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Crítica de Reality (2023), lo bueno (y lo malo) de apegarse a la realidad

Aunque nos cueste creerlo, hay vida más allá de las plataformas. Entre tanta inteligencia artificial dictándonos lo que debemos y no debemos ver, existen propuestas interesantes que, aunque ni siquiera opten a estrenarse en los cines de nuestro país, al menos podemos ver en plataformas como Filmin. Es el caso de Reality, película que tuvo mucho éxito en el festival de Berlín a principios de año y que se estrenará este 15 de septiembre en Filmin. Una película que os invito a ver y en esta crítica sin spoilers os explicaré el porqué.

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Reality está basada en un hecho real poco conocido en nuestro país y con cierta repercusión en Estados Unidos. Básicamente, la película se centra en el interrogatorio que el FBI hace a una lingüista que trabaja para la NSA en su propia casa.

El porqué es bien conocido y podéis leerlo en la Wikipedia, pero no lo mencionaré porque considero que uno se beneficia del visionado de Reality si no se sabe de qué se acusa a la protagonista.

El título no está elegido al azar. Adaptación de una obra de teatro dirigida por la misma directora que debuta en el cine, Tina Satter, Reality no solo es el nombre real de la agente interrogada por el FBI sino toda una declaración de intenciones de lo que quiere aportar la película.

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Porque, en un ejercicio que recuerda a la recreación del juicio de Bárcenas que fue B (una de las mejores películas de política de la historia del cine) , el guión se limita a recoger la transcripción, punto por punto, del interrogatorio. Salvo escasos minutos iniciales y finales, toda la película abarca el interrogatorio. Reality, por tanto, es una pieza teatral con escasas localizaciones y personajes.

En una historia de estas características, la labor de guión y de los actores es fundamental, y Satter consigue exprimir el máximo de ambos aspectos. Lo mejor del guión es como la directora consigue conjugarlo con las imágenes para imprimir tensión desde el primer minuto de la película. Sorprende como, inicialmente, la conversación se centra en temas banales y, sin embargo, somos incapaces de apartar la mirada del televisor. Sabemos que algo no va bien, aunque no sepamos qué está ocurriendo.

Luego están los actores. En Reality destacan los tres actores protagonistas pero, por encima de ellos, hay que mencionar a Sydney Sweeney como la protagonista. Ella es una de las grandes estrellas de Euphoria tanto por su papel interpretativo como por su físico. Y en Reality se aleja de uno y de otro para aportar el retrato de una mujer normal que se ve atrapada en un lío del que es difícil ver salida. Sweeney consigue dar tanta verdad a su personaje que no podemos decir que Reality sea una heroína (ni una villana) al final de la película.

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Tina Satter lo apuesta todo a la realidad de los hechos. Tanto que la película se aleja de cualquier otra propuesta comercial de estas características. Y lo hace en dos aspectos fundamentales. El primero, que engrandece la película, es que se ciñe tanto a la transcripción  del interrogatorio del FBI que da una sorprendente solución elíptica cada vez que el guión aborda algún detalle clasificado por el bien de la seguridad nacional. La idea es clara: mostrar la censura a la que se ve sometida por el pueblo estadounidense. La ironía de un documento público cuyos puntos clave están ocultos a él.

El segundo es que la película se limita tanto a la realidad que…eso, que se limita. Dado que no hay lugar para la ficción, no hay lugar para lecturas más allá de la obvia a la que se llega al final de la película.

En definitiva, Reality es una de las sorpresas del año. Una película que, desgraciadamente, no veremos en cine por su marcado carácter teatral y su excesiva lealtad a los hechos reales, hasta el punto de tomar decisiones experimentales que son todo un acierto. El mayor mérito de su directora Tina Satter es el de exprimir al máximo los escasos elementos con los que cuenta. Es decir, una espectacular y contenida interpretación de una Sydney Sweeney que va para estrella y un guión que sabe extraer tensión de lo banal. Reality es una historia que merece la pena ver tanto por lo que cuenta como por la forma en que lo hace.

¡Un saludo y sed felices!

¡Nos leemos en Las cosas que nos hacen felices!

Fernando Vílchez
Fernando Vílchez
Comecocos. Intento aprender como si viviera para siempre y vivir como si hoy fuera mi último día...con las cosas que me hacen feliz.
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