Basada en la famosa atracción de los parques de Disney, Jungle Cruise, dirigida por Jaume Collet-Serra y con Dwayne Johnson y Emily Blunt en los papeles protagónicos, constituye un entretenimiento con mayúsculas que vuelve a los viejos filmes de aventuras y que, por ahora, puede ser vista en salas o en Disney+, pero con coste adicional.
¿Eres de los que en los ochenta disfrutaban de aquellas películas de aventuras con aires retro en lugares exóticos? Entonces Jungle Cruise es para ti pues, al verla, es imposible no retrotraerse a ellas, así como a King Kong (1933), La Reina de África (1951) o La Momia (1999), e incluso a las novelas de viajes de Julio Verne, Emilio Salgari o H. Rider Haggard que a tantos nos formaron y encandilaron con ese espíritu de exploración que después tanto la literatura como el cine fueron perdiendo.
Quizás sea que, pandemia mediante, tanta reclusión y encierro nos han vuelto a despertar, por oposición, aquellas ganas de una aventura al aire libre, aunque más no sea a través del cine o el streaming. De hecho, la mayor parte de las películas antes mencionadas, en las que normalmente se buscaba en territorio salvaje algún objeto o talismán, solían estar ambientadas en un pasado que nos despertaba “añoranza” por una época seguramente no vivida en que el mundo era todavía un lugar para explorar, sorprenderse y perderse: no solo el cine de suspenso y el de terror fueron estropeados por tanto teléfono móvil y dispositivo de GPS…
Una Fórmula Clásica
Por lo común, esas películas funcionaban con una pareja que, discutidora e incompatible en un primer momento, terminaba decantando hacia una tensión sexual que podía ser más o menos evidente según los casos. Casi siempre se trataba de un hombre conocedor del lugar (explorador, capitán de barco, transportista, etc.) y una mujer ajena al mismo que, desconociendo los códigos locales, quería ir más rápido de lo que se podía.
Podemos hallar esa relación simbiótica en Humphrey Bogart y Katherine Hepburn (La Reina de África), Harrison Ford y Karen Allen (En Busca del Arca Perdida), otra vez Ford y Kate Capshaw (Indiana Jones y el Templo Maldito), Michael Douglas y Kathleen Turner (Tras el Corazón Verde, La Joya del Nilo), Richard Chamberlain y Sharon Stone (Las Minas del Rey Salomón, Allan Quatermain y la Ciudad Perdida del Oro), Brendan Fraser y Rachel Weisz (La Momia, La Momia regresa).
En este caso, la consabida pareja está formada por los siempre efectivos y carismáticos Dwayne Johnson y Emily Blunt que, aun cuando no pasen de un beso con burbujas bajo las aguas del Amazonas (esto es Disney, a no olvidarlo, y ya verán que tampoco es técnicamente un beso), forman una dupla con mucha química.
Recordemos que Jungle Cruise es el nombre de una de las principales atracciones de los parques de Disney y en ella se basa, justamente, este filme, del mismo modo que la franquicia Piratas del Caribe lo hacía en la suya homónima. Originalmente, la misma recrea un recorrido por ríos de diferentes continentes a bordo de una embarcación en la cual, con un guía, los visitantes navegan por entre fieras salvajes y temibles caníbales. El del Amazonas, en el cual se inspira este filme, es solo uno de los recorridos, por lo que descuento, habida cuenta de que el final promete secuela y franquicia, que los restantes ríos quedarán para producciones venideras: casi me jugaría por el Congo para la próxima…
Lágrimas de la Luna
“Toda leyenda se basa en una realidad” se nos dice al comienzo y vemos una expedición española del siglo XVI que, adentrándose en lo profundo del Amazonas al mando del adelantado Don Lope de Aguirre (Édgar Ramírez), toma conocimiento de la existencia de un árbol mítico al que los nativos locales llaman Lágrimas de la Luna y que da flores cuyos pétalos tienen la propiedad de curar cualquier mal o enfermedad.
No diré qué pasa con la expedición, de cuya suerte volvemos a saber más tarde, pero la historia nos traslada a la Londres de 1916 para presentarnos a los hermanos Houghton, quienes quieren utilizar el mapa de Aguirre para llegar al árbol milagroso y valerse de sus pétalos para terminar con las pestes que asolan a la humanidad.
Para ello, necesitan acceso a los archivos de la Royal Society y, en especial, a una punta de flecha allí guardada que tendría la clave para encontrar el árbol, pero al exponer el plan McGregor, menor de los hermanos (Jack Whitehall), solo genera rechazo en los miembros de la sociedad que, además de considerar al árbol como leyenda, no parecen entusiasmados con la idea de una humanidad sin enfermedades ni tan siquiera se conmueven ante la perspectiva de curar a los soldados británicos que, en las trincheras, están combatiendo contra Alemania en la Gran Guerra.
