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Retro-Análisis: Rápida y Mortal (1995), a treinta años de su estreno

El 10 de febrero de 1995 llegaba a los cines Rápida y Mortal (The Quick and the Dead), película que, dirigida por el gran Sam Raimi y protagonizada por Sharon Stone junto a un gran elenco de figuras (algunas de ellas todavía no muy conocidas), venía a redescubrir tanto en su grandeza como en su absurdo a ese subgénero del western que marcó en muchos nuestros años mozos: el western spaghetti. A treinta años, hacemos repaso y buscamos comprender las causas de que el filme haya fracasado en su estreno, pero tenido justa revalorización con el paso del tiempo.

Bienvenidos como cada domingo (o casi) a nuestra seccion de retro-análisis y hoy se puede decir que estamos de duelo. No porque se haya muerto alguien (más allá de que en la película mueran varios) sino porque justamente los duelos tienen casi exclusivo lugar central en Rápida y Mortal (1995), título de Sam Raimi que hoy nos ocupa y de cuyo estreno se cumplen mañana treinta años. Además, al revisitarlo, pisamos dos secciones, ya que, además del retro-análisis, ponemos pie sobre otra sección de nuestra web muy querida para nosotros como lo es En Clave de Western, la cual les invito a visitar si no sabían de su existencia.

Los años noventa, de hecho, asistieron desde sus inicios a un resurgir de las películas del oeste. De la mano de directores-actores como Kevin Costner y Clint Eastwood llegaron filmes como Bailando con Lobos (1990) o Sin Perdón (1992), a los que Lawrence Kasdan (que había hecho Silverado en los ochenta) se sumó con Wyatt Earp (1994). Pero en todos los casos, y sin por ello quitarles mérito, se trataba de filmes que buscaban, con distintos grados de acierto y en oposición al western clásico, redefinir al género desde una óptica más realista, crítica o revisionista (palabra que personalmente detesto).

Lo que hizo Rápida y Mortal fue totalmente diferente: no es que no tuviera sus pinceladas de corrección política acordes a los tiempos, pero la idea siempre fue, desde sus orígenes, rendir homenaje al antiguo western y muy especialmente al spaghetti, con sus clichés y exageraciones: algo para lo que quizás no estaban todavía preparados ni público ni crítica y así podría entenderse el fracaso que en su momento la película tuvo en taquilla para después ser revalorizada y elevada con el tiempo a clásico de culto.

Rápida y Mortal nació allá por 1992 como guion de Simon Moore comprado al año siguiente por Sony, la cual fichó como protagonista a una Sharon Stone en su mejor momento tras el éxito de Instinto Básico (1992, aquí retro-análisis) y la blonda actriz firmó no solo como actriz protagónica sino también como coproductora mientras la historia, poco a poco, iba escapando al control de Moore.

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Fue ella quien consiguió para dirigir el proyecto a Sam Raimi, con el cual había quedado gratamente impresionada tras ver El Ejército de las Tinieblas (1992), así como quien más insistió para sumar a Russell Crowe, una elección que los ejecutivos de la compañía no veían con buenos ojos por ser un virtual desconocido para el público americano.

También fue Stone quien, para un papel inicialmente rechazado por Matt Damon, trajo prácticamente en andas a Leonardo DiCaprio (literal, dijo que así lo haría si no aceptaba), quien venía de entregar dos actuaciones increíbles en 1993 (tal vez las mejores de su carrera) con Vida de este Chico (también conocida como El Enemigo o Mi Vida como Hijo) y ¿A quién ama Gilbert Grappe?

Pero Leo no era todavía ninguna estrella (faltaban un par de años para Titanic) y desde Sony no estaban convencidos de arriesgarse con una apuesta tan juvenil como incierta, así que Sharon, que lo quería sí o sí (como sea que eso se entienda) se ofreció a pagarle el sueldo de su propio bolsillo. TriStar Pictures, empresa que acordó hacerse cargo de la distribución del filme, trajo a Gene Hackman, lo cual no solo era garantía actoral sino que además otorgaba un plus de western por haber estado unos años antes en la oscarizada Sin Perdón.

Entre tanto cambio, la película era para esa altura otra: un western más “moderno” o al menos de tono más semejante a los que se venían haciendo últimamente. Moore fue despedido y convocado en su lugar John Sayles, pero al no quedar desde Sony conformes con la excesiva extensión del guion por este entregado, volvieron a contratar a Moore para que reescribiera lo de Sayles. No ocurrió: más bien de manera casi clandestina y como por debajo de la puerta, Moore volvió a introducirles su guion original con algunos agregados de Joss Whedon.

