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Análisis de Sweet Tooth (El Niño Ciervo). Temporada 2, en Netflix

Sweet Tooth (El Niño Ciervo) nos entrega en Netflix una segunda temporada que, manteniendo algunos problemas de la primera, avanza más claramente en el desarrollo de los personajes y el enfoque ético de la serie.

Casi dos años han pasado de nuestro análisis de la primera temporada de Sweet Tooth (El Niño Ciervo), serie de Netflix que, creada por Jim Mickle, adapta el cómic homónimo de Jeff Lemire a formato algo más familiar y menos oscuro. Pido disculpas por la demora, pero estrenos y series que analizo regularmente me han tenido a maltraer y, más tarde o más temprano, aquí estamos para analizar la segunda.

De Refugio a Laboratorio

Vistos los ocho episodios que componen esta segunda temporada, la primera gran diferencia es la pérdida del sentido de viaje. De hecho, la dupla que fuera corazón de la historia (o trío, si sumamos a Becky) está separada y recién se vuelven a reunir hacia los últimos tres episodios. Ello redunda en una temporada más fragmentada, pero que permite conocer más en profundidad a los personajes y su pasado, indisolublemente ligado al virus mortal que ha diezmado a la mayor parte de la humanidad.

Recordemos que al final de la primera temporada los Últimos Hombres capturaban a Gus y le disparaban a Jepperd (o Grandote).  Ahora vemos que el primero es llevado al zoo de Essex, alguna vez refugio de Aimee Eden para híbridos, pero ahora tomado y reconvertido por el general Abbot en laboratorio para experimentar con ellos a la búsqueda de una cura contra el virus.

En el cautiverio, Gus toma conciencia de la existencia de otros como él y traba especial amistad con Wendy, niña-cerdo que parece oficiar como líder entre el resto.

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Nuevas Alianzas

Jepp, en tanto, es auxiliado por la propia Aimee que, desde afuera, está urdiendo un plan para rescatar a los niños. Aprovechando su conocimiento del lugar, intentan infiltrarse haciéndose pasar por Últimos Hombres, a lo cual ayuda la marca identificatoria que Jepp lleva en el pecho por haber sido en el pasado parte de ellos. El intento se complica y deben huir con las manos vacías pero Jepp logra hacerle llegar a Gus su perro de peluche para que sepa que está vivo.

Becky (u Osa), la ex líder del Ejército Animal, ha logrado llegar hasta la casa de “Birdie” (es decir la “madre” de Gus) y si bien no la encuentra, consigue al menos establecer contacto telefónico y que le ponga al tanto de la existencia de una cinta en casete con un mensaje importante para Gus.

Uniéndose a un grupo de sobrevivientes nómades , traba amistad con un joven llamado Jordan. La cosa se pone incómoda cuando él manifiesta intención de unirse a Los Últimos Hombres para vengar la muerte de sus padres por parte del Ejército Animal.

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Sin decir palabra sobre su pasado, Becky le acompaña a enrolarse y acaba revelando su verdadero bando cuando la milicia captura a Tigresa, niña con la cual en su momento tuviera conflicto y que la terminara desplazando de su liderazgo en el Ejército Animal.

A pesar de sus diferencias, Becky termina salvándole la vida y reconciliándose con ella pero, al igual que con Jepp en su momento, se niega a matar a Jordan y tampoco permite que Tigresa lo haga.

Conejillos de Indias

Decíamos que en esta temporada hay menos viaje y ello se debe, en buena medida, a que Gus y el resto de los híbridos se hallan la mayor parte de la misma en confinamiento. Desconocen la finalidad de ello, pero durante un fallido intento de fuga, Gus y Wendy cobran conciencia cuando en un recipiente descubren tristemente sin vida el cuerpo de Roy, niño-camaleón.

Detrás de los experimentos está, por supuesto, el general Abbot, villano por excelencia de la temporada y líder de Los Últimos Hombres. Está empecinado en hallar una cura que pretende monopolizar para convertirse en líder de las Tres Tribus y montar Evergreen, una especie de santuario para los humanos.