Lily, la hermana mayor (Emily Blunt), quien ya preveía la negativa, roba, de todos modos, la punta de flecha ganándole así de mano al príncipe Joachim (Jesse Plemons), aristócrata alemán que está allí de incógnito y que también tiene interés en las Lágrimas de la Luna.
Ya en el Amazonas, los hermanos se encuentran con Frank (Dwayne Johnson), un capitán de crucero destartalado que, en plan de guía y matizando con malos chistes, se gana la vida mostrando los peligros de la región a turistas ávidos de emociones exóticas, pero todo es un gran fraude y, tal como él mismo lo dice, “solo es una estafa si caes en ella”: supuestos caníbales son en realidad indígenas amigos con parte en las ganancias y muchos de los animales salvajes son falsos o ni siquiera se corresponden con la fauna local.
Frank es contratado por los hermanos para llevarlos río arriba en busca del árbol, pero de ambos lados hay resistencias mutuas a vencer. Él, en principio, es contrario a la idea, pero cambia de opinión cuando ve la punta de flecha que Lily tiene en su poder: obviamente, sabe algo…
Ella, a su vez, se decepciona al saber que él ha fingido ser otra persona y ocultar que, en realidad, es un capitán venido a menos y tapado por deudas, pero cambia de opinión al verlo batirse en lucha con un jaguar. El animal, sin embargo, guarda un secreto y luego sabremos que… Frank también.
Entretenimiento al por Mayor
No contaré más que eso, pero ya está claro que se viene una gran aventura río arriba en la que, para alcanzar el árbol, deberán competir con el príncipe Joachim, quien haciendo gala de la ingeniería alemana de la época, ha ido al Amazonas con… un submarino. Por cierto, nada nuevo para Dwayne Johnson y si vieron la octava entrega de Fast & Furious sabrán de qué les hablo, je…
La película no da respiro y es una aventura de las de antes sin que ello signifique en absoluto menoscabarla o subsumirla en mera nostalgia. La acción es intercalada con comedia y Johnson demuestra una vez más su capacidad para suplir sobradamente limitaciones con carisma, tanto que nos convence de que no había nadie mejor para su personaje.
Y el catalán Jaume Collet-Serra sale bien parado al dirigir una propuesta de este tipo, sobre todo considerando que lo suyo, hasta aquí, venía caracterizándose más bien por películas minimalistas o de ambiente cerrado (La Casa de Cera, La Huérfana, Infierno Azul).
El villano Joachim está muy caricaturizado, pero esa es, justamente, la idea: se comunica con abejas o serpientes ante la mirada desorientada de su tripulación y pone a sonar en su gramófono el preludio del tercer acto de Lohengrin, de Richard Wagner, antes de salir al exterior del submarino para disparar una ametralladora de doble cañón.
Se podría decir que la película (al igual que las de Piratas del Caribe) funciona como gran autopromoción de los parques de Disney, pero también que se toma el pelo como tal: el paseo fraudulento que Frank ofrece a sus pasajeros es igual de falso que el original y una niña le cuestiona la presencia de un hipopótamo en el Amazonas, planteo que, de parte de los visitantes, habrán oído infinidad de veces los guías de los parques acerca de la tantas veces criticada mezcla de faunas de distintos continentes.
Subyace, por otra parte y de manera acorde a los tiempos, una visión ecologista más acentuada que en los clásicos filmes de aventuras que hemos mencionado: la naturaleza termina siendo, en definitiva, quien protege sus secretos y no permite que le sean sustraídos.
Siempre habrá, como pasará con todo filme cuyo principal objetivo sea entretener, quien adopte una postura pretendidamente intelectual (quizás habría que llamarla paranoica) y vea racismo en la caracterización de europeos y locales (ocurría en todas las novelas de aventuras y, si vamos al caso, En busca del Arca Perdida lo exacerbaba mucho más) o, no conforme con que la historia incluya a un personaje homosexual, se quejará de que este no lo diga abiertamente (McGregor dice que sus intereses “están en otra parte”). Pero ya es sabido que, para esta altura, eso es parte del juego y la propuesta es por demás válida si lo que se busca es divertirse y pasar un rato ameno.