La producción final, además de la ya mencionada Sharon Stone, corrió por cuenta de Joshua Donen, Patrick Markey y Allen Shapiro, estando la fotografía a cargo del italiano Dante Spinotti (que venía de un notable trabajo para Michael Mann en El Último Mohicano) y la música del ya reconocido Alan Silvestri, que pocos días después del estreno del filme se alzaría con el Oscar por la banda sonora de Forrest Gump. Rápida y Mortal terminó llegando a los cines el 10 de febrero de 1995…

La Historia

Estamos en el lejano oeste americano y en una pequeña localidad llamada Redemption, donde las cosas, no se sabe a título de qué, son controladas por un tal John Herod (Gene Hackman) que se comporta como alcalde, juez, sheriff, emperador romano y jefe mafioso. Diciendo ser garantía de orden, cobra regularmente impuestos a los pobladores y monta su propio panem et circenses organizando cada tanto concursos de duelos de pistola que solo finalizan cuando, tras enfrentarse individualmente y por rondas los duelistas a lo largo de los días, solo uno de ellos queda en pie.

La razón de tan particular divertimento no es únicamente el premio monetario ofrecido al ganador. En propias palabras de Herod, se trata también de dar la posibilidad a quienes lo odian, o tienen con él cuentas pendientes, de matarle de frente en lugar de por la espalda, aunque ello nunca ocurre porque, año a año, es él quien acaba imponiéndose en el certamen.

Al lugar llega una misteriosa y bella mujer que al principio conocemos como Lady, pero de quien sabremos luego que su nombre es Ellen McKenzie (Sharon Stone) y que, tomada en principio por prostituta (nada fuera de lo habitual para cualquier dama que llegara en soledad a una comunidad de ese tipo), se encarga de poner en su lugar a quien la llama de ese modo y deja en claro que la razón de su presencia es participar del tan mentado concurso, cuya fama y premio trascienden el pueblo.

No es la única. También ha llegado un tal As (Harry Dean Stanton) que, haciendo honor a su apodo, ostenta un mazo de naipes repleto de ases a razón de uno por cada muerte que se adjudica. Así como un tuerto que con idéntico sentido se practica cicatrices en el brazo y un aborigen llamado Caballo Manchado que dice no poder ser muerto por una bala.

Más intrigante es la presencia de un joven apuesto y presuntuoso al que conocemos simplemente como Kid (Leonardo DiCaprio), de quien sabremos luego que es hijo de Herod, pero nunca reconocido por este. Insólitamente, el muchacho aspira a llamar la atención de su padre enfrentándolo en duelo, aunque no se entiende cómo espera que lo reconozca como hijo una vez que le haya vencido y dado muerte.

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Y hay un ex pistolero llamado Cort (Russell Crowe), que no está allí por propia voluntad sino de manera compulsiva; dice haber dejado las armas por el sacerdocio para atender una misión religiosa y no quiere volver a disparar, pero Herod le presiona y conmina todo el tiempo a que vuelva a hacerlo.

Cada participante tiene un duelo por día y las rondas de emparejamientos se producen a cada hora, comenzando cada una de las mismas con el sonido de campana del reloj de la torre local. En principio, no es necesario que uno de los contendientes muera para que el duelo acabe, pues simplemente alcanza con que uno de los dos esté en pie, pero el propio Herod cambiará las reglas en pleno concurso al enterarse, disgustado, que los pobladores de Redemption han contratado a un asesino profesional para acabar con él.

Con respecto a Ellen, los flashbacks nos van poniendo al tanto de su pasado familiar y así sabemos que la verdadera razón por la que está allí no tiene que ver con el premio en efectivo, sino con algo bastante más traumático y escabroso que hunde raíces en su infancia.

El Rápido y el Muerto

Es fácil entender el fracaso en taquilla en su momento. Reivindicar al western spaghetti con sus incorrecciones y exageraciones era algo que no cuadraba en el espíritu de una época que buscaba revalorizar al género desde otra óptica: una en la cual, por ejemplo, los vaqueros hablasen con lenguaje malsonante, las muertes fueran más realistas o los aborígenes el bando correcto en lugar del ejército o los colonos. Rápida y Mortal no es eso: si uno la quiere ver con ojo “serio”, está perdido desde el primer momento.