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A tal fin, mantiene prácticamente cautivo al científico Adi Singh, cuya esposa Rani está infectada y en situación de rehén hasta que él logre dar con la cura.

El Origen

A través de flashbacks, filmaciones rescatadas y alguna experiencia hipnótica alucinatoria a la que Singh somete a Gus, vamos conociendo el origen del virus y nos enteramos que todo nació a partir de un proyecto llamado Midnight Sun (Sol de Medianoche), que pretendía detener el envejecimiento humano. Gillian Washington, cerebro impulsor, era bisnieta de James Thacker, explorador del Ártico que en 1911 diera con una población que no envejecía y vivía mucho más allá de los cien años.

Habiendo encontrado en una cueva de Alaska el barco de su bisabuelo y los microbios generadores de tal portento, Gillian montó un proyecto para probarlos en humanos y contrató a tal fin a la genetista Gertrude Miller, “Birdie” digamos…

Experimentando con pollos e inoculando óvulos, las pruebas arrojaron por un lado el nacimiento de Gus y por otro el virus mortal que contagió justamente a Gillian. Ello le convierte a él en el primer híbrido y a ella en la paciente cero…

Las autoridades hicieron abortar el proyecto y destruir todo lo vinculado al mismo, lo que incluía a Gus, pero la doctora Miller no lo pudo soportar y dio instrucciones a su colega Richard para que escondiera al niño en una cabaña apartada. Desde ese momento, ambos se convirtieron en sus “padres adoptivos”, pero ella ya no tuvo contacto y aunque se juramentó encontrarlo, las cacerías de híbridos hicieron que ir en su búsqueda fuera riesgoso para él, así que acabó por trasladarse bien lejos: Alaska…

Operación Rescate

Jepp y Aimee acaban pidiendo ayuda a un grupo de mercenarios que, moviéndose en antiguos aviones de fumigación, se hacen llamar Señores del Aire. A Jepp no le gusta la idea de recurrir a ellos, pero se termina negociando al prometerles el eventual botín de guerra obtenido en el rescate de los niños.  Acaban aceptando al saber que los de Abbot tienen un tanque de guerra…

Jepp necesita sincerarse y le cuenta a Aimee de su pasado al servicio de Los Últimos Hombres. Poco importa que lo haya hecho para dar con un hijo suyo al que, por su condición de híbrido, rechazó al nacer y después se arrepintió: el que haya sido un cazador de híbridos es suficiente para que Aimee no quiera saber nada con él y le deje en tierra al momento de despegar los aviones con destino a Essex.

Jepp se las apaña, de todas maneras, para hacerse con un vehículo y llegar. Gracias a a su ayuda y a la operación de distracción montada por los Señores del Aire, logran rescatar a los niños. Y gracias también al aporte del Ejército Animal, ahora que Tigresa se ha reconciliado con Becky, de quien, entre tanto reencuentro, nos enteramos que Wendy es su hermana perdida.

Yellowstone

Escapando de los Últimos Hombres, se dirigen al hogar de Gus: Yellowstone.  Gracias a la cinta dejada por su madre, el niño se entera que ella se ha ido a Alaska en busca de respuestas y si bien ha renunciado a encontrarlo, lo ha hecho para protegerlo.

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La mala noticia es que Aimee se ha contagiado el virus, por lo que encomienda a Becky que tome la posta en cuidar a los niños cuando ella no esté.  Se niega, por otra parte, a utilizar la cura por saber que fue preparada merced a la muerte de Roy.

Más malas noticias: un mensaje radial de Tigresa revela involuntariamente la ubicación del grupo y ahora las fuerzas de Abbot se dirigen hacia Yellowstone, previa masacre del Ejército Animal en el zoo. Lo bueno es que Tigresa, ya moribunda, logra ponerles al tanto y pueden preparse para recibirlos…

Mientras el general Abbot vuela hacia allí junto a su hermano Johnny, se muestra sorprendido de que las manadas de búfalos vuelvan a pastar las praderas, pero Johnny se siente mortificado por ser parte de la masacre que han dejado atrás y de la que se viene. Nos enteramos que han sufrido abuso en su infancia hasta que Doug (el general) mató a su padre.

