Cráter es una propuesta de ciencia ficción para toda la familia que, con dirección de Kyle Patrick Álvarez y producción de Shawn Levy (Stranger Things, Noche en el Museo), ha arribado a Disney+. ¿Cumple con su cometido? Te damos nuestro parecer…
Siempre me fascinaron las historias sobre la Luna. De hecho y si nos ponemos rigurosos, el cine casi nació con una de ellas. Es por eso que cada vez que aparece una nueva, me arrojo de cabeza aun a riesgo de caer sobre una piscina vacía con gravedad terrestre. No sé si es para tanto el caso de Cráter, película de Kyle Patrick Alvarez que Disney+ acaba de estrenar en su plataforma, pero mejor veamos de qué va…
Promesa Lunar
El año es 2257 y la historia transcurre en una base minera de la Luna teniendo como protagonista a Caleb (Isaiah Russell-Bailey), adolescente cuyo padre, justamente, acaba de fallecer trabajando en las minas, lo cual le deja completamente huérfano por haber perdido ya de pequeño a su madre. La cuestión es que el contrato laboral establecía que de ocurrir ello, el muchacho fuera trasladado a Omega, lejana colonia que viene cobrando impulso y a la que demanda setenta y cinco años llegar.
Ir allí es precisamente el sueño de todos los mineros, pues la colonia lunar ha quedado prácticamente reducida a pueblo fantasma al caer en saco roto los planes de colonización debido al nuevo mundo descubierto. Pero los boletos solo son accesibles para unos pocos y quienes trabajan casi como esclavos en la Luna lo hacen con la esperanza de llegar a adquirirlos, aunque la realidad es que la mayoría mueren antes de ello y, para colmo de males, legan todas sus deudas a sus hijos.
Caleb no quiere ir a Omega por más que esa fuera la voluntad paterna. Por un lado, el largo viaje en estado criogénico le alejará para siempre de sus amigos, que ya estarán muertos o bien ancianos para cuando llegue a destino. Por otro lado, prometió a su padre visitar un cráter al que este siempre iba con su madre y si quiere cumplir tal voluntad, cuenta con solo setenta y dos horas antes de que su viaje parta.
Aprovechando que la atención en el domo está puesta en el estado de alerta por una inminente lluvia de meteoritos, Caleb se pone de acuerdo con sus amigos Dylan (Billy Barratt), Marcus (Thomas Boyce) y Borney (Orson Hong) para robar un vehículo y llegar hasta el cráter, lo cual les implica un día de camino. A tal fin, suman a Addison (Mckenna Grace), una niña que, a diferencia de ellos, ha nacido en la Tierra y, por la posición de su padre, tiene acceso a los códigos para salir del hangar.
No quiero contar más, pero el viaje, por supuesto, estará lleno de contratiempos, en la mayoría de los cuales los protagonistas caerán más por imprudencia adolescente que por otra cosa. El oxígeno, de hecho, o mejor dicho su ausencia, se convertirá en uno de esos contratiempos y, como es dable suponer, uno bastante gordo…
Espíritu Ochentero
Mientras veía la película, pensaba que ha casi desaparecido del cine la ciencia ficción familiar, aquella de filmes como Nuestros Maravillosos Aliados, Cortocircuito o, ni qué decirlo, E. T. (mea culpa: no tenemos en la web retro-análisis de ninguna de ellas, cosa que debemos subsanar). Disney rescata, a través de Cráter, mucho de aquel espíritu.
Y ya que hablamos de los ochenta, también son claras referencias Cuenta Conmigo (Rob Reiner, 1986) o Los Goonies (Richard Donner, 1985), solo que en clave lunar y con la particularidad de que, a diferencia de los adolescentes que protagonizaban dichos filmes, estos no tienen idea de qué buscan: los amigos de Caleb solo saben que este quiere ir al cráter porque así se lo prometió a su padre y están dispuestos a arriesgarlo todo por acompañarlo.
Ojo: no sueñen con que el grupo tenga la química interna que tenían los de esas películas; se advierte una carencia por falta de desarrollo de los personajes que no permite conocer bien su pasado. El de Caleb es el que mejor conocemos y a ello ayudan los flashbacks en que le vemos hablar con su padre Michael (Scott Mescudi).
Del de Addison sabemos algo de propia boca, como que sus padres están separados habiendo marchado una hacia Omega y el otro hacia la Luna. De los demás poco y nada, salvo algún dato perdido como que Marcus toma pastillas por problemas cardíacos relacionados con la baja gravedad.
Amistad y Lucha de Clases
El guion de John Griffin presenta algunas debilidades: los adultos desaparecen por completo después del inicio y recién volvemos a saber de ellos (en circunstancias muy especiales) al final. Es cierto que en las historias espaciales el medio suele ser lo suficientemente peligroso como para prescindir de villanos o enemigos, pero en este caso se nos presenta de inicio un antagonismo que se desdibuja rápidamente. El hallazgo del cráter, de igual modo, deja muchas preguntas sin respuesta sobre las que no quiero ahondar para no revelar la trama o lo que allí encuentran.
