The Marvels ya está en Disney+. En Lascosasquenoshacenfelices se ha producido un hecho histórico: por primera vez, nadie de la web ha ido al cine a ver un estreno Marvel y hemos esperado a su estreno en streaming para traeros la crítica. Y una vez vista, hicimos bien. Gastarse el dinero en la entrada de semejante despropósito debería ser delito. Vamos al lío.
Otro lío multiversal
The Marvels engancha con el final de la serie de Ms. Marvel, cuando Kamala Khan (Iman Vellani) intercambiaba su cuerpo con la Capitana Marvel (Brie Larson). Aquí descubrimos que en realidad se están montando un trío junto con Mónica Rambeau (Teyona Parris). Juntas van al espacio a luchar contra una mala malísima, cantan una canción, matan a la mala y al final sale Kelsey Grammer y muestra que los X-Men están en una realidad paralela. Y ya.
¿Que el resumen es simple y corto? Pues ya podéis dar gracias de que me haya enterado de algo.
The Marvels presenta varios problemas. El primero es su guion o mejor dicho, la inexistencia del mismo. La película es confusa en sus dos primeras partes. A no ser que hayas visto las películas y las series que la preceden, no te vas a enterar de nada. Yo las he visto y me he pasado una hora preguntándome qué narices me estaban contando.
A eso hay que sumarle unos personajes más planos que una hoja de papel y unos diálogos malos hasta la náusea, tópicos y trillados, dignos de un fan fiction de bajo nivel. Los actores y actrices hacen lo que pueden y es de lo poco que se salva de la cinta pero da vergüenza ajena oír a Samuel L. Jackson recitando sus líneas, que parecen dirigidas a un público instalado en la guardería.
No ayuda que los personajes anden faltos de carisma, en especial esa villana de cuyo nombre no consigo acordarme y que es, sin discusión, el peor villano/villana del UCM. A su lado, el Malekith de Thor: el mundo oscuro es Darth Vader. La historia de venganza de la mala de The Marvels está difuminada y nos importa un rábano.
Y el humor. Un humor de parvulario que continuamente te saca de la película. La escena de la cancioncita, con ese vestuario sacado de las rebajas de una tienda china tras los carnavales de Cádiz, es lamentable. Como lo es la escena en que los gatetes, que aparecen de la nada a media película porque a los guionistas no se les ocurrió otra cosa, tienen que comerse a la tripulación de Nick Furia (quién te ha visto y quién te ve, el mejor espía del UCM reducido a cuidador de gatos) y luego escupirlos para salvarlos.
A los únicos que no se comen (y mira que se lo merecían) es a la familia de Kamala Khan, que si en la serie eran un buen contrapunto, aquí compiten en dura pugna con la familia de Jaime Reyes, alias Blue Beetle, por ver quién da más vergüenza ajena.
Otro punto a destacar (negativo, que casi nada hay bueno) son sus efectos visuales. Si alguien creía que los de Ant-Man y La Avispa: Quantumanía eran malos, que se vaya preparando. En comparación con los efectos de The Marvels, los de la película de Paul Rudd parece que vayan a ganar el Oscar. Aquí tenemos unos efectos planos, faltos de profundidad, donde se nota la pantalla verde como nunca antes la habíamos notado. A eso se suma un maquillaje que parece sacado de un salón del cómic de provincias.
Hemos tocado fondo
Algunos nos resistíamos a reconocerlo pero tras The Marvels, el UCM no puede caer más bajo. En comparación, producciones como Invasión Secreta son una maravilla. Ya solo nos queda que Deadpool se cargue todo el UCM, venga Pedro Pascal (o no) y volvamos a empezar.
¿Cómo hemos llegado aquí? Supongo que hay muchas causas. Como ya he dicho, The Marvels tiene un claro problema de guion, unos efectos especiales malísimos y un exceso de humor que da al traste con cualquier atisbo de épica que pudiera caracterizar producciones anteriores. Y eso, aunque duela y no guste, es culpa de Nia DaCosta, cuya dirección es digna de un telefilm de sobremesa. Hasta los decorados parecen de cartón piedra.
O no. La culpa es más bien de quien la sentó en la silla, llámese Kevin Feige, Victoria Alonso, Bob Iger, o quien sea. Me da igual. No todo el mundo vale para dirigir una película de superhéroes que se supone un blockbuster. Quizás en Marvel y Disney tendrían que dejar de pillar al primer director indie que les pasa por la puerta confiando en que les salvará el tipo.
Diremos más. El grandísimo culpable de este desaguisado es uno que ya se ha largado, un tal James Gunn, con la colaboración de su gran discípulo Taika Waititi. Sí, suya es la culpa de que las últimas películas Marvel parezcan una mezcla desatada entre Aquí llega Condemor (El pecador de la pradera) y Spanish Movie.
La mejor película del UCM, sin discusión, es Capitán América: El Soldado de Invierno. Tras verla, uno tenía la sensación de que el cine de superhéroes había evolucionado sin dejar de ser fiel a si mismo (y la trilogía de Batman de Christopher Nolan no vale, aunque ese es otro tema).
Sin embargo, los hermanos Russo buscaron mejores pastas, digo pastos en Netflix y el gran éxito de Guardianes Payasos de la Galaxia llevó a pensar que por qué no, que si la gente quería cachondeo se lo iban a dar. Al final, la visión de Gunn de lo que es el género de superhéroes es la que se ha impuesto. Que no le pase nada a Superman.
También creo que el principal problema de The Marvels y de las últimas producciones del UCM es el enorme éxito (merecido) de Vengadores: Endgame. Por un lado se generaron unas expectativas en el público imposibles de cumplir. Por el otro, en Marvel y Disney pensaron que todo el monte es orégano, que valía todo y que íbamos a tragar cualquier cosa. Y de esta forma, entre todos, hemos tocado fondo. Un saludo, sed felices.
