cautivar al público trekkie con tramas inteligentes y bien elaboradas que jamás renuncian al espíritu de la franquicia. Y la serie es una auténtica maravilla…
La Premisa
La historia sigue a un grupo de adolescentes del Cuadrante Delta que, de manera fortuita, terminan en impensada tripulación de la Protostar, nave de la Federación que encuentran sin nadie a bordo en Tars Lamora, planetoide que oficia de colonia penal y centro minero con mano de obra esclavizada.
No solo no tienen idea de lo que es la Federación o la Flota, sino tampoco de que la nave es reclamada por Ilthuran, más conocido como el Adivino (traducción incorrecta pues Diviner sería Divinizador), tirano de la especie de los Vau N’akat que le tiene reservados fines poco santos.
A bordo de la nave, cuya forma peciolada recuerda a la Voyager, se encuentran con una representación holográfica de Kathryn Janeway, quien fuera justamente capitana de la misma en Star Trek: Voyager. Es ella quien les pone al tanto de los fines e ideales de la Federación, así como de los códigos de la Flota y detalles técnicos de la nave.
Poco a poco, se irán anoticiando de la existencia del motor warp, del sistema de transporte, de las holocubiertas, del traductor universal o del replicador de alimentos y la nave les servirá no solo para escapar del Adivino, sino para también buscar contacto con la Federación. Lo que ignoran es que el tirano la ha reconvertido en un arma que, apenas entre en contacto, hará que los sistemas de la Flota se vuelvan contra sí mismos y las naves se destruyan entre sí…
La Tripulación
Dal R’el (voz a cargo de Brett Gray) es el personaje principal que oficia como líder y, al menos durante la primera temporada, capitán de facto (suena feo, pero es así). Adolescente rebelde y ávido de acción y aventuras, pertenece a una especie no identificada y de hecho desconoce su origen, pero tristemente descubrirá que es un híbrido de laboratorio que fusiona ADN de veintiséis especies diferentes y cuya concepción se hunde en los tiempos de las Guerras Eugenésicas y los experimentos genéticos del doctor Soong.
Jankom (Jason Mantzoukas) es un tellarita nacido incluso antes que la Federación, pero estuvo dos siglos en suspensión criogénica antes de ser capturado por esclavistas. Brusco, simplón y de buen corazón, posee, en lugar de su mano derecha, un multi-guante con diversas capacidades. Siempre habla en tercera persona de sí mismo y se desempeña en la Protostar como ingeniero jefe.
Zero (Angus Imrie) es un medusano sin cuerpo, forma de vida con base en la energía y no en la materia. Se desplaza en una esfera metálica que levita sin piernas (aunque las tendrá en la segunda temporada al recibir un modelo mejorado e incluso durante algún tiempo un cuerpo) y es capaz de leer mentes y viajar por el espacio en forma incorpórea. Fue el primero en fugarse del penal y, de hecho, Dal fue enviado tras él a cambio de no recibir un castigo, pero hicieron causa común al encontrar la Protostar y ver en la misma su medio de escape.
Rok-Takh (Rylee Alazraqui), a pesar de su aspecto enorme y bestial que la acerca a La Cosa, de Los 4 Fantásticos, es una dulce y sufrida niña de la especie bricar. Durante bastante tiempo fue expuesta como atracción pública bajo la denominación “El Monstruo”, entreteniendo al público con espectáculos en que enfrentaba a un supuesto héroe que siempre debía vencerla. Un día se cansó y quiso ser la heroína, por lo cual terminó esclavizada. Poco a poco, irá descubriendo lo mucho que le fascina la ciencia y se convertirá en oficial científica de la nave.
Murf (Dee Bradley Baker)es un melanoide, especie de gusano gelatinoso que, tras una metamorfosis, tendrá después miembros e incluso una extraordinaria capacidad de estiramiento. Emite sonidos semejantes a los de un delfín que no son inteligibles para el resto ni tan siquiera para los traductores y recién en la segunda temporada lograrán entenderlo al hacerlo hablar con una ballena (gran guiño a Star Trek IV). Come literalmente cualquier cosa y hay que andar cuidando que no devore herramientas o partes esenciales de la nave. Su puesto es el de oficial de seguridad.
