Apple TV+ es una plataforma que no tiene miedo a ofrecer series que se salen de la norma y ofrecer historias originales y que no tendrían cabida en ningún otro sitio. Podemos hablar por ejemplo de las magnificas Separación o Sugar o incluir una de sus últimas novedades: Sunny. Estamos ante una serie de diez capítulos de unos 35 minutos de duración que adapta el libro homónimo de Colin O’Sullivan y que ofrece una curiosa mezcla entre ciencia ficción, humor, drama y thriller, todo ambientado en un Japón del futuro próximo donde la tecnología robótica se ha integrado en la vida cotidiana.
Este batiburrillo de géneros puede parecer exagerado, pero si vemos quienes están detrás de la serie a lo mejor extraña un poco menos. La productora de Sunny es A24, famosa por películas como Ex Machina, Midsommar, la reciente Civil War o la exitosa Todo a la vez en todas partes (Oscar a la mejor película). A24 lleva un tiempo queriendo replicar su éxito en el cine en el mundo de las series con productos como Irma Vep, Ramy o Euphoria, buenas historias, pero a las que faltan las dosis de “locura” de las películas que hemos citado. Así que aquí tenemos Sunny, una serie que tiene todos los ingredientes que hacen grande a A24 y que ha encontrado el lugar idóneo para su visionado en la plataforma de la manzana.
La sinopsis que nos ofrece Apple TV+ de esta serie es la siguiente: Sunny está protagonizada por Rashida Jones en el papel de Suzie, una mujer norteamericana que vive en Kioto (Japón) cuya vida se ve trastocada cuando su marido y su hijo desaparecen en un misterioso accidente de avión. Como “consuelo”, le entregan a Sunny, uno de los nuevos robots domésticos fabricados por la empresa de electrónica de su marido. Aunque al principio a Suzie le molestan los intentos de Sunny por llenar el vacío de su vida, poco a poco entablan una inesperada amistad. Juntos, descubren la verdad de lo que le ocurrió a la familia de Suzie y se ven envueltos de manera peligrosa en un mundo que Suzie no sabía que existía.
Desde el principio queda muy claro que estamos ante una serie “especial”, con una secuencia de apertura espectacular donde un robot con pinta de “angelito” se dedica a matar a gente como si fuera un asesino en serie salpicando la pantalla de sangre. Y pronto empiezan a aparecer los misterios. Suzie odia los robots, por eso no deja de molestarle que todo el mundo insista en que su marido Masa (Hidetoshi Nishijima) diseñaba robots, cuando a ella siempre le había dicho que se dedicaba a fabricar frigoríficos.
A todo ello se suma el repentino interés que despierta Suzie en todo el mundo a pesar de ser claramente una persona antisocial con serias dificultades para relacionarse con el mundo. Pronto veremos como la yakuza parece estar implicada de alguna manera en la muerte de Masa y quiere algo de Sunny, ante lo cual Suzie empieza a albergar esperanzas de que su marido y su hijo puedan estar vivos de alguna manera.
La serie navega así entre varios géneros, desde la ciencia ficción con la desconfianza que despierta la inteligencia artificial pasando por el drama que se genera en la perdida de los seres queridos y lo difícil que resulta la aceptación de su muerte hasta llegar al thriller, cuando Suzie y los aliados que va encontrando por el camino decidan investigar que hay realmente detrás de la muerte de Masa y su hijo. Y todo condimentado con un curioso sentido del humor que en muchas ocasiones más que sacar la sonrisa del espectador lo acaba descolocando un poco.
El eje de la serie va a ser la relación entre Suzie y Sunny. Como si estuviéramos ante buddy-movie, la mujer y el robot empiezan con mal pie ya que Suzie desconfía instintivamente de las máquinas. Pero poco a poco Sunny se irá ganando su confianza demostrando ser un apoyo constante y la clave para descubrir que es lo que está pasando. Esta relación permite a los responsables de la producción ahondar en un tema que tiene mucha importancia en la serie. Y no es otro que la soledad, esa soledad a la que Suzie parece estar condenada y que vemos subrayada porque nuestra protagonista no sabe hablar japones y necesita siempre ir con un dispositivo que le sirve de interprete. Tal vez la solución para esta soledad crónica pueda ser una máquina…
Uno de los aspectos a subrayar de esta serie es que tiene una peculiar manera de contar su historia. Hay constantes saltos temporales que a nos llevan a conocer el pasado de sus protagonistas descolocando a veces al espectador. Sensación que se agiganta en algunos episodios como el noveno, en el que directamente nos sumergimos en la mente robótica de Sunny para, a través de un peculiar concurso japonés, conocer su pasado. No dudo que estas escenas tengan un gran creatividad y originalidad, pero hay que hacer un gran esfuerzo para saber lo que estamos viendo. Un problema que se ve agravado por un ritmo algo irregular en el que en algunos episodios no pasa prácticamente nada de interés para que luego tengamos otros en los que parece que la información desborda la pantalla, aunque luego queden bastante interrogantes sin contestar.
Otro elemento a destacar es su cuidado diseño de producción, que crea un futuro cercano, familiar y extraño, con una paleta de colores y una estética que sirven de contrapunto perfecto para la peculiar narrativa de la serie. Los robots, en particular, tienen un aspecto retrofuturista que parece sacado de las películas de los años 60, con ese aspecto a la vez tosco y encantador, totalmente necesario para que podamos empatizar con Sunny.
En cuanto al papel de los actores, la actuación de Rashida Jones dando vida a Suzie tiene parte buenas y parte mala. En la buena está que nos creemos siempre el conflicto interior de la protagonista, navegando entre el dolor de perdida y la incredulidad por la situación en la que se ve metida. Lo malo es que al final el personaje acaba haciéndose un poco cargante y no ayuda precisamente que Rashida Jones siempre tenga la misma cara mezcla de estreñimiento, tristeza y borrachera. Los secundarios si que rallan a un nivel notable, sobre todo Judy Ongg, como Noriko, suegra de Suzie, que aporta el necesario alivio cómico, y la música Annie The Clumsy que en su debut actoral encarna a Mixxy, una camarera que se acaba haciendo amiga de Suzie dando frescura y dinamismo a la historia.
Por último, señalar que, aunque en el último episodio parezca que la serie va a quedar cerrada y bien cerrada, hay un giro final (que se veía venir, todo sea dicho) que deja todo abierto y cuya solución dependerá de que haya o no segunda temporada.
En resumen, Sunny es una arriesgada propuesta que mezcla muchos géneros para ofrecer una historia de misterio interesante con una ambientación fresca y divertida que no dejará indiferente a nadie. La manera en que está contada la historia hace que estemos ante una serie para paladares exigentes, lejos de buscar ser una producción de consumo rápido. Es una pena que ciertos problemas de ritmo y algunas decisiones narrativas alejen a Sunny del olimpo de las grandes series, pero aún así, merece la pena dar una oportunidad a la historia de Suzie y Sunny y dejarse llevar por su universo colorido y triste y alegre a la vez.