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Retro-Análisis: 2010 – Odisea Dos (1984), la secuela más injustamente infravalorada

Revisitamos hoy 2010 – Odisea Dos, digna y valiente secuela de uno de los filmes más icónicos de la historia de la ciencia ficción y del cine en sí.

Siempre es un problema hacer una secuela de un filme que se ha convertido en clásico y mucho más si ha sido rupturista y marcado época como 2001, Una Odisea del Espacio, inmortal obra maestra de Stanley Kubrick. Es por ello que 2010 – Odisea Dos (1984) pisa desde un principio terreno difícil; las comparaciones serán tan inevitables como injustas y al día de hoy, aun con un Premio Hugo y cinco nominaciones a los Oscar, son pocos los que se acuerdan de esta digna secuela con valor y peso propios.

2010 0disea Dos las cosas que nos hacen felices 03

Cuando hablamos de lo injusto de comparar, es porque el filme original es, precisamente, incomparable: en calidad, en estética, en personalidad y en estilo. No es lo mismo 1968 que 1984. El futurismo de Kubrick estaba inserto en su época y, como tal, desafiaba convencionalismos cinematográficos a pura lisergia y psicodelia.

Es un error, de hecho, querer “entender” la película en un sentido lineal porque si bien estaba basada en una historia de Arthur C. Clarke e inserta, como tal, en lo que suele llamarse “ciencia ficción dura” (normalmente proclive a la estricta racionalidad), no tenía sentido que te preguntaras por qué había fallado Hal-9000 o qué diablos significaba ese “niño de las estrellas” al final. En la segunda mitad de los sesenta importaban más las sensaciones que las explicaciones…

Es por ello que cualquier posible secuela dividiría necesariamente aguas entre quienes detestaban la sola idea de dar respuestas a tales enigmas (que en la película original ni siquiera eran planteados como tales) y quienes, por el contrario, las exigían porque les había quedado sensación de historia inconclusa.

Clarke escribió y publicó la novela 2010 – Odisea Dos en 1982 y si bien se comunicó con Kubrick para pedirle, un poco en broma y un poco en serio, que impidiese cualquier intento de adaptación, cambió de idea una vez con el proyecto ya a la vista. Kubrick, en cambio y cumpliendo su palabra, respondió con un rotundo a la posibilidad de dirigirla.

El elegido fue Peter Hyams, quien ya se había rozado con el género en Capricornio Uno (1977) para transitarlo más claramente en Atmósfera Cero (1981), con Sean Connery como protagonista. Pero Hyams no quería filmar un solo segundo de metraje sin el visto bueno de Clarke y Kubrick que, de los dos, parecía el hueso más duro de roer. Sin embargo, obtuvo la bendición de ambos e incluso Kubrick le dejó claro que no le molestaba en absoluto y, simplemente, hiciera su propia película. De hecho, fue lo que Hyams hizo…

Secuela en Marcha

El filme fue conocido en España como 2010 – Odisea Dos y en América Latina como 2010: El Año que hicimos Contacto. El segundo es traducción literal del original, pero el primero es más fiel al de la novela y también más adecuado, pues si es por “hacer contacto”, ya lo habían hecho aquellos homínidos en la escena inicial de 2001.

Seguramente por el carácter icónico de la película de Kubrick, a Clarke le fue imposible escribir la secuela sin basarse más en ella que en su propia historia. En aquella película y a diferencia de la novela en que se basaba, la misión espacial acababa en las lunas de Júpiter y nunca llegaba a las de Saturno. Pues bien: Clarke escribió la continuación como si Saturno nunca hubiera existido, lo que en su momento me confundió un poco porque yo leí ambas novelas antes de ver ninguna película (tenía apenas dos años al estreno de la primera) y no parecía haber correlación.

Como verdadero hombre-orquesta, el propio Hyams se encargó también de la producción, la fotografía y el guion, este último en colaboración con Clarke que, de hecho, tiene un cameo alimentando palomas en los jardines traseros de la Casa Blanca.