Gwyndala (Ella Purnell) es la hija del Adivino. No ha ido a parar a la Protostar por cuenta propia sino capturada por el grupo, a pesar de lo cual irá poco a poco empatizando y sumándoseles al tomar conciencia de las reales intenciones de su padre. Experta en lingüistica, su rol es el de oficial de comunicaciones.
Lo Familiar no quita lo Inteligente
Como dijimos al principio, la serie aparece catalogada como infantil, pero solo lo es si se la compara con Lower Decks, con la cual, aunque no hay crossover, queda claro que comparten canon: “No había visto una tripulación tan disfuncional desde la Cerritos” dice El Doctor (sí, nuestro querido doctor holográfico de Star Trek: Voyager, que hace presencia apenas iniciarse la segunda temporada).
De todos modos y si bien la serie se anuncia como apta para niños mayores de siete años, la recomiendo especialmente a partir de los doce porque los argumentos y la terminología pueden escapársele a los más pequeños al oír de paradojas temporales, tormentas de taquiones, torpedos cuánticos y demás. Lo que sí es seguro es que los personajes dan un perfil lo suficientemente simpático y querible como para que la serie pueda ser calificada de familiar.
Los fans de la franquicia encontrarán a las tramas muy trekkies y con una filosofía acorde al espíritu de la misma. Montones de referencias y guiños harán sus delicias e incluso verán a los personajes encontrarse con versiones holográficas de Spock, Uhura, Scotty, Crusher u Odo. Y no podrán evitar una sonrisa al escuchar frases como “le prometí a Picard que no perdería otra nave en el cuadrante Delta” (dicha obviamente por Janeway).
Por otra parte, es la única serie de la franquicia que no tiene ningún personaje humano entre los principales y, de hecho, salvo los mencionados hologramas, no aparecen humanos sino hasta el final de la primera temporada. Es allí cuando Janeway se presenta no ya como holograma sino en versión real (es decir, todo lo real que pueda ser un personaje animado): más madura, con alguna cana y cargo de almirante, tal como nos enteráramos en la tercera temporada de Star Trek: Picard aunque nunca apareciese.
Doble impacto el que su voz esté hecha por Kate Mulgrew, quien originalmente la interpretara, así como finísimo detalle que beba té en lugar de café, pues en el último episodio de STV habíamos visto que la Janeway del futuro anoticiaba a la del pasado de haber hecho justamente ese cambio. Quien sí aparece con el clásico y enorme jarro de café es su versión holográfica por replicar a una Janeway más joven.
Y si el hecho de oír la voz original es ya suficientemente emotivo, también están las de Chakotay, el Doctor o Wesley Crusher, que vuelven a ser recreadas por las de Robert Beltran, Robert Picardo y Wil Wheaton, en tanto que el bueno de John Noble (Fringe, Sleepy Hollow, Elementary) se la presta a Ilthuran, aunque claro, eso es algo que se pierde si se ve la serie con audio en español.
La animación digital es una gloria, con magníficas y realistas recreaciones del espacio y los mundos que visitan, todo realzado por una gran presentación, una banda sonora acorde compuesta por Nami Melumad y un épico tema principal a cargo de Michael Giacchino, lo que significa que tenemos en la música a la dupla de Thor: Love and Thunder.
Y así como abundan las referencias a series o películas de la franquicia, también las hay a otras, con reconocibles guiños a Terminator, Battlestar: Galactica, Star Wars o El Señor de los Anillos e incluso en la segunda temporada un episodio titulado Rápido y Curioso (The Fast and the Curious).
Temporada 1 (advertencia spoiler)
La primera temporada cuenta el hallazgo de la Protostar y cómo, gracias al holograma de Janeway, su nueva tripulación se va embebiendo en los menesteres de la nave y en hacer las bitácoras que los trekkies tanto gustamos escuchar. Ello mientras son perseguidos por el Adivino y sus esbirros: escorpiones mecánicos que hacen recordar a los “bichos” de Starship Troopers (Paul Verhoeven, 1998).
La noticia de que la nave ha sido convertida en arma se convierte en un problema pues Dal y su grupo quieren entrar en contacto con la Federación sin saber que, de hacerlo, bastará una única comunicación para que la Flota entre en proceso de autodestrucción.