Ya en Yellowstone, Johnny se rebela y no quiere participar de una nueva matanza.  Intenta matar a su hermano, pero todo termina al revés y es este quien le mata por la espalda.

En lo que parece una versión de Solo en Casa pero en el bosque, Jepp, Gus y Becky montan una serie de trampas y entre los tres dan cuenta de la mayoría de los hombres de Abbot, quien justamente es molido a golpes por Jepp, pero alcanza a herirlo y va por Aimee. Cuando la atrapa, esta le enseña su dedo meñique y el temblor es señal inequívoca de que está contagiada. La sorpresa y el estupor de Abbot, son aprovechados por ella para clavarle una jeringa al cuello.

El final del villano, de todas formas, llega instantes después al ser arrollado por una manada de búfalos. Parece un deus ex machina pero adquiere sentido a la luz de lo que que había visto desde el avión y además todo indica que las bestias fueron convocadas por el propio Gus, lo que revela cierto poder o conexión con la naturaleza que hasta el momento le desconocíamos. No obstante ello y en un último estertor, Abbot logra herirlo con una flecha.

Sueños de Alaska

La siguiente imagen nos engaña un poco, pues vemos a híbridos y humanos participar de un funeral que da toda la impresión de ser el de Gus, pero es el de Aimee, en escena verdaderamente emotiva. Gus, por el contrario, se repone bien, lo cual sigue confirmando que no es un niño común, pero en el sueño de su convalecencia ha visto a su madre en Alaska y ese pasa entonces a ser es el nuevo destino del grupo en una tercera temporada en la que, según parece, volvemos a viajar.

Pero no son los únicos. Singh, a quien le ha fallado la cura, está obsesionado con Gus por creer que en él está la solución y también se ha enterado lo de Alaska.  Lo mismo Zhang, una de las tres líderes que se habían reunido con Abbot y que pinta para villana de la próxima temporada en su reemplazo.

Balance de Temporada

Decíamos en el análisis de la temporada anterior que la serie se aleja bastante del espíritu del cómic original al presentar una propuesta más luminosa, colorida y con una atmósfera menos expresionista y más optimista. En ese sentido, nada ha cambiado…

Sin embargo, hay un intento por acercarse a lo más oscuro y crudo del cómic, ya sea a través de un implícito planteo existencialista  o de una violencia algo más explícita aun cuando solo lo sea en sus resultados: no vemos al general Abbot masacrar al Ejército Animal, pero sí una montaña de cadáveres y no sé si no es peor. Tampoco vemos a Singh abrir a los niños híbridos que estudia, pero sí al niño-camaleón dentro de un recipiente o al pobre niño-cocodrilo con la cabeza abierta.

Lo curioso es que la serie no parece querer renunciar al público de más corta edad, lo cual se advierte en el cándido tratamiento que da a los híbridos y sus relaciones, más Disney que Netflix. Y allí reside el principal problema: la serie no termina de definir a qué público quiere apuntar, pues claramente las imágenes antes mencionadas no parecen adecuadas a un público infantil.

Aun así, esta segunda temporada da un importante paso adelante en el desarrollo de los personajes, siendo sin duda Jepp el más interesante en la medida en que el gran desempeño de Nonso Anozie nos transmite eficazmente cuanto le pasa por dentro con su pasado y sus culpas. Tuvo un hijo híbrido, pero lo rechazó y cuando se arrepintió era tarde; se unió a los Últimos Hombres para encontrarlo, pero al no poder hacerlo y sobre todo tras conocer a Gus, termina viendo en cada uno de los híbridos a su propio hijo.

Y si hablamos de grandes actuaciones, hay que destacar una vez más la del niño Christian Convery, pues es una pesada carga para un actor de trece años (once en la primera temporada) encarnar a alguien tan cargado de conflictos con respecto a su origen, así como de dudas y culpas que quedan evidentes cuando le toca mentir al resto de los híbridos sobre el destino de Roy.

