Bienvenidos a la parte del cómic. Hablaremos de algunas de las mejores cosas del 2016. Aunque parezca mentira escuchando a la gente más cascarrabias, aún se hacen buenos cómics y sigue siendo posible leer y divertirse.
Hoy me ha pasado algo muy bestia, de El Torres y Julián López
Daniel, un autónomo que vive en Barcelona, es alguien normal. Hasta que dejar de serlo y descubre que tiene superpoderes. En una Barcelona con maltratadores, bandas callejeras, atracadores Daniel se convierte en la nocturna esperanza de la ciudad condal. Basado en la novela de Daniel Estorach, “Hoy me ha pasado algo muy bestia” tiene descarados dejes del Batman y el Daredevil de Frank Miller: el héroe asediado por enemigos muy de a pie de calle, el héroe como un obseso de la justicia a costa de su vida personal, la violencia seca y dolorosa. También tiene bastante de la primera temporada de “Héroes“.
Todo ello ambientado perfectamente en Barcelona, con sus bares, sus quedadas con amigos en casa para tomar cervezas y toda la sensación perfectamente reflejada de que no vamos a ver otra vez Central Park en un cómic de superhéroes. Es un cómic hecho desde el amor al género, bien dibujado y muy bien narrado, hasta el punto que la historia de amor del protagonista es tan sencilla y carente de cosas superfluas que es vergonzosamente realista. Y qué decir de la página/homenaje final.
Pero todo esto no valdría de nada si el cómic fuera aburrido. No lo es. Es muy fácil de leer, muy fácil de seguir, entretiene y hace pasar un buen rato sin artificios ni giros de guión absurdos. Va directo a donde quiere ir y ya está. El espíritu de Miller está tan integrado en la historia que el cómic parece a prueba de tonterías. Es una gozada encontrarse algo así. Es un entretenimiento estupendo y más que recomendable para todo aficionado a los superhéroes, más aún si son de Barcelona. A ver cuando Daniel se da un garbeo con su pasamontañas por Madrid.
Providence, el miedo que acecha. De Jacen Burrows y Alan Moore.
El mismísimo Alan Moore se acercó al universo de Lovecraft cuando hizo “Neonomicon“. Le agobiaban con las deudas y había que sacar dinero de algún sitio. Como Lovecraft tiene toda una legión de cultistas y Alan Moore también la decisión estaba clara. Como ya comentamos por el blog, el resultado fue un relato del universo de Lovecraft muy original y bien contado. Alan Moore creó una historia nueva con referencias a muchos de los relatos de Lovecraft. Lo hizo desde su propio modo de contar las cosas que tanto conocemos, añadiendo algunas de las cosas que suelen pasarse por alto del creador del Horror Cósmico (la ausencia de mujeres, la ausencia de lo sexual, el racismo).
Alan Moore se ha embarcado junto al dibujante Jacen Burrows en “Providence“, en la misma línea de lo anterior. Es una historia que va pasando por varios de los relatos de Lovecraft, estableciendo un hilo conductor entre varias de sus historias (que no un hilo coherente: eso iría en contra de las misma esencia de lo lovecraftiano). Todas las fantasías de Lovecraft aparecen en el mismo mundo, investigadas por el mismo protagonista, con un modo gráfico de narrar que recuerda descaradamente a la narración gráfica de Watchmen o a la etapa de Superman de Alan Moore. Es decir, la composición de página, la disposición de viñetas, el clásico juego de simetrías de Alan Moore en los 80: todo está en este cómic. De un modo simplón podemos decir que visualmente es el molde de Watchmen aplicado a una historia de Lovecraft. Con una sutilidad en cuanto a lo parte visual y lo argumental maravillosamente bien planteada, consiguiendo inquietar por todo lo que no se dice ni se ve. Es mucho más difícil, siempre, ser sutil y hacerlo bien. Cuando es así, una historia de terror gana muchísimos enteros.
