Finalmente, ha llegado el momento que Brian Michael Bendis lleva anticipando durante toda su etapa, y con el que decidió anunciarla en el número 1000 de Action Comics. La pelea entre Superman y el nuevo villano Rogol Zaar se ha desatado en este número y, aunque no alcanza ni mucho menos las cotas de calidad que nos prometían desde DC, contiene algunos momentos interesantes y un cliffhanger que promete una quinta parte con más acción. Además de todo ello, el dibujo del legendario Kevin Maguire logra mantener un gran nivel tanto en las escenas de acción como, sobre todo, en la interacción de personajes. Exploremos en profundidad el quinto número de Man of Steel.
Reseña de Man of Steel#6 (2018): Un emotivo final para la primera historia de Bendis en Superman
Reseña de Man of Steel#5 (2018): El principio del fin
Reseña de Man of Steel#4 (2018): Es la hora de las tortas
Reseña de Man of Steel#3 (2018): Una de cal y otra de arena
Reseña de Man of Steel#2 (2018): El síndrome de los segundos números
Reseña de Man Of Steel #1 (2018): Bendis llega a Superman
La pelea
La acción constituye uno de los momentos más decepcionantes de este tebeo, por ser demasiado genérica. Seamos claros: ya hemos visto muchas veces a Superman pegándose con tipos más grandes que él. Mongul, Darkseid, Doomsday… en combates mucho más espectaculares que este. Hay algunos toques simpáticos, como escenas en las que el Último Hijo de Krypton salva a algunos ciudadanos de Metrópolis, toda una declaración de intenciones contra la visión del personaje que tienen creadores como Zack Snyder. Sin embargo, a pesar de que están impecablemente dibujadas, estas viñetas no logran emocionar como deberían. Son, sencillamente, correctas.
Alguien viene de visita…
Finalmente, sabemos quién era la misteriosa figura que apareció en la casa de los Kent antes de que Lois y Jon desaparecieran. Dado que se analizará más detenidamente, es necesario avisar de SPOILERS en este apartado.
Se trata de Mr. Oz, un enigmático personaje que llevaba años apareciendo en las cabeceras de Superman. Durante la etapa de Dan Jurgens a cargo de Action Comics se supo su verdadera identidad: Jor-El, el padre del Hombre de Acero, que fue rescatado por el Doctor Manhattan después de la explosión del planeta Krypton. Este movimiento no fue bien recibido por algunos seguidores del personaje, que consideraron que se estaba alterando una parte esencial de su mitología con la intención de dar un golpe de efecto. En este artículo hablamos de ello.
En cualquier caso, incluso estando de acuerdo con esta valoración, es positivo que no se olvide por completo la etapa anterior y se recuperen hasta sus elementos más polémicos. En este número, Jor-El insiste en que debe llevarse a su nieto, probablemente porque se encuentra en peligro. Todavía no sabemos por qué, pero hay que decir que Bendis ha manejado este misterio de forma magistral, introduciéndolo poco a poco y sin trampas. Aunque no sabemos mucho sobre esta inesperada visita, ha abierto nuevas posibilidades que se descubren al final del número: Rogol Zaar ha destruido la única forma que tiene Superman de comunicarse con su hijo. De este modo tan sencillo, el villano consigue una victoria con un impacto emocional del que carece la inútil destrucción de Kandor.
Aun así, esto también puede tener un impacto negativo: podría tratarse de una de esas jugadas para rejuvenecer a un héroe, en este caso, quitándole a los hijos. Muchas de estas ideas, con motivaciones claramente empresariales, ya han sido criticadas en el pasado. El caso más sonado es One More Day, en el que Spiderman rompía su matrimonio en un pacto con el diablo Mefisto. Si DC se deshace de Superboy para siempre, será una jugada muy sucia.
Un dibujante extraordinario
Pero la estrella de este número no es Superman ni Bendis, ni ninguno de sus secundarios. Por el contrario, el verdadero protagonista es el excepcional dibujante Kevin Maguire, que demuestra aquí la versatilidad y la expresividad que le caracterizan. Conocido por su etapa al dibujo de la Liga de la Justicia Internacional, este autor sabe narrar tanto las escenas de acción (que fracasan relativamente por el guión y la falta de espacio) y, por encima de todo, las expresiones faciales de los personajes que aparecen. Superman, Supergirl, Linterna Verde… cada uno de ellos aparece claramente diferenciado por sus rasgos distintivos, y el dibujo de Maguire logra abarcar estados emocionales muy distintos. Para muestra, un botón:
Esto se hace patente sobre todo hacia el final del cómic, en el que una simple conversación se convierte en el momento más intenso de los cuatro números que llevamos. Aunque el diálogo de Bendis también ayuda, no habría sido ni la mitad de eficaz en manos de otro artista. Los dibujantes que se encargarán de las dos series regulares de Superman no son malos, ni muchísimo menos, pero habría sido bonito que fuera el responsable de alguna de ellas.
Conclusión
Este número supone una mejora sobre el anterior, y sienta las bases para un final que puede ser espectacular. Aunque no le llega a la suela de los zapatos (o de las botas rojas) a la miniserie original de John Byrne, y quizás no esté a la altura de la ocasión, estos números serán recordados por tener un equipo creativo de lujo que sabe sacar lo mejor del guión de Bendis.