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Las 10 mejores películas españolas de 2024

El cine es de todo menos objetivo; por eso cabe dejar claro, antes de aventurarme con el listado, que el título del artículo no se acerca del todo a la realidad, ya que voy a plasmar mi gusto personal e intransferible y debería ser algo así como: “Mis películas españolas favoritas de 2024”.

El año pasado ya escribí un artículo sobre las 15 mejores ─favoritas─ películas españolas de 2023, en el que figuraban títulos de la talla de Cerrar los ojos La sociedad de la nieve y, aunque es complicado medirse a cotas como la vuelta al cine de Erice o la nominación al Óscar de Bayona ─aunque el cine no va de regresos ni, sobre todo, de premios, es algo remarcable─, 2024 nos ha entregado algunas muy buenas películas de las que merece la pena acordarse. He escogido las diez que más me han gustado de más de 50 vistas.

10. Nina de Andrea Jaurrieta

Nina (Patricia López Arnaiz) regresa a su pueblo natal para vengarse de Pedro (Darío Grandinetti) por unos asuntos de su infancia. El reencuentro después de tanto tiempo con su pasado y sus traumas hace que se replantee su actuación.

En su segundo largometraje, Andrea Jaurrieta sorprendió a todo el mundo con una visión renovadora y feminista del western más vengativo y afilado, que ponía su foco en la inacción popular ante casos de abuso sexual y la necesidad de alzar la voz. El drama más áspero surgido del contacto tardío de una magnífica Patricia López Arnaiz ─que volverá a aparecer en el top más adelante─ con su pasado más remoto, converge a la perfección con un furor interno que clama batalla.

La historia se confecciona en un puzzle de dos líneas temporales alternas conectadas por sus imponentes personajes. Grandinetti produce auténtico pavor; es como si en El hombre sin rostro (1993, Mel Gibson) ─una comparación un poco gratuita que me ha venido a la mente escribiendo esto─ Justin McLeod hubiese sido realmente malvado.

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9. El 47 de Marcel Barrena

El conductor de autobús Manolo Vital (Eduard Fernández) desafió al ayuntamiento de Barcelona en 1978 cuando demostró que, a diferencia de lo que se decía, el vehículo de la línea 47 era capaz de subir hasta el barrio marginal de Torre Baró, donde era igual o más necesario que en el resto de la ciudad.

Eduard Fernández es un imprescindible de nuestro cine, más aún un año en que nos ha brindado dos de sus mejores interpretaciones: Manolo Vital en El 47 y Enric Marco en la estupenda Marco

En esta ocasión, el actor se pone al frente de una reivindicación popular sin igual que desprende humanidad y demuestra la fuerza del pueblo unido. Una pequeña gran historia a través del tiempo en que la unión entre la gente que un día fundó el barrio es inquebrantable y capaz de sobreponerse a cualquier adversidad. Un drama social precioso que no se preveía dentro de los grandes éxitos nacionales del año, pero que ha terminado teniendo su justo reconocimiento.

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8. La sombra del tiburón de Gonzalo López-Gallego

Alma (Alba Galocha) está agotada. Cada día se levanta con la desagradable sensación de que algo extraño sucede mientras duerme. Desesperada, coloca una cámara de vídeo en su habitación para intentar aclarar su situación.

En el pasado Festival Sombra de Madrid 2024, me llevé una enorme sorpresa con una película que difumina espacio, tiempo y personajes, abrazando un terror experimental que imprime sus potentes imágenes en la retina y combate la injusticia del mundo.

Alterna su técnica constantemente variando angulaciones, movimientos y encuadres; y un surrealismo críptico, terror persecutorio y facetas de tensión más realista para construir un relato en torno a la figura de la mujer y su naturaleza como víctima, que después invierte para urdir una vil venganza. Es sublime en forma, pero no descuida el fondo y sus intérpretes están soberbios, tanto Denis Gómez como, sobre todo, Alba Galocha.

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7. Las novias del sur de Elena López Riera

Una serie de mujeres maduras hablan sobre sus experiencias reales alrededor del deseo, matrimonio y su íntima relación con la sexualidad. La directora utiliza estos testimonios para cuestionar una relación de madre-hija que se extingue.

Recientemente, Carla Simón nos ha deleitado con Carta a mi madre para mi hijo (2022), un fantástico cortometraje de corte epistolar en el que exponía sus intimidades para tratar la maternidad. Este año, la interesante directora de El agua (2023), Elena López Riera, visitó el Festival de Cannes con esta excepcional pieza documental recientemente galardonada en los Premios César.  Las novias del sur es el testimonio directo de una generación que, con su extinción, arrastra sus propios rituales.

