Riverdale ha vuelto para su temporada final y continúan los desmadres espacio-temporales de la anterior, que han llevado ahora a nuestros personajes al año 1955. La serie, creada por Roberto Aguirre-Sacasa, es emitida por The CW y en España por Movistar+.
Hola otra vez, riverdaleros… ¿Cómo han estado todo este tiempo? ¿Cómo se han preparado para despedir a nuestros queridos personajes de Riverdale? Pero no nos apresuremos ni lloremos a cuenta, pues nos queda por delante una temporada completa de veinte episodios y ello significa que tendremos Riverdale hasta agosto ya que no está previsto ningún parón en el verano boreal, cosa que sí ocurría en las anteriores.
La última entrega de la sexta temporada había transportado a Archie y sus amigos a una década de los cincuenta muy reminiscente de los cómics de origen. Pues está séptima y última comienza justamente a partir de allí y, por supuesto, viene muy retro, ya que estamos en la que muchos definen como la mejor de las décadas aunque, como este episodio muestra, no todo lo que reluce es oro.
Pasemos ya mismo a analizar este primer episodio de la séptima temporada o, si lo preferís, capítulo 118 del listado total, cuyo título es No te preocupes Querida y con el cual comenzamos nuestra larga despedida de Riverdale. Cumplo en advertir que SE VIENEN SPOILERS DE LA TRAMA y recordarles que pueden leer aquí nuestros análisis previos…
Un Pasado Alternativo
Tal como habíamos quedado al cierre de la temporada anterior, estamos en los cincuenta y si algo lo demuestra es la presentación de los distintos personajes en estilo Días Felices mientras de fondo suenan Bill Haley & His Comets (muy apropiado considerando que un cometa les llevó allí) con el clásico Rock around the Clock, alguna vez traducido de modo insulso y literal al español como “rock alrededor del reloj” cuando lo más adecuado sería “rock en hora” o “rock a tiempo”.
En efecto, han ido a parar a 1955, pero nadie recuerda lo “anterior” salvo Jughead, quien luce sobre su cabeza una corona como en las viñetas originales, además de vivir con su perro Hot Dog en un vagón abandonado y estar impactado por el bajo precio de hamburguesas y cómics.
Sin embargo, pareciera tratarse de un pasado alternativo u otra línea temporal: en ella Betty y Kevin son novios, en tanto que el hermano de Cheryl está vivo, pero no es Jason sino Julian Blossom (Nicholas Barasch), aquel hermano trillizo aparentemente absorbido por ella durante la gestación.
Archie parece bastante más cándido, simplote y sin novia a la vista; vive con su madre Mary (Molly Ringwald) y ha perdido a su padre en la guerra de Corea (por razones obvias era imposible que viéramos a Jeff vivo). Mary está muy impactada por la noticia del accidente que le ha costado la vida a James Dean y le hace prometer a Archie que no usará el hot rod que tiene en la cochera, lo cual le obliga a concurrir a la escuela en bicicleta.
La otra Veronica
Como en aquel ya mítico primer episodio de la serie, hay muchacha nueva en la ciudad y es Veronica Lodge, pero no procede de New York como la que conocemos sino de Los Angeles, en donde viene de codearse, según pregona a los cuatro vientos, con la crema de Hollywood.
Tras presentarse en la escuela a puro glamour (“aun en 1955 Veronica Lodge sabía cómo hacer una entrada” comenta en off Jughead), presume de que sus padres Hiram y Hermione protagonizan la sitcom del momento y de que ella misma ha sido seleccionada para una nueva versión de Sinfonía de la Vida (Our Town). Incluso alardeará despues de haber no solo conocido a James Dean sino de haberse también bañado desnuda con él y hasta arroja el bombazo de que era bisexual.
Su presencia y anécdotas despiertan celos en Cheryl (algo menos segura y avasallante en esta versión), a quien su llegada ha quitado protagonismo, pero encandila a los muchachos y de manera especial a Archie, que la mira y escucha con una sonrisa de oreja a oreja y ojos desorbitados. Sin embargo, no es el único que ha quedado prendido de la recién llegada y cuando intenta acompañarla a la salida del colegio, choca con la realidad de que solo tiene una bicicleta y ella acaba apeándose al auto de Julian que, sin miramiento ni culpa, deja a pie a su hermana.
¿La Mejor Década?
