Bienvenidos, auténticos creyentes, a La Tapa del Obseso, la sección de Raúl Sánchez.
Ha sido un día duro, ¿verdad? Se ha hecho larguísimo. Hubo momentos en los que has estado ahí, solo, en esa mesa en la que echas horas y horas, deseando huir. Pero eso ya pasó. Dame un abrazo. Estás En las cosas que nos hacen felices. Aquí nadie puede hacerte daño. Bueno, excepto que quieras que te hagamos daño, que tendremos que llamar a Sofía, experta del blog en tiburones. Pero, descartando eso, estás en el lugar de la felicidad. Y, vamos a decirlo, hablando de la serie de la Felicidad.
Es decir, hablamos del segundo arco de Jojo´s Bizarre Adventure (capítulos del 10 al 26), tal y como puede verse en Netflix. Tal y como lo ha creado David Production. El primer arco en hacernos felices ya fue descrito con gran emoción y alegría en un post anterior. No, no me deis las gracias. Y dejad de tirarme ropa interior usada que ya tengo mucha.
Tras la emoción causada por el extrañísimo y, como siempre, original final del primer arco tenemos más. El segundo arco empieza casi 50 años después de que acabara el primero. Un descendiente (Joseph Joestar) del protagonista del primer arco (Jonathan Joestar) toma el protagonismo en la historia. Es otra de las cosas que hacen grande al manga y luego al anime: cada arco es una época diferente y con personajes distintos…aunque algunos vienen de arcos anteriores. Cada arco, al ser épocas y personajes fruto de tales épocas distintas, tienen personalidades muy diferentes. El muy caballeroso Jonathan Joestar da paso el gamberro, astuto y descarado Joseph Joestar. La gravedad decimonónica que aparece de vez en cuando en el primer arco da paso al ambiente alegre y frívolo de los años 20 del siglo XX en el segundo arco. Pero hay una continuidad argumental (los peligros y adversarios de uno pueden haber sido neutralizados pero tiene implicaciones en la siguiente generación) y nexos entre épocas.
https://www.youtube.com/watch?v=O8hSi_EyKVo
Aparecen personajes, como hemos comentado, de arcos anteriores, envejecidos, como secundarios de lujo que ahora ven como los jóvenes hacen lo que ellos solían hacer. Es una solución bellísima artística que está resuelta de maravilla, de un modo natural y cohesionador. Es la solución no encontrada por el cómic superheroico a tener una serie durante años y años con el mismo título, ya sea por conservadurismo o por haber intentado cosas similares sin mucho acierto.
Una vez llegados aquí creemos que la extrañeza y despiporre desde el momento en que el malvado Dio Brando se pone la máscara en el primer acto no puede dar más de sí. Y os equivocáis, estimado y necesitado de felicidad Pueblo. Este arco se centra casi más que ninguno de los tres primeros en una sucesión de peleas (aunque los enemigos no son precisamente numerosos), pero aun teniendo las inevitables reminiscencias a El Puño de la Estrella del Norte (que fue realmente el manga de los años 80: Bola de Dragón se valoró/copió más adelante) empezamos a ver cada vez más una constante. Es decir, que no la hay.
Por hacernos una idea: en este arco el protagonista participará en una carrera de cuadrigas, a lo Ben-Hur, pero tiradas por caballos-vampiro en un estadio lleno de vampiros. Tendrá que vérselas con soldados nazis con tecnología steampunk, con cañones saliéndoles del cuerpo. Se enfrentará a seres casi todopoderosos con unas canicas. Y usará su más secreta técnica, esa que únicamente usa cuando todo lo demás está perdido…que no revelaré para no estropearos la risa cuando la veáis. Pero que es una genialidad más: en peleas a vida o muerte trascendentes para el mundo es prácticamente lo único que no te esperas. Aunque será en el tercer arco cuando el despiporre y el maravilloso caos creativo encauzado de modo coherente irá aún a más, aquí ya lo empezamos a ver en varias peleas. Que, como suele ser normal, no es una competición de ver quién tiene más unidades de combate, sino un ajedrez y una batalla mental. Una competición de ver quién es más listo, quien aprovecha mejor las habilidades que tiene. Bueno, y también quien ganaría un concurso “Míster Orgullo Gay”, vamos a decirlo todo: es también parte de su encanto. Toda la vestimenta glam, toda la estética andrógina, toda la más que evidente fascinación por la moda italiana, todas las poses corporales absurdas. Todo ello, dentro de un carácter, estética y lógica únicos.
Podemos decir, gente que buscáis Felicidad, que de nuevo David Production lo ha vuelto a hacer. En el tema manga vs anime hay de todo y no hay una norma fija, pero aunque podamos decir que el manga es superior el trabajo de adaptación es más que notable. Otra vez han hecho un trabajo de adaptación y modernización al siglo XXI encomiable. Es cierto, como dijimos antes, que se gustan más en las partes más cómicas de la trama y no dedican tanto a las partes más dramáticas. Es cierto que Joseph es un personaje eminentemente raro, extraño y muy poco habitual para un manga/anime de peleas, es cierto que sus momentos de inmadurez y poca seriedad inundan la historia, pero también es cierto que es su mejor amigo el que quizás sale perdiendo con este enfoque. Es una pena.
El ritmo de la historia es idéntico al del manga: lento al poco de empezar y luego acelerando cada vez más, hasta el delirante, extraño y maravilloso final. Es quizás, también, una de las pocas series o mangas en las que aparecen retratados algunos soldados del ejército nazi como personajes con nobleza y que ayudan en la defensa de la Humanidad. Es, otra vez, algo rarísimo que no debe confundirse con una apología del nazismo. Es simplemente un grupo de soldados alemanes que, de hecho, ponen a la Humanidad por encima de su patria. Alguien que pone al ser humano en su conjunto por encima de los intereses de su país no es que tenga poco de nacionalista: es que es complicado de asimilar como fascista.
Y así acaba el segundo arco, también corto, pero muy intenso. Es la preparación perfecta para el siguiente arco, aún no en Netflix, que mejora muchísimo más a los dos anteriores: Stardust Crusaders, el arco más conocido de esta mítica serie japonesa. Y el que, de momento, a mí me hace más feliz. Porque de esto va todo, amado y cansado Pueblo. De ser felices.
Sed felices.