Bueno, por fin llegamos. Aquí está el episodio final de esta onceava temporada de Expediente X que tenía la difícil tarea de tejer todos los hilos sueltos de esa ‘miniserie’ dentro de la propia serie (como la ha llamado Chris Carter) que empezó con el 10×01: Mi Lucha y que junto a sus otras tres partes y al esencial 11×05: Ghouli forma un quinteto autónomo de episodios que prometían actualizar la mitología y resolver el misterio, macerado durante 18 largos años, de William y su destino. ¿Ha conseguido hacerlo? Obviamente, no.
Cualquiera que tuviese dos dedos de frente sabía que era imposible que Carter terminase la serie de una manera satisfactoria en 43 minutos y las predicciones iban bien encaminadas porque sin ser un mal capítulo en sí, puedo afirmar sin reservas que Mi Lucha IV es uno de los finales menos inspirados, más apresurados, incoherentes e incluso insultantes en ciertos aspectos (Skinner…) que hemos podido ver en la televisión moderna. Ver este capítulo equivale a contemplar como Chris Carter tira de forma indecorosa años y años de mitología por la ventana, destruyendo de un plumazo caracterizaciones y historias que hicieron de la serie original algo especial y que parece que ahora simplemente incomodan.
Pero es que la cosa no queda ahí, este final de temporada no es ni siquiera coherente con la trama del virus espartano introducido en el propio revival, que se olvida en cierto punto y jamás se vuelve a retomar, dejando pocas dudas sobre la frágil base sobre la que se sustenta esta nueva (y floja) mitología. Lo siento mucho por aquel que esperase encontrar respuestas sobre los colonizadores, el sindicato, los supersoldados o el propio William en este capítulo porque si no quedaba claro ya, Carter no solo no piensa responder a ninguna de las preguntas pendientes que nos dejó la etapa original, sino que apenas parece interesado en responder a algunas de las planteadas en esta nueva. Pero no nos adelantemos y veamos que nos ofrece este capítulo. Huelga decir que, si seguís leyendo, cuidado porque hay Spoilers.
MI LUCHA LLEGA A SU FIN
¿Os acordáis de esos largos planos de coches acelerando por la autopista y de ese Mulder en plan Jason Bourne que nos ofrecía Mi Lucha III, todo pintado con una pátina a lo Michael Bay de baratillo? Pues todo eso ha vuelto, si bien menos pronunciado, en un capítulo cuya trama principal es tan simple que se puede resumir en una frase corta: Mulder, Scully y todo el mundo persigue a William. Pero no os dejéis engañar por mi tono acido, a nivel técnico estamos hablando de un episodio muy decente, lo cierto es que podría hablaos de sus muchas bondades, la banda sonora con temas rescatados de la segunda película, las localizaciones muy bien elegidas y los esporádicos pero bien implementados efectos especiales, pero la verdad es que me parece hasta frívolo mencionar tales detalles en un capítulo tan importante, tan crucial en su aspecto narrativo y que podría no solo ser el último de la temporada sino de la serie al completo.
No sé, quizá la culpa sea mía por esperar algo de un Chris Carter que nos ha demostrado ya en tres ocasiones anteriores que está en muy baja forma, quizá no debería de haber esperado nada pero a riesgo de sonar cursi, yo quería creer, quería creer que sabiendo que Anderson no volverá y que esto es el fin de la serie tal y como la conocemos lo daría todo para ofrecernos algo, desde luego algo más que lo que ha acabado siendo básicamente una caza humana en la que tenemos acción, disparos, muchas muertes y un desenlace más o menos satisfactorio seguido de un cliffhanger que homenajea a la primera temporada de la serie. Lo cierto es que no hay mucho más, y ese es precisamente el problema, decir que este episodio constituye una conclusión apresurada es quedarse corto.
La cantidad de cabos que deja sueltos es increíble: ¿Por qué se molesta Kersh en cerrar los Expedientes X OTRA VEZ?, ¿Por qué ayuda Reyes a nuestros protagonistas?, ¿Les está ayudando de verdad teniendo en cuenta que manda a Mulder a una muerte casi segura que al final no le ayuda a encontrar a William?, ¿Qué pasa con el virus alienígena?, ¿Por qué no iba el fumador a utilizarlo si William y Scully son inmunes y el ya tiene la cura?, ¿Qué pinta Ted O’Malley?, ¿A que viene todo el rollo de internet si no hay virus y además la serie probablemente no va a continuar?, ¿Está viva Reyes, o Skinner, o el fumador (el tío sobrevivió a un misil en la cara así que no me fio)?, ¿Cómo se ha podido quedar Scully embarazada?, ¿Por el ADN alienígena?, ¿Qué pasa con los alienígenas, son buenos o malos o no se deciden? Y, sobre todo, la pregunta que llevábamos haciéndonos 20 años ¿POR QUÉ ES WILLIAM ESPECIAL?, ¿QUÉ QUIEREN TODOS DE EL? Me parece increíble hasta el extremo que después de tantos años, tanto tiempo y esfuerzo invertidos en este personaje al final acabe así, como un mutante más con poderes a lo Carrie que ya no importa a Mulder y Scully porque bueno, en el fondo pues no era su hijo, pero ahora ya tienen otro en camino así que todo está bien.
CONCLUSIONES FINALES
Decir que la serie se ha convertido en una parodia de si misma en contenido y forma, al menos en lo que se refiere a la mitología, no es baladí. El maravilloso 11X04: El Perdido Arte del Sudor en la Frente ya tocaba en clave de humor y con un discurso muy metalingüístico el tema del anacronismo de un Expediente X que se iba quedando como una reliquia de una época muy diferente y, aunque se ha intentado modernizar, es casi imposible reconocerlo detrás de esas inverosímiles escenas de acción, con un Mulder que más bien parece John Wick y una Scully capaz de apartar a William, el hijo que lleva buscando 17 años, de un plumazo con la excusa de que ‘era un experimento y yo solo lo lleve dentro un tiempo, nada más’.
¿Y que decir de la irrisoria muerte (aparente) de Walter Skinner? Un personaje icónico que ha sido uno de los pilares fundamentales de Expediente X durante años y que podría ver acabado su recorrido aplastado sin ceremonia alguna bajo las ruedas de un coche, después de realizar un sacrificio completamente innecesario. Si tuviera que decir algo bueno sobre este episodio sería que al menos proporciona un cierre, uno apresurado e insatisfactorio en muchos sentidos, pero un cierre al fin y al cabo. Al igual que en la temporada 8 nuestros protagonistas acaban juntos y con un hijo en camino, y la verdad es que no se si quiero que la cosa quede así o que vuelva para que Carter pueda reusar tramas otra vez y que tengamos un William 2.0.
En fin, nada nueva bajo el sol. La mitología lleva décadas (literales) siendo un batiburrillo y como fan no se si sentirme indignado o aliviado de que su creador haya decidido darle por fin una muerte piadosa. La verdad es que parece un chiste de mal gusto, pero al menos este final de temporada deja a nuestros personajes en una buena posición y crea una tabula rasa para dejar paso a nuevas historias si llegasen a volver. Es una pena que tengamos que tener un final tan flojo en una temporada que daba visos de estar recuperando la magia en algunos de sus capítulos, pero en aras de la verdad, Expediente X siempre ha estado así, a merced de los deseos de un creador bastante irregular que nunca ha sabido rematar del todo con tino, así que visto lo visto esta conclusión no está tan mal. O eso quiero creer.
Hasta siempre, Expediente X. No sé si volverás algún día, pero sea como fuere, ya nunca será lo mismo.
Un saludo y sed muy felices.