Becky (Stefania LaVie Owen) también ha mostrado un gran crecimiento y su rol pinta más central en la tercera temporada ahora que Aimee (Dania Ramírez) ha partido y los híbridos han pasado a depender de ella .

Con los “villanos” tengo más reservas. El general Abbot (Neil Sandilands) nunca ha terminado de hacernos entender qué busca: está claro que quiere la cura para tener en un puño a los otros líderes y que su idea es ser la cabeza de un selecto santuario para pocos, pero pareciera solo búsqueda de poder por sí mismo y no se explotó la posibilidad de darle matices al personaje con sus abusos de infancia.  Además, es bastante torpe y dejó vivo dos veces a Jepp. Mucho más interesante me pareció Johnny (Marlon Williams)…

Otro al que no termino de descifrar es a Singh (Adeel Akhtar), cuya histriónica obsesión parecía tener que ver con su esposa, pero cuando esta acabó por marcharse al saber lo que hacían con los híbridos, su actitud no cambió. Así como lo de Abbot pareciera búsqueda de poder sin más, lo suyo parece simple testarudez por no rendirse o, a lo sumo, obsesión científica.

Hay personajes secundarios que tampoco han sido bien explotados. Jordan (George Ferrier) pintaba importante y desapareció sin pena ni gloria. La señora Zhang (Rosalind Chao) da toda la impresión de ser el gran villano de la tercera temporada, pero no es que la hayamos conocido tanto como para que eso nos genere algo.

Igual de difusas algunas cuestiones científicas, como las flores moradas: aun no se entiende su lugar en la historia y lo mismo las hemos visto funcionar como alucinógeno hipnótico que para bombardeos.

Tampoco queda claro por qué iba a desarrollarse específicamente un niño con cornamenta de ciervo ni el criterio con el cual los híbridos que nacen se asemejan a uno u otro animal. Quizás los microbios sean una especie de resumen de todos los ADN de la naturaleza, pero mientras no lo sepamos parece simple azar. En el cómic no importaba mucho, pero la serie da más lugar a la cuestión científica y como tal debería explicarlo; ojalá lo haga…

Esta segunda temporada plantea un dilema ético que toma como ejes la culpa, la redención y la búsqueda de los seres queridos como lo único a qué aferrarnos en medio del apocalipsis. La culpa que siente Aimee al saber que la cura fue elaborada al costo de uno de sus niños híbridos es la misma que siente la esposa de Singh al saber de la existencia de los mismos. Ambas aceptan el propio destino antes que salvarse con la desgracia de otros y, al hacerlo, llevan a reflexionar sobre cuáles son los límites a la hora de buscar la supervivencia…

No todos eligen el mismo camino y los hermanos Abbot lo demuestran: el abuso infantil puede convertirte en un monstruo o no y está en cada uno de nosotros el decidir serlo más allá de nuestro pasado. Me viene a la cabeza ese excelente cómic de Alan Moore que fue La Broma Asesina y que planteaba algo parecido al contrastar los caminos elegidos en circunstancias similares por el Joker y el comisionado Gordon. No son los hechos los que nos convierten en monstruos, sino nuestra forma de afrontarlos

La tercera temporada será la última y siempre es buena noticia que una serie tenga su cierre. Por lo pronto, volvemos a viajar: en este caso a Alaska y en medio de un conflicto a tres puntas que incluye a Zhang y a Singh, quien ahora parece actuar en soledad y guiado solo por su obsesión.

En el balance final, esta segunda temporada ha estado medio escalón por encima de la anterior y ojalá el rumbo se vea confirmado en la última que, llegue cuando llegue, estaremos aquí para analizarla.

Gracias por leer y por la paciencia de esperar. Hasta pronto y sean felices…

Rodolfo Del Bene
Rodolfo Del Bene
Soy profesor de historia graduado en la Universidad Nacional de La Plata. Entusiasta del cine, los cómics, la literatura, las series, la ciencia ficción y demás cosas que ayuden a mantener mi cerebro lo suficientemente alienado y trastornado.
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