En el séptimo episodio ya tienen su “primer contacto” (que en gran guiño para los fans se titula justamente de ese modo), pero no con la Flota sino con un ciudadano de la Federación: una ferengi, con lo que ello implica…
Cuando llegue el momento de encontrarse con la Flota, el grupo ya estará anoticiado de las posibles consecuencias de comunicarse, así que al no poder explicar la situación se convertirán en objeto de persecución tanto del Adivino como de la Flota, que cree que ellos son quienes han robado la nave, generándose así un juego de gato y ratón que hace acordar a grandes momentos de la franquicia, aunque esta vez con dos gatos.
También nos enteramos que el rencor del Adivino contra la Federación viene del pasado o, mejor dicho, del futuro, pues al estilo Nero ha viajado en el tiempo para destruir la Flota y torcer el curso de los acontecimientos.
La temporada acaba con la autodestrucción de la Protostar, lo cual frena el proceso de transmisión y autodestrucción, siendo el holograma de Janeway quien se encarga de llevarla lejos y “sacrificarse” como tantos en la franquicia, siendo seguramente Spock el más recordado (Star Trek II: La Ira de Khan): ya veremos en la segunda temporada que su muerte (o como quiera que se diga en el caso de un holograma) es igual de relativa…
Resuelto todo (o eso parece), el grupo llega a la Tierra y es admitido en la Federación, permitiéndoseles incluso y para su felicidad ingresar a la Academia de la Flota. Paralelo a ello, tenemos noticias de la verdadera Janeway, quien está a la búsqueda de su otrora primer oficial Chakotay, quien ahora es capitán y estaba al mando de la Protostar al momento de perderse en un agujero de gusano: vaya mala suerte que te ocurra dos veces en la vida…
Temporada 2 (advertencia spoiler)
Dal y los suyos son ya cadetes de la Academia y están felices de lucir sus flamantes uniformes, pero sienten algo de decepción por no estar ya tan metidos en emocionantes aventuras ni decidiendo cosas importantes como a bordo de la Protostar.
Sin embargo Janeway, quien está al frente de la flamante Voyager-A (la anterior, tal como nos anoticiáramos en la tercera temporada de Star Trek: Picard, es ahora un museo) les requiere para una misión especial sobre la que mantiene misteriosa reserva y que, según logran fisgonear, tiene que ver con hallar a Chakotay, desaparecido desde que la nave se perdiera.
Es que al destruir la Protostar en el final de la temporada anterior, se ha abierto una fisura temporal a través de la cual ha llegado una comunicación suya que lo ubica cincuenta y dos años en el futuro y Janeway planea ir a buscarlo con una nave más pequeña llamada Infinity, que mantiene invisibilizada de incógnito en el interior de la Voyager-A.
Pero Dal y los suyos recuperan protagonismo cuando, no pudiendo con su curiosidad, encuentran la Infinity y, siendo sorprendidos por la oficial vulcana Maj’el, acaban por accidente poniendo en marcha la nave y yendo a parar al otro lado del agujero de gusano junto a ella.
A partir de allí, la temporada lleva al grupo en aventuras que traen grandes y entrañables recuerdos para los fans: se encontrarán con Chakotay, volvéran a perderlo y lo encontrarán nuevamente, junto con la Protostar en la versión que aún no ha viajado al pasado ni ha sido destruida. Pero al hacerlo provocan que la misma nunca sea llevada a Tars Lamora y se genera una gran paradoja temporal que acaba desgarrando el entramado mismo del tiempo y del universo, tal como les anoticia Wesley Crusher, quien sigue en el rol de Vigilante espacio-temporal que le conociéramos al final de la segunda temporada de Star Trek: Picard.
En su recorrido, la joven tripulación se cruza con especies bien conocidas como los borg, los klingon o los tribbles (que de repente evolucionan, crecen de tamaño y tienen dientes). Y como toda tripulación trekkie que se precie, tendrán su propia visita al Universo Espejo, cruzándose con versiones malvadas de Chakotay y Janeway.
