De todas las plataformas de streaming que pueblan esta vasto mundo, Apple TV es la que más me desconcierta. Primero, por su tremenda inversión en sus producciones sin tener en cuenta la audiencia (ahí tenemos See, una de las series más caras de la historia de la televisión). Segundo, por su nefasto acierto con (algunas) películas. Ahí tenemos Argylle, El abismo secreto o La fuente de la eterna juventud como ejemplo. Por suerte, la serie Smoke demuestra la buena forma de la plataforma en su buen hacer con las series, por lo que vamos a analizarla capítulo a capítulo, exceptuando este artículo inicial centrado en los dos primeros episodios, estrenados conjuntamente.
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Smoke toma como punto de partida un podcast basado en hechos reales llamado Firebug, presentado por Kary Antholis, cortometrajista y documentalista ganador del Oscar y el Emmy.
La serie se centra en dos investigadores. Dave Gudsen (Taron Egerton) es un antiguo bombero traumatizado por su experiencia en un incendio que acaba trabajando como investigador de estos. Ante la presencia de dos pirómanos que están cometiendo distintos atentados por toda la ciudad, recibirá la ayuda de una detective ex marine, Michelle Calderone (Junee Smollet).
La serie está creada por Dennis Lehane, el conocido escritor de la novela Mystic River (tremendo peliculón) y Shutter Island (más de lo mismo). Su experiencia en televisión se inicia con la magistral Encerrado con el diablo, miniserie de Apple TV también con el protagonismo de Taron Egerton.
Crítica de esa obra maestra llamada Encerrado con el diablo.
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Sin embargo, el hecho de que Lehane esté detrás de la serie no implica que el tono de la serie sea el mismo.
De hecho, en principio Smoke es una serie aparentemente previsible que juega a combinar dos caracteres contrapuestos, cada uno con sus propios problemas, para enfrentarse a unos criminales imprevisibles.
El primero, Gudsen, interpretado por ese titán llamado Taron Egerton que siempre acierta con sus papeles (ahí está la saga Kingsman, Rocketman, Tetris o Equipaje de mano para demostrarlo) porque llena la pantalla con su mera presencia; es un ex bombero atormentado por el fuego pese a que no quiere reconocerlo. Posee una máscara en forma de sonrisa frente al hecho de que le toca ser un padrastro.
El segundo es una mujer que ha sufrido las consecuencias de tener una relación extramatrimonial con su superior, que no ha aceptado un no por respuesta y la ha condenado al ostracismo, por lo que está deseando volver a la primera línea y, para ello, tiene que detener a los pirómanos. Cueste lo que cueste.
La química entre Egerton y Smollet es tremenda y va a más conforme avanzan los dos primeros episodios. En este sentido, Smoke es una serie con más humor que Encerrado con el diablo.
Y luego está el fuego, un personaje más magníficamente reflejado en la serie, tanto en su forma física como cuando es un objeto de destrucción, por distintos motivos, de los dos pirómanos. Uno de ellos parece ser un ser tímido y retraído que trabaja en una cadena de comida rápida. El otro es un joven capaz de sortear todo mecanismo de seguridad con tal de conseguir su objetivo y del que conocemos su identidad a final del segundo episodio.
En ese sentido, la serie, en estos dos primeros episodios, avanza con continuos giros narrativos inesperados que mantienen el interés. En próximos análisis sí que entraré con spoilers en las distintas revelaciones que Lehane nos vaya entregando, pero en este artículo me centraré en las virtudes de una serie que da lo que promete, un entretenimiento notable que bien merece un visionado.
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