El filme tiene una bella fotografía y una correcta factura técnica, estando el paisaje lunar muy bien logrado, aunque abundan las incongruencias de carácter científico que ya son casi moneda corriente: no se entiende por qué la gravedad es normal y de tipo terrestre dentro del domo o incluso en el propio vehículo, pero no así cuando se hallan expuestos al medio; alguien pareciera creer que la baja gravedad es consecuencia de la falta de aire.
Los vehículos lunares que levantan polvo ya son también para esta altura un clásico cuando la realidad es que la Luna carece de un medio aéreo para que el mismo se mantenga en suspensión: hasta en Ad Astra cometieron ese error, pues pareciera que la marcha de un vehículo no es creíble si no levanta polvareda.
También podemos hablar de la lluvia de meteoritos, que parece más bien granizo y solo deja en la superficie lunar pequeños hoyos mientras se oyen sonidos (?) como de bombardeo.
De cualquier forma, hay que dejar en claro que esta es una película dirigida a un público infantil o preadolescente y, como tal, habrá que desviar un poco la vista de esas cosas. En todo caso, puede decirse que faltan más ingredientes para mantener prendido a un público más adulto, lo que abundaba en aquellas películas de los ochenta.
Pero, paradójicamente, hay un crítica social bastante fuerte que no captarán los más pequeños y que sorprende en Disney, históricamente acusada (con razón o sin ella) de promover en los niños valores conservadores de conformismo social. Aquí se nos presenta una sociedad bien escindida, donde el bienestar está reservado a los ricos y el trabajo de explotación a los pobres. Que Disney se ha ido volviendo políticamente correcto es algo ya sabido e incluso en este mismo filme el grupo infantil es bien diverso, pero el mensaje social y la lucha de clases sí que son novedad.
El otro punto a destacar es el final, pues un cierre puede a veces hundir lo que venía bien o, como en este caso, salvar lo que venía regular. Obviamente no contaré en qué consiste, pero es menos rosa de lo que esperaba y, de hecho, no es lo que esperaba. Es más un final del tipo Cuenta Conmigo que Los Goonies y reivindica el valor de la amistad, pues para estos adolescentes el viaje al cráter (como el de aquellos que buscaban el cuerpo de un niño asesinado), es su última aventura juntos y allí radica su valor: al ver el final, nos cambia la perspectiva sobre mucho de lo visto antes.
Las actuaciones están bien, más allá de que algún personaje, como Borney, resulte algo insufrible y empalagoso. Si hay que destacar un par, son sin duda los dos principales, tanto Isaiah Russell-Bailey como Mckenna Grace, cuyo rostro posiblemente les resulte conocido pues con solo dieciséis años ya tiene un profuso currículum con filmes como Yo Tonya o Independence Day: Contraataque, o bien series como Sucesor Designado o El Cuento de la Criada que, incluso, le valió un premio Emmy.
Por último, caben mencionar los homenajes a la serie lunar por excelencia, que es Espacio 1999 (Cosmos 1999 para América Latina): tanto los vehículos como los trajes remiten mucho a ella e inclusive se hace referencia a un proyecto llamado Alpha, exactamente como la base lunar de aquella serie a la que este redactor ha incluido en su lista de las más infravaloradas dentro de la ciencia ficción. ¿Cómo? ¿Que no han leído el listado? Pues no sé a qué esperan: aquí les dejo link.
Balance Final
Cráter es una historia de ciencia ficción infantil y preadolescente de las que ya no hay. Aun con sus problemas de guion y sus inconsistencias, debe ser vista exactamente como eso sin buscarle la quinta pata al gato.
Es una historia de amistad que debe mucho a las viejas películas de los ochenta y que además tiene un final que emociona. Creo que es precisamente en ese punto y no en la trama que lleva al mismo en donde tiene sus mayores fortalezas, constituyendo en definitiva un producto potable para pasar un momento agradable en familia y no mucho más.
Y si teme que sus hijos recojan el mensaje social del filme, no se haga problema. Lo más probable es que les pase de costado, del mismo modo que los niños que veían las películas clásicas de Disney en los cincuenta y sesenta no estaban comprando valores de vida como muchos suponían. Propaganda del capitalismo, decían: tan absurdo como suponer que en este caso lo sea del socialismo. Les invaden el inconciente, dirá algún freudiano muy mecanicista. Cállate y disfruta, dirá alguien con buen criterio…
Cráter no es, desde ya, la mejor película que se haya hecho sobre la Luna, pero tampoco la peor. Decir eso sería cometer una magnánima injusticia con Pluto Nash, aun cuando Eddie Murphy afirme conocer a dos personas a las que les gustó.
Hasta la próxima y sean felices…