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Crítica de Dirty John: amor poco correspondido en Netflix.

Aunque se estrenó en EEUU el 25 de noviembre del año pasado, Netflix estrenó, con su astucia habitual, el 14 de febrero de 2019. Como para pensar en echarse novio (sobre todo novio) tras ver esta miniserie basada en hechos reales.

Debra Newell(Connie Briton) es una empresaria con tanto éxito en los negocios como fracasos matrimoniales que conoce a John Meehan (Eric Bana) por Internet. Anestesista, médico durante la Guerra de Irak, divertido, atractivo… lo tiene todo para cautivar a Debra, pero todo forma parte de una red de mentiras que desemboca en una tragedia impredecible…

Dirty John lo tenía todo para triunfar. El apoyo de Netflix, un reparto de excepción encabezado por Eric Bana (Hulk, Troya, Black Hawk Derribado…), Connie Britton (American Horror Story), Juno Temple (Vinyl), Julia Garner (Ozark) o la veterana Jean Smart; y una historia demencial basada en hechos reales.

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Y esa es la principal virtud de la miniserie. Que se tratan de hechos reales. Porque Dirty John cuenta con varios elementos que la hacen bastante poco creíble. Empezando por la protagonista y su familia, pijos estadounidenses que dejan a las mujeres de Big Little Lies como poligoneras. Las constantes idas y venidas de la protagonista con su ligue, el hecho de que la hija mayor guarde los bolsos en cajas fuertes… detalles que alejan al espectador de una trama que se presume angustiosa y que únicamente creemos porque, como bien aclaran al final de cada episodio… se basan en hechos reales.

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A lo largo de sus ocho episodios, Dirty John pretende centrarse en la personalidad psicopática de John Meehan, un timador que busca el delito no como medio, si no como fin; y en como una mujer adulta es capaz de caer en sus garras una y otra vez pese a todas las evidencias que cargan contra él.

Sin embargo, el guión no termina de cuajar porque la propia naturaleza de la historia radica en mostrar los hechos cronológicamente sin buscar más allá. Ni ahonda en el origen de la personalidad de John (más allá del típico y tópico trauma infantil asociado) ni busca inferir un mensaje general que se pueda extraer de la historia particular. Y eso que material tiene, dada la cantidad de aplicaciones de ligar por Internet y de familias desestructuradas por los divorcios.

Además, la guionista Alexandra Cunningham intenta dar bagaje a los personajes dedicando tiempo al pasado de cada uno de ellos. Doble error, porque siempre es mejor sugerir que mostrar detalladas y sobreexplicativas escenas; y porque en ningún momento dan la sensación de que ayudar a la trama. Más bien de ser minutos de rellenos para cubrir el cupo de ocho capítulos.

No cabe duda de que es una serie entretenida por la multitud de acontecimientos que se suceden uno tras otro, pero no sabe encontrar su tono. A veces angustioso, otras momentos puntuales de comedia o de ironía por el modo de vida de la familia Newell. Esto, añadido a su carácter elitista que roza lo paródico y al relleno mencionado anteriormente hace que sea una serie con una tremenda falta de garra y de nervio, imprescindible para una miniserie de estas características.

Eric Bana cumple como John Meehan. Al tratarse de un actor asociado a papeles de héroe recto, no sorprende verlo como galán, pero sí cuando aparece su lado oscuro, el timador con absoluta falta de empatía y con un importante problema de control de impulsos. Por el contrario, ninguna de las actrices consigue dar enjundia a sus personajes. Especialmente sangrante es el caso de Connie Britton, que solo es creíble desde el punto de vista físico, pero que no consigue transmitir el enamoramiento ni la angustia que generaría una situación tan extrema como la vivida durante la serie.

En definitiva, Dirty John es el típico producto Netflix. Es entretenida porque, en esencia, la trama es una sucesión de acontecimientos a cada cual más insospechado, con un reparto resultón que, en la práctica, fracasa (exceptuando a Eric Bana). Por lo demás, el guión se derrumba estrepitosamente por un enfoque que no va más allá de la exposición de los hechos relatados y de un relleno que solo provoca el alejamiento del espectador de todo lo que nos está contando.

Un saludo y sed felices!

Fernando Vílchez
Fernando Vílchez
Comecocos. Intento aprender como si viviera para siempre y vivir como si hoy fuera mi último día...con las cosas que me hacen feliz.
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