En cuanto a la música, así como Kubrick había, en su momento, descartado a Pink Floyd en favor de compositores clásicos como los Strauss o Jachaturián, también aquí hubo un gran descarte y fue nada menos que Tony Banks, eximio tecladista de Genesis cuyo trabajo, sin embargo, no convenció al director, que acabó finalmente confiando la banda sonora a David Shire.

Como particularidad, este último la hizo básicamente con sintetizadores y utilizando orquesta solo en momentos puntuales. Desde ya y como no podía ser de otra manera, es incluida la fanfarria inicial de Also Sprach Zarathustra, de Richard Strauss, para esta altura tan inseparable del filme original que muchos creen erróneamente que fue compuesta para el mismo.

Y si hablamos de referencias a 2001, la película incluye sobre su inicio la frase “Dios mío… está lleno de estrellas”, sin duda una de las más icónicas en toda la historia del cine de ciencia ficción. Además, el elenco repite a Keir Dullea como el astronauta David Bowman (no diré cómo ni en qué contexto), así como a Douglas Rain en la voz de Hal-9000.

La Historia

Han pasado nueve años desde la fallida misión Discovery I, de la cual nada se supo tras acercarse al monolito en las cercanías de Júpiter. El problema es que la nave está a punto de estrellarse contra la luna Ío y si se quere saber qué ocurrió, hay que apurar los pasos para llegar allí. Se halla programada una segunda misión: la Discovery II, pero no llegaría a tiempo. Quienes sí podrían hacerlo son los soviéticos, razón por la cual la NASA acuerda con ellos para sumar tres astronautas suyos a una misión conjunta.

La nave en cuestión es la Leonov y la convivencia a bordo (a diferencia de lo que ocurría en la novela) presenta cierta tensión debido a la escalada militar que tanto Estados Unidos como la Unión Soviética están montando en el Caribe.

2010 - Odisea Dos

Entre los astronautas mencionados se halla Heywood Floyd, director del Consejo Nacional de Astronáutica que ya hiciera acto de presencia en 2001, aunque interpretado en aquella oportunidad por William Sylvester y en esta por Roy Scheider. Sus dos acompañantes son el ingeniero de sistemas Walter Curnow (John Lithgow) y el doctor Chandra (Bob Balaban) que, como creador del ordenador Hal-9000, es el indicado para hallar las razones de su fallo. Entre la tripulación soviética, se destaca Helen Mirren como la capitana Kirbuk.

Las tensiones comienzan apenas los invitados despiertan de la hibernación, pues en la Tierra el conflicto entre las potencias se halla en su punto álgido y a punto de desembocar en guerra abierta. Floyd, sin embargo, se muestra más interesado en el monolito y en los cambios que viene experimentando, así como en la colaboración científica sin importar la nacionalidad: “Nuestros gobiernos se comportan como cerdos; le ruego que no les imitemos”, le espeta a la capitana.

A la larga, la cooperación se irá imponiendo en la medida en que vayan descubriendo que lo que está ocurriendo y, más aún, lo que está por ocurrir en Júpiter es infinitamente más trascendente que cualquier espúreo conflicto armado en la Tierra y hasta podría ser la solución al mismo.

Otros Tiempos, otra Película

Si algo no se puede negar al filme es su sólida factura técnica, bien acorde a una propuesta de “ciencia ficción dura”: el rigor científico se respeta a rajatabla y los efectos visuales van en justa consonancia, lo cual provocará las delicias de los amantes del subgénero si nunca han visto la cinta y le dan una oportunidad.

Las escenas espaciales están muy bien logradas y tienen el nada fácil mérito de hacernos sentir en carne propia la angustia y nerviosismo de los protagonistas como si estuviéramos con ellos en pleno espacio: un suspenso efectivo que no necesita de monstruos ni villanos…

No sabemos si no irá Hal-9000 a fallar nuevamente como ya lo hizo antes con las sabidas consecuencias. Tampoco si logrará la Leonov salir en una sola pieza de “surfear” en llamas la atmósfera de Júpiter. O si Curnow no acabará vomitando y asfixiándose en su propio traje espacial como parece presagiar esa cada vez más acelerada respiración entrecortada que nos taladra con insistencia el cerebro.

