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Crítica de The Prom: ¡Viva el brillibrilli!

No sabemos que le ha dado a Netflix con los musicales este pasado mes de diciembre pero el caso es que, entre otros, nos ha traído lo más esperado de Ryan Murphy, el músical The Prom. Vamos al lío para ver el resultado (aunque por el título ya podréis deducir que a mi me ha encantado; soy muy de musicales, que le vamos a hacer).

Bienvenidos a Indiana

The Prom es la adaptación de una obra de Brodway que cuenta como Emma, una chica de un pequeño pueblo de Indiana, revela a su comunidad que es lesbiana y que pretende ir al baile de graduación (the prom, como lo conocen en aquellos lares) con su novia. Eso no cae nada bien a las mentes bienpensantes del pueblo y más en concreto a la presidenta de la asociación de padres, que pretende suspender el baile, no sea cosa que todos los asistentes se conviertan al lesbianismo.

Como no podía ser de otro modo, el tema salta a internet y se convierte en la causa de un grupo de actores que acaban de fracasar en un musical, no por malo sino porque ellos caen mal y son muy egocéntricos. Dispuestos a demostrar que son generosos y grandes activistas de lo que sea, se desplazan al pueblo de Indiana para ayudar a Emma en su causa, quien por cierto no se lo ha pedido.

Ryan Murphy a lo suyo

Como ya hemos señalado, The Prom es un musical. Eso quiere decir que todos cantan y bailan a la primera ocasión que tienen y ya de paso Ryan Murphy aprovecha para hacer una crítica al puritanismo, a la intolerancia, al divismo de las estrellas y a todo lo que se le pone a tiro. Y lo hace con la sutileza de un elefante en una cristalería. Nada de dobles lecturas, triples lecturas o capas de lectura. Directo y a saco, queda perfectamente reflejado quién es quién y lo que piensa cada uno y lo que piensan director y guionistas sobre el tema. A destacar el tema Love Thy Neughbor, donde Andrew Rannells (el gran descubrimiento de la cinta) les escupe a todos los intolerantes las contradicciones de sus argumentos.

Por si fuera poco, nada de buen gusto y glamour. The Prom está lleno de colores chillones y brillibrilli por todos lados, rozando la horterada, aunque también es verdad que esos bailes de graduación tan americanos son lo que son. Quizás por eso el tono kitch encaja perfectamente en la historia. A todo eso le sumamos que las canciones, sin ser gloriosas, desprenden buen rollo y ritmo en cada nota. Y por si fuera poco, la fanfarria que suena en cada una hace que, con el volumen a todo trapo, resulte inevitable caer rendido ante The Prom. ¿Se lo podría haber currado más en los números musicales? Pues si. Esto no es El gran showman pero hay cosas peores. Probad a ver Dolly Parton: Navidad en la plaza y ya me contaréis (si, juro que la he visto peró no haré crítica sobre ella porque me exigen un mínimo de palabras y no llegaré).

Palos injustificados

Una de las ventajas de escribir sobre una película cuando ya han pasado unos días de su estreno es poder leer las críticas profesionales y ver si coincides o no con ellas. En este caso ya sabía cuando vi The Prom que la mayoría habían sido un “si pero no”. Es decir, no es una mala película, entretiene pero tiene sus defectos. Sin embargo debo decir que esos defectos me parecen un poco traídos por los pelos. Quizás es que del creador de Glee esperábamos más.

Muchas de esas críticas inciden en la interpretación de James Corden. Corden es heterosexual y para algunos ha caricaturizado al personaje pero yo pregunto: ¿de verdad alguien piensa que la interpretación de James Corden (que puede caer mejor o peor pero es un buen actor) no está supervisada y dirigida por Ryan Murphy, quien recordemos que es homosexual y activista de los derechos LGTB? ¿Ryan Murphy ha permitido una caricatura de los gays? Creo que para nada. Es más, Barry Glickman no se diferencia mucho de Cameron Tucker y nadie le arreó a Eric Stonestreet con la saña con la que le han dado a Corden.

Igual que creo que todo lo que la película tiene de hortera y de mensaje directo es totalmente intencionado y que las críticas hacia esos aspectos es de alguien que no puede o no quiere entrar en el juego. Si aceptamos todo eso, The Prom es uno de los mejores musicales exclusivos de Netflix, lo que no es poca cosa. Yo me lo he pasado bomba y ya me he pillado una americana como la que luce Keegan-Michael Key en la escena final. No me extrañaría que con tanto buen rollo, The Prom se convierta en un clásico de esos que ves una vez al año. Un saludo y sed felices.

Pedro Pérez S.
Pedro Pérez S.
Aficionado también al cine, las series de televisión, la literatura fantástica y de ciencia ficción, a la comida, la cerveza y a todas las pequeñas cosas que nos hacen felices.
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