Además, el que sea pasatista no implica que no tenga referencias o guiños para un público adulto y, sobre todo, cinéfilo. Ya hemos mencionado a La Reina de África y los homenajes son bien claros: el barco de Frank es idéntico al que timonea Charlie Allnut (Humphrey Bogart) en la película de John Huston y, de hecho, también tiene que llevar a dos hermanos teniendo como marco envolvente a la Primera Guerra Mundial. Por último y no menor: la propia atracción de Disney toma inspiración de dicho filme.
Más cinéfila todavía es la referencia a los conquistadores españoles, ya que el personaje de Lope de Aguirre (por cierto, con cierta base histórica) es el mismo que interpreta Klaus Kinski en Aguirre, la Cólera de Dios (Werner Herzog, 1972), quien también se introducía en la Amazonia, pero buscando El Dorado.
Las serpientes saliendo de calaveras remiten a las primeras películas de Indiana Jones y no faltan puntos de contacto con Piratas del Caribe, algo previsible al estar también basada también en una atracción de parque: no quiero decir mucho, pero encontrarán un paralelo entre conquistadores españoles y piratas, así como entre Aguirre y el capitán Barbossa o entre Frank y Jack Sparrow; descúbranlo por cuenta propia.
La banda sonora, a cargo de James Newton Howard, es otro punto alto y recrea perfectamente la épica emotiva de las antiguas películas de aventuras a la vez que se permite jugar con Nothing else matters, arreglada orquestamente en colaboración con los propios integrantes de Metallica. Eso sí: se me escapa la razón por la cual, en las dos oportunidades en que suena, lo hace para contar la historia de la expedición de Aguirre en el siglo XVI. Pero no deja de ser una bellísima versión que convierte más bien en epicidad el tono triste y depresivo de la original: aquí se las dejo.
Balance Final
Jungle Cruise es un entretenimiento colosal que debe ser visto como tal. Son dos horas sumamente muy divertidas que se sostienen sobre una gran factura técnica y, muy especialmente, una dupla central efectiva. Es un espectáculo con mayúsculas en el que hay viaje, misterio, magia, intriga, maldición, romance y algún giro, todo ello entre jaguares, reptiles, tarántulas, pirañas, delfines rosados y algún fantasma: ¿para qué más?
Es la clase de película que se puede disfrutar en familia, concepto que no debe ser confundido con infantil y, después de todo, no creo que ya hoy ningún niño pequeño tenga pesadillas por ver algún que otro espectro o serpientes saliendo de esqueletos. A ello hay que sumar todas las referencias que la hacen también disfrutable para adultos.
Apela a rescatar una épica y una emoción que mucho del cine actual ha perdido y, en ese sentido, lo que hace Collet-Serra puede compararse a lo que en los noventa hizo Wes Craven con Scream al rescatar un género slasher que parecía muerto y sepultado.
Quiero secuela… y quiero navegar en el barco de Frank, que es la gloria. Lo único para lamentar es que, de momento, haya que esperar uno o dos meses para que Disney+ la ofrezca sin coste adicional.
Sean felices; hasta la próxima…
Hola, Juanma! Muchas gracias por leer y por comentar. Me alegra que coincidamos y no hay ningún chiste malo, jaja… muy buena imagen la de la montaña rusa. Yo también disfruté a lo grande, pues me di cuenta que extrañaba mucho este tipo de película: ojalá haya servido para hacer entender a productores y cineastas que este cine no debe morir. Y también necesito más, jaja… De momento, creo que tendremos: me da la impresión de que la dupla Johnson-Blunt vino para quedarse.
Gracias por el aporte, Juanma. Un abrazo!
Hola Rodolfo
Buenísima crítica con la que coincido al 100%. ‘Jungle Cruise’ es una montaña rusa (y válgame el chiste malo) en la que la acción y la aventura (salpicada de humor) las referencias al cine clásico de aventuras que has mencionado no nos dejan respirar. La relación Dwayne Johnson/Emily Blunt me ha recordado mucho a Chamberlain/Stone…. me gustan mucho los largometrajes de Quatermain.
‘Jungle Cruise’ es pura evasión y aventura que tiene el sello Disney en cada fotograma pero que me ha entretenido hasta el final.
Necesito más del lindo gatito.
Un saludo, Rodolfo.
Hola, Juanma! Muchas gracias por leer y por comentar. Me alegra que coincidamos y no hay ningún chiste malo, jaja… muy buena imagen la de la montaña rusa. Yo también disfruté a lo grande, pues me di cuenta que extrañaba mucho este tipo de película: ojalá haya servido para hacer entender a productores y cineastas que este cine no debe morir. Y también necesito más, jaja… De momento, creo que tendremos: me da la impresión de que la dupla Johnson-Blunt vino para quedarse.
Gracias por el aporte, Juanma. Un abrazo!