Por si no había quedado claro, es un cómic excepcional. La mejor recreación de lo lovecraftiano en el cómic a día de hoy, y no por ser lo menos malo. Entre capítulos, tal y como hizo en Watchmen, Alan Moore nos presenta diarios, folletos de iglesias perdidas muy inquietantes, documentos de cosas extrañas e inquietantes, etc. Es difícil trasladar a Lovecraft más allá de las novelas por su propia naturaleza: al fin y al cabo gran parte de su encanto al leer sus historias tiene que ver con lo desconocido, lo que no se sabe, lo que simplemente imaginas (o que no puedes imaginar) a través de lo que lees. El cine aún no ha logrado nada medianamente decente sobre Lovecraft. Los videojuegos han tenido más suerte con ambientaciones lovecraftianas en Alone in the Dark o Bloodborne, así como juegos realmente lovecraftianos como Shadow of the Comet, Prisoner of Ice o los más recientes Call of Cthulhu: Dark Corners of the Earth y Bloodborne. El cómic había tenido buenas recreaciones de algunas de las historias de Lovecraft, pero nunca una historia que hilvanara muchas de sus historias en una misma senda incorporando elementos nuevos que dieran un giro más a toda su mitología.
Ragnarök. El último dios en pie. De Walter Simonson.
Yo hacía siglos que no leía nada de Thor. Entendedme: nada entero. Empezaba a leerme la enésima nueva etapa del Thor de Marvel para dejarlo poco después, casi aburrido al empezar. Cuando el malvado Pedro publicó en este sacrosanto blog que el mejor autor del Thor de Marvel había hecho otro cómic de Thor me eché a temblar. Walter Simonson hizo el mejor Thor en los 80, pero estamos en 2017 y él ya tiene 69 años. Cualquier más o menos aficionado al cómic sabe que el dibujante pasa horas y horas dejándose los ojos durante años. Es complicado dibujar bien más de una década. Muy raro conseguirlo más allá. La ventaja era que este Thor ya sería suyo, sin tener que estar atado a las habituales presiones editoriales de Marvel.
Fue este post de Pedro el que me convenció de comprarlo. Me lo llevé a un viaje de fin de semana, para leerlo por el trayecto. En esa semana me lo leí como cuatro veces. La última vez que me pasó algo así fue con Locke & Key.
Pedro lo resumió fantásticamente en su post y sobre todo en este párrafo:
Ragnarök de Walter Simonson es en el cómic lo que en día fue Sin perdón en el cine, una obra de madurez, una historia de perdedores desprovista de gloria, con personajes que avanzan por la historia arrastrándose en busca de su destino, resultando en ocasiones triste y produciendo un cierto desasosiego en el lector, que sabe que asiste a una historia de condenados en la que queda poco lugar para la esperanza.
Es un cómic de 2016 perfectamente legible por cualquiera, sepa lo que sepa de Thor o de la mitología nórdica. Más allá de ser una maravilla en cuanto a dibujo (Pedro acierta diciendo que es lo mejor que ha dibujado en su vida, tanto en las partes abrumadoras como en las partes más patéticas de la historia) yo diría que recupera varias cosas esenciales y poco comunes hoy. Cada número de la historia respeta aquello viejuno de “comienzo, nudo, conclusión”, que hace que cada número sea narrativamente redondo por sí mismo. No hay nada de “paja” ni accesorio ni nada que se ponga para llenar páginas sin más sentido que abultar luego en el tomo. Hay un equilibrio perfecto entre diálogos y acción. No hay diálogos de opereta y todo lo que hacen los personajes tiene todo el sentido del mundo. Todo ello con un ambiente de derrota, de imposibilidad de triunfar épicamente. Se ha perdido, todo lo malvado ha prevalecido sin que se pueda dar marcha atrás. Sólo queda el intento de venganza, sabiendo que en el mundo real eso no reparará nada. Es muy posible que haya que haber pasado por muchas cosas durante muchos años para poder hablar de algo así. Quizás por eso sólo pueden hacerlo bien gente como Eastwood o Simonson.
