Bienvenidos a otro de esos artículos en los que el SEO se volverá loco ya que no sabrá como hacer llegar esta parida a mis cinco o seis lectores ocasionales.
El tema es que yo divago en ocasiones viendo la película de turno, y cuando me refiero a la película de turno me refiero a esa en la que sucede una calamidad y para salir del embrollo tienes que trepar una cuerda o saltar un metro de distancia porque hay un boquetazo. Los personajes de la película salen del atolladero y es ahí, en ese momento, cuando yo divago y digo en voz alta, “¡ya está, ahí la hubiera palmado yo, en el minuto uno. Adiós a mi participación en la película!”.
Acompáñame pues a otro de esos artículos que salen de mi divagante cabeza. Del que os trajo “El árbol genealógico definitivo: Encontramos lazos de consanguinidad entre Conan, Curro Jiménez y… ¿¿El Fary??”, llega Películas en las que “Yo” la hubiese palmado del tirón.
Recientemente vi una película que me gustó mucho, Fall. Dos chavalas subían a una torre de comunicaciones abandonada, de 600 metros de altura. Solo os diré que de lo bien hecha que está la película hubo un par de secuencias en las que me mareé por el vértigo que me produjo la escena. Así que imaginarse si me veo allí arriba, el pellejazo lo pego en cuanto miro hacia abajo. Adiós película.
Hace ya unos años, allá por el 2000, vi Náufrago, con Tom Hanks de protagonista. Menudo papelón hacía. Ahora eso sí, el gachó que mal lo pasaba, normal, al final se hacía amigo de una pelota de voleibol, imaginarse. El protagonista estuvo cuatro años perdido en la isla. El caso es que yo en dicha isla no hubiera durado más de cinco días antes de morir por inanición pero es que antes de esos cinco días habría muerto de mil cosas, como por ejemplo de aburrimiento. Me considero una persona carente de habilidades en general y de supervivencia en particular, por lo que lo de cazar o pescar no estaría entre mis aptitudes. Además hay una escena que me llamó mucho la atención que es cuando el prota se mete un cascamazo en la boca para quitarse una muela que le provocaba unos dolores insoportables. Yo hago eso y me parto toda la boca. En fin que en Náufrago yo no hubiera llegado a la primera noche.
127 horas es el título de una película de Danny Boyle, en la que un tío va de loco a hacer escalada a pelo. Y pega una hostia buena quedando encallado su brazo en una roca. No hay forma de sacarlo y así se lleva 127 horas con el brazo que no quiere salir, lo que viene a ser cinco días y 7 horas con el brazo ahí escuajaringao. Al final va el tío y para salir se deja medio brazo ahí. Si partimos de la base de que nunca me veréis hacer escalada es difícil que me viese en esa tesitura, pero imaginarse que mi brazo va a parar ahí. Ya os digo yo que ni 127 horas. No se me conoce tampoco por mi gallardía para tomar la decisión del chaval protagonista, así que de ahí o salgo entero o me sacan en horizontal.
Una película española reciente. Solo. Un surfero que va por el acantilado en la zona más inaccesible de la isla de Fuerteventura, se trastabilla y va cuesta abajo y sin frenos hacia una muerte segura. El tío sobrevive al pellejazo pero en la caída se parte la cadera y apenas puede moverse, luego la marea sube y se lo lleva. El caso es que es difícil que a mi me veáis andar por el borde de un acantilado (no es una de esas habilidades de las que os hablaba) pero si lo hiciese y cayese, lo haría con mucho menos estilo que el protagonista de esta historia y os garantizo que la palmo ipsofacto. De hecho este hombre sobrevivió gracias a que pudo dirigir más o menos el hostiazo del acantilado a las rocas. El caso es que si yo sobreviviese al carajazo no lo haría a la comedura de coco de saber que de ahí no salgo, y sin embargo nuestro protagonista gracias a esa comedura de coco logra sobrevivir.
¿Y qué me decís de Viven? Aquella en la que un equipo de rugby uruguayo universitario se la pegaba a bordo de un avión en la cordillera de los Andes.
Allí les tocó sobrevivir a dos inclemencias, la del frío y la del hambre. Por mi corpulencia ya os digo que la primera la podría tolerar más o menos con cierta dignidad, pero llegados a la segunda inclemencia… ahora que florecen los ofendiditos omitiré comentario morboso pero no se si sería capaz de comerme el pitraco de mi colega. Yo es que soy de en su punto con maduración de 60 días.
En Titanic, el barco choca con un enorme iceberg y toca sálvese quien pueda. Ya os digo que yo la palmo “der tirón” en cualquiera de las situaciones que se dan desde entonces. Pero hay una escena clave que es cuando el barco erecciona con la punta hacia arriba y los que pueden se agarran en lo más alto ¿Para qué?, sino logras agarrarte bien el pellejazo es de aúpa, pues imaginarse quien la hubiera espichao ahí. Luego en la tabla, pues no se, me considero un caballero, pero jopeta, de ahí a sacrificarme… el caso es que esa tabla es muy chica para mí… la hubiera palmao igualmente.
Y paro. Ha quedado meridianamente claro que no soy la mejor compañía para quedarse tirado en el Serengueti.
Un saludo y sed felices.
Carlos, es que tú la hubieses palmado hasta en el primer paso de peatones de Paseando a Miss Daiisy. Y yo lo mismo. No estamos hechos para la acción y el sufrimiento.
Va ser que si, 😪😪😪. 🤣🤣🤣
jajajaja buenísimo!!! Me identifico totalmente contigo Carlos. Yo soy la que se tropieza con las sombras del suelo.
Jajajajqjqjqjq, bienvenida a mi mundo 🤣🤣🤣
Te recuerdo que el caso de “Viven” no solo es verdadero, sino que además es cierto…
Lo se Ángel, es broma todo. Yo soy el primero que me impactó esta historia, la vi en el cine hace mil, pero vamos a reírnos un poco. Es lo que nos queda.
Ahora estrena Amenabar esta historia nuevamente precisamente.
Saludos