2010 - Odisea Dos

Y carcomiéndonos a más no poder en medio de todo ello, la intriga de no saber de qué va el gran evento astronómico que se avizora como inminente (a menos, claro, que hayamos leído antes el libro).

Quienes hayan odiado la cantidad de “preguntas” que dejó el primer filme, pueden tener la tranquilidad de saber que aquí se responden todas y cada una de ellas (de hecho, los diálogos son fundamentales mientras que en aquel eran mínimos), habiendo incluso un flashforward final que nos muestra, en el año 20001, las consecuencias de tales respuestas…

Las actuaciones son sólidas en su totalidad y es hora ya de que alguien dé a Roy Scheider el valor que como actor merece pues, por alguna razón, debió lidiar siempre con el karma de Tiburón, filme al que quedó eternamente pegado sin tener como Richard Dreyfuss, por ejemplo, un Encuentros en la Tercera Fase.

2010 - Odisea Dos

Insisto: no tiene sentido comparar con la original, rodada en momentos en que la salida al espacio no era vista como carrera entre potencias, sino como apertura hacia lo trascendente y, por qué no, metáfora del LSD. De hecho, inspiró a David Bowie a componer la canción Space Oddity, cuya letra hablaba de un astronauta que, en escena muy semejante a la del filme, no respondía ya ninguna comunicación de la Tierra y se sentía, en cambio, subyugado por las estrellas. Tentador relacionar el nombre artístico del músico con el del personaje David Bowman, aunque ya lo había escogido antes y por otra razón…

Pero los ochenta son muy distintos en todo sentido.  Ya para empezar, los diálogos son esenciales en 2010 cuando eran mínimos en 2001.  La película habla además de la escalada militar y sus peligros desde una postura antibelicista bastante más terrenal que la de los hippies.  Incluso más que la novela, en la que, desde un principio, rusos y norteamericanos colaboran de buen grado sin tensiones ni guerra en puerta.

No es la única diferencia: el guion del filme borra por completo a la nave china Tsien que, en uno de los capítulos más terroríficos del libro, se posa sobre el hielo de Europa (el satélite, no el continente) para encontrarse con una sorpresa tan fascinante como escalofriante. Esa omisión me decepcionó un poco cuando vi la película al momento de su estreno porque tenía muchas ganas de ver cómo representaban la escena; pero, bueno, quizás sumar a los chinos hubiera complicado los antagonismos.

Bueno es aclarar que Clarke completó la saga con dos novelas más, tituladas respectivamente 2061: Odisea Tres y 3001: Odisea Final.  Aunque en su momento Tom Hanks manifestó intención de llevarlas al cine e incluso se habló de una serie para SyFy con producción de Ridley Scott, la realidad es que al día de hoy ninguna de ambas posee adaptación a la pantalla.

Valoración Final

Seguramente 2010 – Odisea Dos no es rupturista ni vanguardista como su antecesora, pero sí una más que interesante película de ciencia ficción que deleitará especialmente a quienes hayan disfrutado de Star Trek o de filmes posteriores como Gravity, Marte, Interstellar o Contact. Es posible, de hecho, que sea más apreciada por ese público que por el más estrictamente cinéfilo. Lo paradójico es que ser cinéfilo implica justamente ser capaz de valorar diferentes propuestas poniéndolas en su debido contexto.

Pocas cosas detesto tanto como la tendencia a decir que filmes como 2001, Metropolis, Solaris o Blade Runner no son de ciencia ficción porque están “por encima” de ella. Algo así como decir: “si es tan buena, no puede ser ciencia ficción”. Decir eso es no solo menospreciar el género sino desconocerlo en absoluto: es ignorar lo amplio que puede llegar a ser y las propuestas radicalmente diferentes que es capaz de albergar.

Por lo tanto, señores, y mal que les pese, temo decirles que 2001 ES una película de ciencia ficción, como también 2010. Sublime la primera, más que digna la segunda

Hasta pronto y sean felices…

Rodolfo Del Bene
Rodolfo Del Bene
Soy profesor de historia graduado en la Universidad Nacional de La Plata. Entusiasta del cine, los cómics, la literatura, las series, la ciencia ficción y demás cosas que ayuden a mantener mi cerebro lo suficientemente alienado y trastornado.
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