De hecho, la intención de Simon Moore con su guion original era rendir especial homenaje a las películas de Sergio Leone y hasta tenía la idea de una filmación en España o Italia (finalmente fue en Arizona), donde habitualmente se rodaban aquellos filmes de los sesenta que serían recién reivindicados en su justa medida años después y especialmente a partir de Quentin Tarantino con su Django Unchained (2012). Y no creo que sea casualidad que algún actor se repita.

No hay prácticamente lugar común del western spaghetti que no esté presente: frontera mexicana, desierto (llueve casi todas las noches, pero no se nota en el paisaje), largas sombras, balas que silban (imposible con las armas de esa época), disparos que hacen literalmente volar a quienes los reciben o que cortan la cuerda de la horca (lo que a la larga será clave en la trama).

Y no faltan desde ya los naipes, los cementerios, la dinamita, las prostitutas y ni hablar de los agujeros de bala humeantes y gloriosamente atravesados por la luz en el ala de un sombrero, en el cuerpo de un duelista o incluso en una cabeza, permitiendo a su través ver toda la calle en longitud.

La banda sonora de Alan Silvestri contribuye a todo ello y realza el clima épico con las clásicas trompetas que remiten a México, aunque se extrañan los no menos clásicos silbidos de aquellas películas o los rasgueos de guitarra y redobles percusivos que acompañaban el galope de los caballos (aunque aquí no hay muchas cabalgatas). Cabe incluso preguntarse si no hubiera sido bueno convocar a Ennio Morricone, pero tal vez el homenaje se hubiera hecho demasiado redundante y podía parecer autotributo.

De todos modos y más allá de tanto sesgo itálico, el filme no vacila en rendir también culto a los clásicos westerns del Hollywood de los cincuenta y, siendo una película que gira de manera casi excluyente en torno a duelos, no es de extrañar que el más homenajeado sea Solo ante el Peligro (conocido en la mayoría de América Latina como A la Hora Señalada), lo cual se hace especialmente evidente en las insistentes tomas del reloj con la tensa marcha de las agujas anunciando quizás una próxima muerte.

No hay que creer, de todas formas, que Rápida y Mortal sea lisa y llanamente un homenaje o una parodia. Hay también elementos más realistas o de denuncia y contemporáneos a la época de rodaje, como la alusión a la prostitución infantil, por ejemplo.

Y no faltan, desde luego, los inconfundibles toques personales de Sam Raimi, bastando unos pocos minutos para darnos cuenta de que, lejos de tomar al filme como mero trabajo de encargo, le adosó su sello personal, particularmente notorio en los zooms (de acercamiento o alejamiento), en los planos detalle (ya sea de armas, ojos o dientes podridos), las cámaras lentas, los giros de trescientos sesenta grados alrededor de los personajes o las cámaras subjetivas que acompañan a una bala en su recorrido, todos elementos muy caros a su filmografía.

Junk Food Cinemas

Entre los actores, las palmas se las lleva, por supuesto y vaya novedad, Gene Hackman, componiendo a un villano tan odioso como impagable. Russell Crowe está bien sin brillar y lo mismo DiCaprio, más allá de que su personaje sea absolutamente insoportable de tan arrogante y que le hubiéramos visto anteriormente mejores trabajos.  Faltaban unos pocos años para que, quizás obnubilado por el éxito, comenzara a repetirse y encasillarse en personajes muy similares hasta recuperar, a partir de 2002, buena parte de su veta perdida sin alcanzar el vuelo de aquellos soberbios trabajos de adolescencia.

No sé qué decir de Sharon Stone. Compone a un personaje fuerte como es en ella costumbre, y bastante alejado del perfil que la impuso como sex-symbol en los noventa (aunque tiene una escena de sexo con Crowe y el traje de cowgirl es uno de los que más fetichismos despierta junto al de mujer policía, el de diablita o el de colegiala). Pero, a la vez, ese personaje tan ensimismado por el trauma del pasado no le permite una expresividad semejante a la del que había encarnado en Instinto Básico o el que compondría ese mismo año en Casino (aquí retro-análisis), nominación al Oscar incluida.

De todas formas, no calza mal como cowgirl y su Ellen McKenzie rinde, de algún modo, justo homenaje a tantas féminas de armas llevar que habían pasado previamente por el western, como Jane Russell, Joan Crawford, Jennifer Jones, Claudia Cardinale, Brigitte Bardot o Raquel Welch (¡vaya, un día habría que hacer un ránking!). Y mantiene un interesante antagonismo con el personaje de Gene Hackman por un evento del pasado que solo ella recuerda, lo cual queda perfectamente graficado cuando, compartiendo una cena, él está en plan seducirla y ella de dispararle por debajo de la mesa.

