Después de más de 20 años de su antecesora y de la mano del legendario Ridley Scott, llega a los cines Gladiator 2, secuela de una de las películas más legendarias y épicas de la historia, lo cual ha despertado el escepticismo de la audiencia al tratarse de una continuación que, en principio, parecía innecesaria. Pero, ¿logra estar a la altura?
La película nos presenta como nuevo protagonista a Lucio (Paul Mescal), el hijo de Lucila (Connie Nielsen) y legítimo heredero del Imperio Romano, que, debido a diversas circunstancias, tuvo que huir de Roma para buscar refugio en nuevas tierras. Al crecer en una comunidad númida, Lucio se aleja de su pasado romano y forma una nueva vida. Sin embargo, después de que sus tierras sean conquistadas por el Imperio Romano y de sufrir una tragedia personal, emprende una venganza contra el general Acacio (Pedro Pascal) que lo lleva de vuelta a la ciudad de Roma, esta vez como gladiador, en busca de la oportunidad de matar al general. A su vez, se reencuentra con su pasado y descubre el legado que le ha sido otorgado y que siente que debe cumplir para la ciudad de Roma.
La película, en un inicio, sigue la misma fórmula de su antecesora y podría parecer que va a repetir el mismo camino, ya que la primera media hora es casi idéntica a la primera parte. Sin embargo, tras este tiempo, da un giro a esta estructura y toma un rumbo más ambicioso en la historia.
Esta vez se sustituye la parte más dramática y personal de la película por una más apegada a lo épico y a las batallas, lo que tiene tanto aspectos positivos como negativos. En el lado negativo, el protagonista puede sentirse menos profundo, ya que la película arranca directamente con la acción sin desarrollar previamente la historia, lo cual reduce el impacto emocional de la tragedia que sufre. No obstante, esta visión de la película favorece que los momentos de tensión y épica tengan un mayor peso y se sientan como una verdadera lucha a vida o muerte.
La película, aunque se apoya en la grandeza de la primera entrega, no llega a un punto en que se sienta como un simple refrito. Toma los mejores elementos y los potencia, ofreciendo un resultado en una película más que interesante para el público.
Batallas más que épicas
En la primera película, las batallas en el Coliseo de Roma fueron de las más épicas vistas en cine, y en esta secuela no se quedan atrás. Desde el primer momento, estas escenas son más viscerales y violentas, transmitiendo una sensación de peligro que nos mantiene al borde del asiento en cada una de ellas.
Si bien la película ha generado cierta polémica por su falta de precisión histórica, esto no supone un problema a la hora de disfrutarla. Desde las primeras batallas, el tono queda claro: puede que sean menos realistas, pero esta falta de precisión se compensa con momentos de gloria y destreza de los personajes, que, aunque irreales, nunca se sienten fuera de lugar.
Grandes adiciones a la trama
La película, aunque se apoya en la primera, también muestra marcadas diferencias, especialmente en sus personajes. Lucius es muy distinto a Máximo: mientras que Máximo era un guerrero honorable dispuesto a sacrificar su vida por Roma, Lucius odia Roma, no busca ganarse el favor ni la gratitud del pueblo, y pelea solo por sobrevivir, dejando de lado su pasado.
También los personajes secundarios presentan un cambio importante. El General Acacio es una gran incorporación, ya que es uno de los antagonistas, pero mucho más complejo. No es un general despiadado que mata por placer; al contrario, intenta proteger a sus soldados y lucha con honor. Sus conquistas, sin embargo, le han pasado factura, dejándole atormentado por las vidas que ha tomado y el incierto futuro de Roma. Esta dualidad hace que la relación entre él y Lucius, el gladiador, sea muy interesante.
Los antagonistas principales también destacan. Los nuevos emperadores de Roma, los gemelos Caracalla(Fred Hechinger) y Geta( Joseph Quinn), son personajes despreciables y despiadados que buscan su grandeza personal, sin preocuparse por el pueblo. A diferencia de la primera película, aquí no se busca empatizar con los antagonistas, sino todo lo contrario: su indiferencia hacia el pueblo romano provoca un fuerte rechazo. No obstante, su relación es intrigante, ya que se muestran unidos y se cuidan mutuamente.
Por último, el gran Denzel Washington interpreta a Macrino, un comerciante de gladiadores que lleva a Lucius a Roma para exhibirlo como el mejor gladiador. Macrino es un personaje sumamente interesante que actúa en beneficio propio sin tener aprecio por los demás. Aunque despiadado, es un manipulador calculador y carismático que roba cada escena en la que aparece. Personalmente, considero que la actuación de Washington es la mejor de la película, aportando una gran profundidad al personaje.
La gran ausencia de la película
Una de las ausencias más notables en la película es la del compositor original, Hans Zimmer, quien en la primera entrega creó una de las bandas sonoras más icónicas, hasta el punto de sentirse como un personaje adicional en la historia.
Para esta nueva entrega, Zimmer no ha vuelto, y en su lugar encontramos al compositor Harry Gregson-Williams, quien, si bien realiza un trabajo fenomenal y que no desentona en ningún momento, no alcanza a crear una banda sonora tan emblemática como la de la primera película. A pesar de sus virtudes, la ausencia del compositor original se hace sentir.
El legado que nos deja
La película tiene como tema central el legado y lo que dejamos a los demás tras nuestra muerte. A lo largo de la historia, se encuentran referencias a la obra original, pero no están allí sin más: cumplen el propósito de representar ese legado que dejamos en vida, y que aunque esta termine, podemos inspirar a los demás y darles algo a partir de lo cual construir el suyo propio.
Ridley Scott realiza un trabajo fenomenal al dar forma a sus personajes, evocando cierta nostalgia por la primera película, pero también logrando que el espectador se interese profundamente en los nuevos protagonistas. Además, mantiene una tensión constante que nos mantiene al borde del asiento en todo momento, haciendo que estemos ansiosos por ver el desenlace de la historia. Tras algunos altibajos en su filmografía reciente, Ridley Scott vuelve a dar en el clavo con Gladiator 2, demostrando por qué sigue siendo uno de los mejores directores en activo.
Gladiator 2 es una película que se sostiene por sí misma y que, con un enfoque aún más ambicioso que su predecesora, logra ser una obra sumamente disfrutable. Se trata de una de las mejores experiencias que se pueden vivir en una sala de cine para apreciar la épica en todo su esplendor. Aunque no alcanza el nivel de la primera, nadie puede negar que es una película sobresaliente, que además ofrece una reflexión poderosa sobre el legado que dejamos en la vida de los demás.
Pueden encontrar nuestro Retro Analisis de Gladiator para revisitar la antecesora a está película
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. Retro – Análisis: Alien, el Octavo Pasajero
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. Crítica de El Último Duelo (2021)
. Crítica de La Casa Gucci (2021)
¡Un saludo y sed felices!
Gladiator 2 es una buena película para disfrutar en el cine. Es grandiosa y digna secuela, pero es peor que la primera. Menos épica y menos profunda. Buena peli, pero lejos de ser grandiosa. Hay que verla en cine