Da toda la sensación de hacer algo viejo y maravilloso: ha pensado en una idea, ha pensado qué va a pasar de principio a fin y lo está dibujando mientras hace los diálogos. Exactamente lo contrario a lo habitual con demasiadas series de cómics y de televisión, que primero tienen una idea y luego van sacando episodios tirando del carro hasta que la gente se aburre (cof, The Walking Dead, cof).
Visiones del futuro. De King, Walta y Bellaire.
Ves la portada y te engañas. Parece una miniserie de la Visión, el sintozoide (una especie de robot…más o menos) de Los Vengadores. Una que parece así como de risas. Mirad la portada. Parece una sitcom. Una comedia familiar. Una familia de robots en el típico barrio residencial estadounidense de las series, con el padre siendo un superhéroe en Los Vengadores. Cositas amables, bromas, equívocos simpáticos, humor blanco y a dormir.
Y empiezas a leerlo. Las primeras páginas parecen ir por ese camino anunciando por la portada. Pero sigues. Y las cosas empiezan a tomar otro rumbo. No parece una comedia. La familia robótica parece realmente inhumana en su comportamiento, en su ansía de parecer “normal”, en sus propios diálogos analíticamente fríos y estremecedoramente lógicos. Los autores no han puesto una situación anormal (una familia de robots superpoderosos en un entorno residencial) para hacer risas y saltarse la realidad a la torera. Al contrario. Han querido que esa situación anormal tenga las consecuencias lógicas en el mundo real. Es absolutamente comprensible todo lo que va pasando alrededor de la familia de la Visión. Es aterrador más de un pensamiento y más de un comportamiento tanto de la Visión como de su familia. Te pilla con la guardia bajada si sólo viste la portada o las primeras páginas. Vas pasando las páginas aterrado y maravillado: los autores no han esquivado con trampas las posibles contradicciones que pudieran surgir. Las han explotado, de hecho.
Es un cómic honesto y directo. No es difícil de ver por donde va, con toda la obsesión del padre de familia robótica por la normalidad dentro de la comunidad, por la integración de toda la familia, por la normalidad ante todo. Todo el sueño típico de la casa unifamiliar con su porche y sus galletitas de los vecinos al llegar al barrio. Ese padre que esconde algo terrible dentro y esa madre con algo igualmente terrible pero roto. El miedo y la inquietud que producen quienes no son normales y tratan de aparentarlo a toda costa. No hay nada de comedia aquí. Es crudeza y horror con un superhéroe, con un miembro de Los Vengadores. No sé cómo Marvel se ha prestado a algo así, pero el resultado es tan sorprendente como contundente y terrorífico. Pocas veces me ha sorprendido tantísimo el tono y el enfoque de un cómic protagonizado por un superhéroe. No desde una mirada amable, sino desde una actitud en la vida personal por parte de personas con poder que pocas veces o casi ninguna hemos visto en cómic de superhéroes.
Buena Selección Raúl. Yo añadiría “Transformers”, “Elric”, “Los dientes de la eternidad” y “Mouse Guard”.
Un abrazo.
Gracias, Adrián. Me apunto las sugerencias.
Yo tan solo añadiría El Sheriff de Babilonia. Pocos personajes hay en el mundo del cómic como Nassir, uno de los tres protagonistas. Por momentos parece que estas leyendo / viendo Homeland pero en serio, sin la histérica de Claire Dannes ni ese tono tan 24 que marcan la serie. Un abrazo.
Podría añadir…No se… Como diez colecciones de cómic europeo, (como no…), Pero bueno, veo que es una opinión personal. Y por cierto, voy a por Ragnarok para un regalito de reyes. Gracias por el apunte.
Pero si no lo digo reviento. “La casa de lo susurros”Autores David Muñoz y Tirso. De Yermo ediciones. Una joya.