Por un profesor del colegio, Jughead se entera de que el cometa Bailey está próximo a pasar sobre Riverdale. Su rostro se enciende, pues piensa que si el mismo les llevó allí, también podría sacarlos de alguna forma. Pero, para su decepción, lo de “próximo” se refiere a que recién llegará en dos años más…
Necesita encontrar a Tabitha : quizás recuerde algo y pueda, con su habilidad cronoquinética, devolverles a su línea temporal. La joven está regresando de Mississippi junto a Toni con motivo de haber presenciado allí el juicio por el homicidio de Emmett Till, muchacho afroamericano de catorce años de edad a quien han matado por coquetear con una muchacha blanca y cuyos asesinos han terminado absueltos. El caso es real y muy conocido, habiendo incluso dado lugar a una película el año pasado: les dejo link por si quieren saber más…
Lo que queda claro es que por debajo de su fachada naif, feliz y despreocupada, la época esconde realidades oscuras. Y la idea de que por debajo de un mundo que luce cándido y perfecto hay otro terrible y menos visible remite bastante a Terciopelo Azul (David Lynch, 1986), filme también ambientado en los cincuenta del que pueden leer aquí el retro-análisis de un servidor. “Quien diga que los cincuenta fueron la mejor década de la historia – expresa Jughead en off – necesita un examen psiquiátrico”.
Pero cuando intenta abordar a Tabitha, ella parece apenas conocer poco más que su nombre y claramente no tiene “recuerdos del futuro”. A pesar de la decepción, Jughead le transmite su horror y consternación por lo ocurrido en Mississippi, así como su apoyo para lo que necesite.
Cápsula
Descartada Tabitha, Jughead necesita algo que active los recuerdos de sus amigos y piensa en aquella cápsula del tiempo en la que enterraron sus recuerdos (temporada 5, episodio 3) y que quizás haya sobrevivido al desmadre temporal. En efecto, va a cavar y la encuentra mientras una misteriosa silueta le observa desde la oscuridad. Por alguna razón, no encuentra su gorro de lana imitación corona, pero sí los objetos de los demás.
Sin embargo, cuando los cita para mostrarles el contenido y esperar que les despierte algo, le miran como a un lunático y ni qué decir cuando cuenta que en el futuro alternativo Veronica tenía un casino, Betty investigaba asesinatos y Cheryl era poseída por una bruja. Toca fondo cuando propone que Betty y Archie tengan un momento íntimo con una bomba debajo de la cama para así reproducir el inicio de todo y quizás revertir el proceso. Archie es su amigo y lo aprecia, pero le mira mezclando risa con pena…
Boletín Matutino
A todo esto, Toni quiere publicar en el Blue & Gold un artículo sobre Emmett Till, pero por más que Betty la apoye en calidad de editora, le manifiesta con tristeza que no habrá forma de pasar el filtro de los Blossom, principales patrocinadores del periódico local.
El ver las impactantes fotografías del joven muerto hacen, sin embargo, que Betty se consustancie de manera especial y elabore un plan B, consistente en leer públicamente un poema de Langston Hughes que hace referencia al asesinato. Para ello, se vale del boletín matutino de Cheryl, quien tiene así una inmejorable oportunidad de recuperar protagonismo y, además, no está pasando por una buena relación con sus padres, por lo que poco puede importarle lo que piensen.
El director Featherhead queda muy decepcionado, pero no así la profesora de literatura que, conmovida, pide en clase a sus alumnos en clase que se explayen acerca de qué les produjo la lectura del poema y qué opinión tienen al respecto.
Momento de sinceridad
A escondidas de su madre y sabiendo que ni a pie ni en bicicleta va a conseguir una cita con Veronica, Archie saca el auto y, en efecto, se sale con la suya, pero la velada es interrumpida por Cheryl, quien pone en evidencia a Veronica tras haber encontrado en una revista que será Natalie Wood y no ella quien interprete la próxima versión de Sinfonía de la Vida.
Tras el mal momento, Archie intenta consolar a su cita, pero Veronica admite que ha mentido y que está en Riverdale no por decisión propia ni, como dijo, para escapar un poco de la locura de Hollywood, sino porque sus padres prácticamente la desterraron después de que se viera envuelta en el accidente de James Dean por integrar el séquito de chicas que lo acompañaban en otro vehículo.
La cita termina deviniendo para ambos en problemas familiares. Mary rompe en llanto al saber que Archie ha usado el auto a sus espaldas, pues ha quedado muy turbada tanto por el accidente de Dean como por la muerte de su esposo en Corea. Archie la consuela y termina acordando no conducir a más de veinte millas por hora.
