En el anterior artículo alcancé en mi repaso el ecuador de la filmografía del director estadounidense Sean Baker: Four Letter Words (2000), Take Out (2004), Prince of Broadway (2008) y Starlet (2012). En este segundo y último texto trataré sus últimas cuatro películas. El periodo en que el director de Anora ha desarrollado más su estilo y ha producido sus obras más reconocidas, que le han consagrado como, posiblemente, la cabeza del cine independiente estadounidense del siglo XXI.
Tangerine (Tangerine, 2015)
Durante la víspera de Navidad, la prostituta transgénero Sin-Dee Rella (Kitana Kiki Rodríguez) regresa a su barrio tras salir de prisión y se encuentra con su amiga Alexandra (Mya Taylor), que le informa de que su novio Chester (James Ransone) ha estado engañándola con una chica cisgénero. Ella quiere descubrir la verdad.
Tangerine es de sobra conocida por su gran particularidad técnica, pues se rodó entera con tan solo tres iPhone 5s —además de steady cam y algunos lentes específicos—, dando paso así a una nueva etapa de experimentación técnica de Sean Baker, que se prolonga a sus siguientes largometrajes (The Florida Project se rodó en 35mm y Red Rocket en 16mm). No obstante, más allá de este interés técnico, la quinta película de Baker es realmente admirable en su tratamiento humano, por la forma en que retrata las relaciones de sus protagonistas, nuevamente ubicadas en los márgenes de la sociedad americana.
Si en Starlet se volvía algo más solemne y narrativo, en Tangerine Baker retoma en cierta medida el espíritu naturalista de sus primeras películas, pero con una vuelta de tuerca un poco punk, recurriendo a un montaje acelerado, una cámara que sigue a los personajes casi como si fuera uno más, discusiones en plena calle, música urbana estridente… Es cierto que la película se percibe algo amateur —además, el presupuesto se redujo a menos de la mitad respecto a su anterior trabajo—, pero no en detrimento de su calidad, pues no deja de ser una cuestión de forma, una manera original de construir la mirada verista con que Baker escruta a sus personajes.
El quinto largometraje de Baker no tiene una narrativa muy compleja, pues se pone a plena disposición de las acciones de sus personajes, como suele hacer el cineasta, para, desde el respeto puro, retratar su situación. Tangerine es el ejemplo vivo de los efectos positivos de la democratización de los recursos con el desarrollo de la tecnología, una película impensable décadas atrás, y que resulta extraño no haya creado más escuela.
The Florida Project (The Florida Project, 2017)
Moonee (Brooklynn Prince), una niña de seis años, pasa el verano entre travesuras con sus pequeños amigos en el motel en que viven a las afueras de Disneyworld. Su madre, Halley (Bria Vinaite) y el resto de adultos, tratan como pueden de paliar los efectos de la crisis y no prestan demasiada atención a sus hijos.
Tengo que adelantar que considero The Florida Project la mejor película de Sean Baker y mi favorita entre su filmografía. También es la que le dio más visibilidad. Rodada en un hermoso formato de 35mm, la historia de Moonee cautiva desde su inicio por esa descripción tan pura de la infancia como refugio finito de la inocencia ante un mundo irremediablemente desolado.
El estadounidense vuelve a encontrar la verdad de unos personajes marginales que susbsisten gracias a su humanidad, pese a ser moralmente cuestionables: Halley es una madre terrible pero tiene algo que la hace ser humana, y eso es lo que le interesa a Baker, tomar distancia de los juicios y retratos maniqueos para exponer una realidad cruda pero veraz habitada por unos personajes con sus luces y sus sombras.
Es posible que el impacto de The Florida Project sea doblemente doloroso por la innovación de focalizar la acción a través de una niña pequeña ─y sus amigos─ pues, como decía, esa inocencia, así como los kilos de pintura rosa ya desgastada que recubren el motel de las afueras de Disneyworld en que viven, configuran una suerte de cuento de hadas que da a la película un mayor poso de dramatismo y reflexión.
Los contrastes que marcan elementos como la abstracción infantil, los colores tan llamativos del entorno o la presencia indirecta constante de Disney ─tan lejos pero tan cerca─ frente a la pésima situación económica que viven sus personajes, no hacen más que evidenciar de forma más contundente el profundo drama que expone. La miseria pintada de colores es mucho más dolorosa.
Es la primera vez en la carrera del cineasta en que incorpora a su reparto a un actor profesional de la talla de Willem Dafoe, cuyo personaje es esencial y aporta una gran parte del humanismo que desprende The Florida Project. Un humanismo destilado de las acciones concretas de sus personajes, destellos de luz interna mediante los que se forja la idea de que la única forma de levantarse en situaciones de tal miseria es la cooperación activa entre los de igual condición, pues el sistema está podrido y el pueblo es el único amparo del pueblo.
Red Rocket (Red Rocket, 2021)
Mikey Saber (Simon Rex) fue un reconocido actor porno pero su época pasó y decide regresar a la pequeña localidad de Texas en que creció. Nadie acepta su presencia y el reencuentro con algunas personas, en especial con su exmujer Lexi (Bree Elrod) es duro, pero debe rehacer su vida y econtrar trabajo.
En pleno ascenso de Donald Trump al poder ─la historia se repite─ se desarrolla una historia con humor y tragedia que se encarga esencialmente de describir, de una forma más convencional si se quiere que antes, a una sociedad de clase baja vapuleada por el sistema. En varias ocasiones se escuchan discursos de investidura de Trump en la televisión, pero los personajes están más ocupados mediando con los numerosos problemas de su realidad inmediata, y viven con distancia una cuestión política que les atañe directamente.
