Vale, espero que hayáis descansado la cabecita esta semana, por que vamos a analizar el sexto capítulo de Predicador, y hay mucho que rascar. Si no os enteráis de que va, es por que no habéis visto los otros capítulos, podéis ver como están las cosas en esta sección.
¿Recordáis que el capitulo anterior acababa con los “ángeles” hablando con Jesse? Pues por aquí empezamos, y se empiezan a aclarar muchas cosas. Lo que Jesse Custer tiene dentro se llama Génesis. Génesis es el resultado de la unión física y amorosa de un ángel y un demonio, y también la criatura más poderosa de la creación. Tras haberle aclarado esto al Predicador, los dos “ángeles” se van a pegarle a una mujer.
La mujer esta dándoles pa’l pelo a Jesse y a uno de los ángeles cuando otro le pega un tiro por detrás. Pero ya sabemos que las criaturas del cielo rara vez se detienen por algo tan tonto como la muerte, y la mujer vuelve. Pero no es una mujer corriente, es un Serafín. Un súper ángel, que además sabe donde están los dos raros y el Predicador. Pues sí, van al hotel donde han estado alojándose y que da nombre al capítulo: el Sundowner. La mujer-ángel les vuelve a dar una santa paliza. Pero como son ángeles, pueden regenerarse, y tanto los raros como la mujer vuelven a la vida. Y allí se quedan, matándose los unos a los otros.
Al cabo de un rato, Cassidy se une a la fiesta. No sabe lo que esta pasando, pero ya sabéis, le gusta divertirse. Entre los cuatro descuartizan a la mujer y tienen una charla poco explicativa. No saben como Génesis se escapó de su cautiverio ni por qué está en el cuerpo del Predicador. Lo que si sabemos es que a Jesse no le disgusta estar poseído y que, por el momento, prefiere quedarse así.
En casa de la camarera, Tulip arrambla con una figurita que le hizo su hija, pero luego se arrepiente y decide arreglarsela. Parece que van a acabar llevándose bien a pesar de que se peleen por el amor de Jesse. Verlas intentar mantener una conversación cordial es más incómodo que el momento de muerte y destrucción del principio.
En una conversación en calzoncillos, ensangrentados, delante de una lavadora y con una cerveza, Cassidy y el Predicador se sinceran, mas o menos, el uno con el otro. Y nos queda una cosa clara: Jesse Custer no quiere deshacerse de Génesis. Hasta el propio Cassidy, vestido de vietcom, intenta convencer al Predicador de que puede que sea mala idea tener al ser más poderoso del universo en tu cuerpo. También le da por colocar un altavoz, y eso no parece muy buena idea.
Y hablando de confesiones, Tulip y la camarera se han hecho muy buenas amigas... y resulta que Tulip fué mamá una vez, o al menos eso dice ella. El caso es que, en su cruzada de la amistad, van a comprar cosas para el evento de la iglesia, que se ha vuelto muy popular. Tulip haciendo recados tampoco parece muy normal.
Aún más cosas que no parecen muy normales: Eugene. El hijo del Sheriff está teniendo un día de lo más anormal, unos chicos de clase le han saludado, se han sentado a comer con él y le han invitado a ir con ellos en bici y tirar petardos. No se que hizo Eugene para acabar pegándose un tiro, pero me inspira mucha ternura y pensar en lo que le puede estar a punto de pasar…
El alcalde está bastante perdido moralmente despues de ver a Odín cargarse a los inversores ecologistas, y el Predicador ya tiene bastantes cosas en la cabeza como para atenderle, sobre todo cuando su ex novia se ha vuelto devota de golpe y porrazo. O no tanto, por que parece que Cassidy si se ha enamorado realmente de ella y Tulip no tiene ningún problema en romperle el corazón.
Y, efectivamente, algo malo al pobre Eugene, que va directo a parar al infierno. De forma literal.
¿Que mas cosas horribles me va a hacer pasar esta serie la semana que viene?