Zero llega a tener un cuerpo, pues durante la visita al planeta Ovidia IV se encuentra con otros medusanos que le ofrecen la posiblidad de tener uno y disfrutar de los sentidos. Pero su felicidad inicial se diluye al enterarse que se irá progresivamente degradando en caso de abandonar el planeta. Aun así y en conmovedora decisión, opta por seguir con sus amigos y, en efecto, terminará perdiendo su cuerpo y regresando a un envase metálico, aunque en versión mejorada con percepción sensorial.
En cuanto a Gwyn, se separa del resto al comenzar la temporada para viajar al planeta Solum con la idea de evitar la guerra civil que conducirá en el futuro al envilecimiento de su padre y a los sucesos ya conocidos. También de su parte hay renunciamiento personal, pues ello podría borrarla de la existencia.
Pero así como Ilthuran fue el villano de la primera temporada, en la segunda lo es su agente Asencia, quien ha viajado desde el futuro para crear un clima adverso contra Gwyn difundiendo falsamente que persigue un futuro de caos y destrucción. Ello hace que esta sea perseguida y, después de un encuentro con la versión pasada y benévola de su padre, logre escapar milagrosamente de Solum y regresar con sus amigos.
Asencia, además, captura a Wesley Crusher y, drenándole la mente, obtiene los conocimientos necesarios para manipular el tiempo y construir una flota de guerra en un tiempo que para sus adversarios son solo minutos, además de abrir agujeros de gusano a los fines de un inminente y destructivo ataque.
Casi lo logra, pero Ilthuran ayuda a la Flota a frustrar sus planes y los dispositivos temporales que ha estado construyendo terminan utilizados para regresar la Protostar al pasado y al lugar en que fue encontrada, lo cual reconstituye la línea de tiempo y detiene una incursión interdimensional de El Telar, la especie devorada de universos residuales. Y la guerra civil ya no va a producirse, pues ahora Ilthuran es un gobernante benévolo y los sucesos que habían llevado a la misma nunca ocurrirán al no estar Chakotay en el Cuadrante Delta.
En emotivo final, los jóvenes regresan a la Academia y Janeway opta por retirarse al campo en lo que define como “jubilación anticipada”, pero Chakotay irá en su búsqueda para requerirla nuevamente al iniciarse un ataque de sintéticos en Marte, lo cual conecta con la primera temporada de Star Trek: Picard.
A Dal y los suyos, en compensación por sus servicios, se les asigna una nueva nave que es versión mejorada de la Protostar y cuyo nombre es Star Trek: Prodigy. Como alféreces, estarán bajo supervisión remota de Janeway, pero a la vez Dal considera que es justo resignar su silla de “capitán” en favor de Gwyndala…
En Conclusión
Como he manifestado al principio, Star Trek: Prodigy es una auténtica maravilla y, vista la segunda temporada, no podemos menos que agradecer que haya sido salvada por Netflix o definitivamente nos hubiéramos perdido algo. Rebosa de épica y argumentos inteligentes, al tiempo que divierte, entretiene y fundamentalmente emociona.
Los fans de la franquicia la encontrarán leal al canon como pocas, pues se acaba conectando con casi todo el universo trekkie y especialmente con Star Trek: Voyager (de la cual es en cierto punto continuación) y, de modo más indirecto, con Star Trek: Picard. Pero a la vez abre la posibilidad de que se sume un público menor en edad que nunca haya oído mencionar nada de eso.
¿Habrá tercera temporada? Pues la historia está básicamente concluida, pero la tripulación de Dal ha recibido una nave que lleva el nombre de la serie y Crusher (quien sabe lo que el futuro depara) les ha dicho que su mayor aventura “aún no ha ocurrido”, lo cual nos hace abrigar esperanzas e incluso los productores dejaron deslizar la posibilidad de una película que, de hacerse, sería la primera animada en la franquicia.
Ojalá se hagan ambas cosas, pero aun si así no fuera, no podemos menos que estar agradecidos con lo que nos han dado y sabemos que una vez entras en este maravilloso universo, ya no sales del mismo, así que no hay duda de que volveremos a saber de estos personajes en algún otro producto o formato. Lo merecen…
Hasta la próxima y sean felices. Larga vida y prosperidad…