Es quizá esta la película en la que Baker utiliza más la política como elemento satélite en la historia, muy indirecto pero presente constantemente, desde el cartel del pueblo que reza: “Make America Great Again!” al porro hecho con la bandera de Estados Unidos que fuman en determinado momento.
El personaje protagonista de Simon Rex, posiblemente el más carismático entre los de Baker y el más moralmente cuestionable al mismo tiempo, irrumpe al comienzo ─en esa suerte de regreso al hogar fordiano─ en un lugar en el que nadie le acepta y se va haciendo cada vez más consciente de ello. Mikey es un hombre perdido y de otro tiempo que ya nada impresiona.
Esas ínfulas de estrella que refuerzan su carácter, se sienten ridículas ante la objetividad de un espectador externo, pues todo lo que sucede no hace más que demostrar la debilidad y falsedad de la coraza que cree poseer. Como si de otro perverso cuento de hadas se tratase, pudiendo establecer una trilogía entre la mentada anterior The Florida Project y la posterior Anora.
Si en sus anteriores películas el director se centraba en el presente de sus personajes y obviaba más o menos su pasado, en Red Rocket altera un poco esa visión, y, pese a que centra completamente su mirada en lo inmediato, construye en gran parte la situación de su protagonista y sus relaciones con los personajes en base a su vida pasada. Tanto Mikey como Lexi son sombras de lo que fueron, y Baker se encarga de enfatizar en esta cuestión aportando una interesante mirada crepuscular sobre el relato.
Anora (Anora, 2024)
La joven prostituta Anora (Mikey Madison) tiene la oportunidad de gozar de una vida de ensueño cuando, por impulso, se casa con el hijo de un oligarca ruso (Mark Eydelshteyn) que ha conocido en su trabajo. Sin embargo, su cuento de hadas se ve amenazado cuando las noticias llegan a Rusia y sus padres ponen en marcha un operativo para anular el matrimonio.
La última película de Sean Baker hasta el momento data de este mismo año y le valió al director la deseada por cualquier cineasta Palma de Oro del Festival de Cannes, consiguiendo consagrarlo aún más. Aunque ya hice una crítica individual de la que considero una de las mejores películas de 2024, la trataré un poco por encima.
Si ya se hablaba de las películas de Baker como oscuros cuentos de hadas en algunos de sus anteriores proyectos, Anora es el ejemplo magno de esta denominación. La denuncia social que recurre el cineasta, hasta el momento explícita en la pantalla, se vuelve esta vez mucho más críptica y soterrada bajo una superficie de vana diversión y fantasía.
En un trasunto de principe azul, un apuesto y adinerado ruso propone la “liberación” a una joven prostituta estadounidense de la que dice haberse enamorado. La chica se ve envuelta en una nube de júbilo imprevista y se embarca en un viaje de amor en que todo parece salirle bien, pero la promesa se descubre envenenada cuando el ruso desaparece, dando paso a un distendido segundo acto que Baker construye desde la más pura comedia en hibridación con el cine angustiante de los hermanos Safdie (Diamantes en bruto), en que la fantasía de su protagonista se desmorona poco a poco, para introducir una reflexión mucho más profunda que cristaliza con esa inmortal escena final.
Podríamos decir que Anora se disfraza de comedia para abatirnos con su trágico trasfondo, más indirecto pero impactante que nunca. Es un viaje de ascenso y caída, en que la ilusión por falta de expectativas juega una pasada fatal a su protagonista, y su labor sexual es determinante para la reflexión final propuesta. Todos los elementos narrativos, tanto de superficie como de fondo, están ligados en la película a través de una construcción visual y narrativa espléndida, que se permite incluso detenerse en ciertos momentos a observar las acciones de trabajadores rasos muy en contraste con la vida lujosa que Baker filma por primera vez, reforzando el carácter analítico social de su obra.
Algunos entienden entienden como una comedia, otros la tachan de burlarse o ensalzar la prostitución, pero creo que estas conclusiones son fruto de una lectura bastante pobre de la película.
Mi top personal
Una vez observada la filmografía de Sean Baker en orden cronológico, aporto también mi lista de sus películas en orden de preferencia.
- The Florida Project (2017)
- Anora (2024)
- Prince of Broadway (2008)
- Take Out (2004)
- Starlet (2012)
- Tangerine (2015)
- Red Rocket (2021)
- Four Letter Words (2000)
Conclusión
Sean Baker es un cineasta y cinéfilo empedernido que, bebiendo de muchas influencias, construye una de las visiones más únicas del cine contemporáneo estadounidense. Un retratista de los márgenes sociales que trabaja a sus personajes y entornos con un respeto desmedido en su representación, sin venderse nunca al morbo habitual.
Además de los largometrajes mencionados, ha realizado algunos otros trabajos menores pero también interesantes como el cortometraje producido el mismo año que su primera Four Letter Words (2000), Hi-Fi, que ya comenté brevemente; o las fashion film Snowbird (2016) y Khaite FW2021 (2021), la primera, sobre todo, muy recomendable.
Bicicletas, cafeterías o locales de comida, su incondicional Karren Karagulian ─amigo y actor que trabaja en todas sus películas (es el Toros de Anora)─ y lentes anchas, son algunos de sus elementos constantes más concretos que definen tan interesante imaginario cinematográfico. Sirvan estos artículos para llamar a adentrarse en él.
Muchas gracias por leerme. ¡Id al cine!