Llama la atención, eso sí (o no), que siendo productora del filme y habiendo gritado a los cuatro vientos su obsesión por tener a DiCaprio, termine teniendo con él un beso de boca que no tiene sentido en la trama ni cuadra con nada. No es que me escandalice que ella lo doblara en edad en ese momento, sino que me pongo a pensar cuánto se diría hoy de un productor que, cuarentón y veterano, acomodase el guion de una película para besarse con alguna atractiva actriz veinteañera. Ella misma, de hecho, se quejó de que Verhoeven la había usado en Instinto Básico. Repito: no me molesta el beso, sino el doble discurso…

Valoración y Legado

Seguramente habremos oído muchas veces decir que Vincent van Gogh vendió una única pintura en vida: no es tan cierto, aunque sí es verdad que fueron poquísimas. ¿Pero por qué no pudo vender más habiendo pintado casi mil? Porque el pobre Vincent estaba fuera de época: su afligente pesimismo no encajaba con la relajada calma de los impresionistas, como tampoco con la fe en el progreso indefinido y el marcado optimismo que caracterizaban a la “Belle Époque”. Tiene sentido, por lo tanto, que sus obras se hayan valorizado después de la Primera Guerra Mundial, cuando el contexto estuvo dado…

Supongo que entienden hacia dónde voy y quizás puedan estar ahora recriminándome que la analogía suena a demasiado para hablar de un simple western, pero mi punto es el siguiente: si le pasó a quien quizás haya sido el más grande artista de la historia (me hago cargo), ¿por qué no podía pasarle a Sam Raimi?

Junk Food Cinemas

Rápida y Mortal es una película de duelo y de venganza, pero sobre todo un western hecho para cinéfilos, ya sea en el mejor o peor sentido del término, pues hay que haber visto muchas películas clase B de sábado a la tarde o bien de relleno en los antiguos programas dobles y triples de los cines para entender de qué va el asunto…  

E hizo falta que Tarantino transitara ese mismo camino para que ojos de público y crítica se posaran en una película como esta. No recuerdo haberlo oído o leído manifestarse sobre Rápida y Mortal, pero se me ocurre que le habrá gustado…

No solo es una película que resiste el paso del tiempo, sino que además y a la inversa, rejuvenece con el mismo en la medida en que nos es posible relacionarla con mucho de lo que vino después para terminar así diciendo que abrió un camino donde todavía no lo había.

Tiene una trama simple, pero atractiva, ingeniosa y bien llevada. Y al darle un papel tan central a los duelos como motor de la trama, acierta en la quintaesencia de aquellas antiguas películas del oeste en que lo que más esperábamos (y quizás lo único) era el momento del duelo final.

¿Pero por qué esperar tanto cuando se pueden tener duelos durante prácticamente toda la película? De hecho, me parece desafortunado el título en castellano (tanto para España como para América Latina), pues “rápida y mortal” pareciera referirse a dos cualidades aplicables al personaje de Stone, pero “the quick and the dead” (el rápido y el muerto) define por oposición las dos puntas de un duelo de pistolas, que es justamente lo que aquí impregna y da sentido a la historia de principio a fin.

En ese sentido, Rápida y Mortal es la película que hubiéramos querido ver en aquellos días en que consumíamos horas y horas de western. Y los detalles inverosímiles que la pueblan son los que a la vez le dan significado, pero eso es algo que quizás no fuera muy entendible en 1995. Si además sumamos buenas actuaciones y un villano inolvidable, el cóctel está servido…

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Lo que Sam Raimi, director personal como pocos, hizo con el western en esta película es lo mismo que Tarantino haría ocho años con el cine de artes marciales en Kill Bill. Rescatarlo del cesto de basura para dar su justo lugar no solo a un género, sino a toda una subcultura que no solo marcó muchas de nuestras vidas, sino también, desde las sombras y lejos de las ceremonias de premios, la historia del cine mismo.

Hasta la próxima y sean felices…

Rodolfo Del Bene
Rodolfo Del Bene
Soy profesor de historia graduado en la Universidad Nacional de La Plata. Entusiasta del cine, los cómics, la literatura, las series, la ciencia ficción y demás cosas que ayuden a mantener mi cerebro lo suficientemente alienado y trastornado.
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