Es la prueba de un mundo cambiante que, más allá de su delicado fondo crítico y reflexivo, sorprende por la naturalidad inusitada con que mujeres ─alguna con más de cien años─ hablan a la cámara sobre amor y sexo; cuestiones de raíz censuradas en el imaginario pasado de su generación.

De la fusión entre metraje de archivo y relato empírico de las mujeres surge una de las piezas más interesantes del año, en que la ternura de sus voces solo es superada por la mágica manera en que la directora las utiliza para articular su personalísima misiva intergeneracional.

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6. La virgen roja de Paula Ortiz

En los años 30 nace Hildegart (Alba Planas), que crece educada estrictamente por su madre Aurora (Nawja Nimri) para desafiar las bases del patriarcado y ser la mujer del futuro. A una temprana edad se convierte en absoluta referente de la sexualidad femenina en toda Europa, pero las pulsiones humanas son irrefrenables y al quedar prendada del joven Abel (Patrick Criado) se ve obligada a desafiar a la férrea institución de su madre.

Es impresionante el talento de Paula Ortiz, que después de siete años sin dirigir un largo, nos ha deleitado con tres delicias ─distintas pero colmadas de estilo propio─ en tres años consecutivos: Al otro lado del río y entre los árboles (2022), Teresa (2023) y posiblemente la mejor de las tres, y su mejor película después de La novia (2015): La virgen roja (2024). Fernando Fernán Gómez ya llevó a la pantalla la historia de Hildegart, aunque más bien la de su madre Aurora, en Mi hija Hildegart (1977), y Ortiz regresa a ella casi cien años después de los sucesos reales haciendo suya la idea de que el ser humano es contradictorio por naturaleza.

Con uno de los mejores pulsos narrativos del año ─Eduard Sola y Clara Roquet al guion─ acudimos a la particularísima historia de dos visiones contrapuestas, en que lo más importante son sus personajes y su combate dialéctico ─así como en Teresa aunque no tan pronunciado─. Aurora erige la impoluta estatua de su hija, que destruye cuando descubre su naturaleza viva: los humanos no son máquinas y el amor y el deseo de libertad son irrefrenables. Una de las historias reales más increíbles llevadas a la pantalla este año, escenificada por una de las directoras más talentosas de nuestro país.

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5. Saturno de Daniel Tornero

“En 2018 mi abuelo fue detenido por abuso de menores e intento de secuestro. Ahora me vuelvo a encontrar con él y me enfrento a sus miradas, sus respuestas y a mis propios sentimientos. Mientras tanto, mi familia se reúne en nuestra casa de campo y lidia con las consecuencias emocionales de haber crecido bajo esta figura paterna”.

Cómo cazar a un monstruo (2024, Tamayo) impactó a todo el que lo vio el año pasado por la osadía de mostrar el testimonio directo sin escrúpulos de un abusador infantil. Saturno, con un perfil más bajo, impacta el doble al ser el abuelo del director el acusado. 96 minutos de documental sentido, sin censura ni tapujos, que más que en los actos en sí y el testimonio del monstruo, busca capturar la reactividad de su entorno más cercano. La figura del padre de Tornero ─hijo del abusador─ es la viva imagen del dolor y la carga heredada, y sin su presencia nada tendría sentido.

No se juzga ni se culpa; las voces familiares buscan amparo y comprensión entre ellas, reflexionando sobre la manera en que, más allá de las acusaciones del abuelo, su carácter a lo largo de la vida ha influido en sus formas de ser. La inhumanidad de lo evidente hace que rebose humanidad en los demás por contraposición. Una de las películas más duras pero interesantes del año.

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4. Bodegón con fantasmas de Enrique Buleo

Rodeados por viñedos y tierras de cereales, los habitantes de un pueblo de La Mancha pasan sus días con normalidad. Unos, los vivos, luchando contra los aprietos de la vida mientras otros, los fantasmas, lidian con los sinsabores de la muerte.

Cinco historias sobre el mismo tapiz castizo constituyen el relato más fresco y agradable que pude ver en Sitges 2024. El humor costumbrista más berlanguiano en convergencia con un sutil realismo mágico propio de José Luis Cuerda, puestos en escena con una decisión artística y un guion que no hace aguas en ningún momento, hacen de Bodegón con fantasmas una joya, y apuntan a su director Enrique Buleo como una promesa a tener en cuenta tras esta ópera prima. Son historias sencillas, como cuentos con toques de sobrenatural, exquisitas e ingeniosas y con más gracia que otra cosa, además plagadas de grandes actores: Jordi Aguilar, Eduardo Antuña, Enric Benavent

No todo podía ser drama y sufrimiento en este top; Bodegón con fantasmas es una película para disfrutar a lo grande y dejarse llevar, tan inteligente en su concepto general como enriquecedora en sus pequeños detalles.