Veronica, en tanto, recibe desde Los Angeles una reprimenda por haberse enterado su madre que se ha estado viendo con alguien, lo cual significa que la tienen bajo estricta vigilancia. Por tal razón, cuando los pelirrojos pretendientes se presentan a la puerta del colegio con sus correspondientes vehículos para llevarla a casa, ella opta, en cambio, por irse caminando…
Ángel Guardián del Tiempo
Tras la repercusión local de la historia de Emmett, tanto Toni como Tabitha están decididas a ayudar a la madre del muchacho a difundirla para que sea conocida y se tome conciencia del daño que provoca el racismo. A tal fin, justamente, Tabitha pide a Jughead la ayuda que en su momento este le prometiera.
Pero durante la noche, él vuelve a ser abordado por ella en Pop´s y, para su sorpresa, no es la misma Tabitha sino precisamente la que ha estado buscando: el ángel guardián con poder de cronoquinesis.
Ella le cuenta que el apocalipsis post-cometa no pudo finalmente ser evitado, así que el evento de extinción ha terminado ocurriendo. Alcanzó, sin embargo, a llevarlos a todos a un tiempo alternativo en el que no recuerden nada para así ocuparse personalmente de ver cómo resuelve la maraña temporal creada. Por mucho que Jughead le ofrezca ayuda, Tabitha insiste en que debe hacerlo sola y que él, al igual que sus amigos, deberá olvidar todo para no provocar más alteraciones en la línea temporal. Prefiere más bien que, junto al resto, continúe la lucha por inclinar hacia la justicia al alternativo Riverdale de 1955.
Con pesar, Jughead acaba aceptando y se despiden con un beso, pero apenas ella se marcha, corre a su máquina de escribir para dejar registro de todo antes de que se le olvide. No tiene tiempo: apenas llega a escribir “inclinar…. hacia… justicia” antes de que sus recuerdos queden borrados. Por otra parte y de manera misteriosa, su desaparecido gorro de lana se halla en la habitación, junto a la máquina…
Balance del Episodio
Para tratarse de un regreso tan esperado, no es una entrega que nos haya volado la cabeza pero tampoco un mal episodio. Quizás le faltó algo de ese golpe inicial que tenían las otras temporadas, pero en parte es inevitable, pues siendo Jughead, durante la mayor parte de la entrega, el único en recordar lo ocurrido “antes”, es bastante lógico que la trama se cocine a fuego lento y los enigmas se resuelvan poco a poco.
En ese sentido, este episodio inicial deja más preguntas que respuestas: no sabemos por qué Jughead retuvo desde un principio sus recuerdos, pero es dable pensar que tendrá que ver con los portales de su búnker. Más misterioso es que la cápsula temporal esté enterrada en el mismo lugar en 1955 cuando Archie y sus amigos la dejarán allí más de seis décadas después y en otra línea temporal. O por qué falta en ella el gorro de Jughead y aparece misteriosamente después en su vagón.
La sensación es que hay alguien manipulándolo todo y no parece que sea Tabitha, ya que sería demasiado obvio al ser la única de quien sabemos que puede desplazarse a voluntad entre realidades espacio-temporales. Sospecho entonces que hay alguien más…
La estética retro, como es habitual en la serie, está muy bien cuidada aunque no todavía del todo explotada. Supongo que ello tiene que ver con la primacía que en esta entrega ha tenido la búsqueda de explicaciones al enigma espacio-temporal, así que se puede presumir que irá en cambio adquiriendo protagonismo con el correr de los episodios y más ahora que Jughead tampoco recuerda nada y nuestros personajes, no sabemos hasta cúando, están por completo confinados a los cincuenta mientras Tabitha vaga por allí tratando de recomponer el desmadre.
He extrañado en esta entrega algunos de los momentos divertidos e incluso disparates que caracterizan a la serie y le dan encanto. Pero se me ocurre que ello tiene que ver con que el racismo y el asesinato del joven Emmett han colocado una pátina de seriedad sobre todo el episodio. Se advierte, como ya fue que dicho, que no se busca la nostalgia per se sino remarcar las terribles realidades ocultas de la época por debajo del frívolo cascarón pin-up con que habitualmente se la recuerda.
Por otra parte, no es la primera vez que la serie asume la temática: alcanza con recordar aquella oportunidad (temporada 6, episodio 11) en que nos vimos llevados a los años cuarenta con sus “leyes crepusculares” o a los sesenta con el asesinato de Martin Luther King.
Veremos qué nos trae el próximo episodio y si comienza a darnos algunas respuestas. De ser así, espero que no todas, ya que me gustaría ver a nuestros protagonistas por algún tiempo más en los cincuenta, una década que, más allá de realidades ocultas o invisibles, les calza maravillosamente bien. No olvidemos que, después de todo, esta historia nació en los cómics y es casi un acto de justicia que termine allí…
Hasta la próxima y sean felices…