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3. Segundo premio de Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez

Granada, finales de los 90. En plena efervescencia artística y cultural, un grupo de música indie vive su momento más delicado: la bajista rompe con la banda buscando su sitio fuera de la música y el guitarrista está inmerso en una peligrosa espiral de autodestrucción. Mientras, el cantante se enfrenta a un complicado proceso de escritura y grabación de su tercer disco. Nadie sabe que ese disco cambiará para siempre la escena musical de todo el país.

“Esto no es una película sobre Los Planetas“. Las intenciones son claras desde el propio eslogan de la película, pues Lacuesta y Rodríguez, lejos de buscar un biopic convencional sobre el conocido grupo de rock indie, se interesan por la captación del aroma de una época y ambiente determinados. Es un bodegón noventero ─por rimar con el título anterior─ de greñas, CDs y cigarrillos que sin dejar de homenajear a la banda, resulta estimulante para cualquier desconocedor de su música. Es también un ejercicio de estilo que navega en lo visual entre Val del Omar y Wong Kar-Wai, y desdibuja sus límites para huir de lo convencional sin alcanzar ni mucho menos lo experimental.

Un antibiopic de inmensa fuerza visual y conceptual que no construye una expectativa sobre el devenir de sus personajes, sino que se recrea en los procesos de creación y dinámicas de grupo con momentos tan luminosos como oscuros. Un auténtico deleite audiovisual.

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2. Los destellos de Pilar Palomero

Isabel (Patricia López Arnaiz) lleva quince años separada de Ramón (Antonio de la Torre), que se encuentra gravemente enfermo. Cuando su hija Madalen (Marina Guerola) le pide que visite a su padre, su vida da un vuelco por encontrarse con unos sentimientos que creía superados.

Sobre el camino a la muerte hablan también las correctas Polvo serán (2024, Marques-Marcet) y La habitación de al lado (2024, Almodóvar), cada una con su propia mirada y estilo. Pilar Palomero continúa su característica visión verista y exenta de impostura que venía construyendo desde su ópera prima Las niñas (2020), para mostrar el final sin hacerlo, centrándose únicamente en el proceso previo. Un ejercicio humanista que cala hasta los huesos con sus gestos más minimalistas y que, por debajo de su profunda tristeza, alberga el corazón más grande del mundo.

Es alentador descubrir cómo el amor que un día brilló con mucha intensidad nunca llega a apagarse del todo. El final se afronta mejor en compañía y ese baile lento entre padre e hija al ritmo de Lola Flores ─preciosa rima con el de Omero Antonutti y su hija Sonsoles Aranguren al ritmo de un pasodoble en El sur (1983, Erice)─ es la muestra más cálida de ello.

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1. Volveréis de Jonás Trueba

Después de catorce años de pareja, Ale (Itsaso Arana) y Álex (Vito Sanz) deciden separarse y organizar una fiesta para celebrarlo. Aunque sus seres queridos reciben la extraña noticia con perplejidad, ellos se mantienen firmes en su decisión.

Jonás Trueba logra con Volveréis uno de sus mejores trabajos. El realizador subvierte la tristeza inherente a la ruptura romántica, haciendo brotar por antítesis una faceta de inteligente comedia ligera, así como una gran reflexión sobre el ciclo vital y la evolución del amor ─temas muy presentes en su cine─ a través de un juego metacinematográfico, similar al que indagó en Los ilusos (2013) y su anterior Tenéis que venir a verla (2022), que acentúa estas inquietudes y desdibuja la línea divisoria entre realidad y ficción ─al final, no son tan distantes─.

Trueba exalta la cotidianeidad y abre un pequeño agujero por el que, sobre todo a través de conversaciones y relaciones sociales, se cuela la sutil filosofía de la existencia que tanto empeño pone en desentrañar. Una enorme película, divertidísima al margen de su profundidad, en la que por si fuera poco hay un cameo de Francesco Carril (actor habitual del director) e Iria del Río mientras rodaban Los años nuevos de Rodrigo Sorogoyen. Me ha venido al pelo para citar la mejor serie del año.

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Muchas gracias por leerme y ¡ved cine español!

Darío Serrano Gómez
Darío Serrano Gómez
Apasionado del cine en constante aprendizaje. Me gusta ver películas y escribir sobre ellas.
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