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Análisis de Batman: Caped Crusader (Batman: El Cruzado Enmascarado). Temporada 1 en Prime Video

Desde hace unos días se halla en Prime Video la serie animada Batman: Cape Crusader (traducido para España como Batman: El Cruzado Enmascarado y para Latinoamérica como Batman: El Enmascarado) que, creada por el gran Bruce Timm, reinventa al personaje en tono noir sin renunciar al toque nostálgico por la serie que el mismo artista creara en los noventa. Vista la primera temporada, te contamos de qué va y si vale la pena…

Desde que se supo que Bruce Timm estaría al frente de una nueva serie de Batman, los fans no pudieron ocultar su felicidad por el recuerdo de tantos buenos momentos que ha dejado aquella hoy icónica serie de los noventa. De hecho, mi compañero Máximo coloca a Timm al tope de su lista de los mejores dibujantes que han pasado por el personaje. Lo que es una pena es que Warner (cuándo no) no haya estado a la altura de ese entusiasmo al desechar la serie, pero a la vez una alegría que haya mostrado interés Prime Video y gracias a ello podamos disfrutarla en la plataforma.

Es raro que los créditos iniciales de una serie comiencen por los productores ejecutivos, pero el peso de los nombres involucrados hace que en este caso funcionen como carta de presentación, pues se trata nada menos que de J. J. Abrams, Matt Reeves, Ed Brubaker y James Tucker, además, por supuesto del ya mencionado Bruce Timm, quien es además creador de la serie, aunque no esta vez en asociación con Eric Radomski (quien desde 2010 migró a Marvel).

Y dos de los más grandes y renombrados guionistas de cómic de las últimas décadas, como Greg Rucka y el mencionado Brubaker, aparecen también como escritores de algunos de los diez episodios de veinticinco minutos promedio que componen esta primera temporada, lo que no puede menos que ser una garantía.  Te dejamos a continuación el tráiler para España y luego para América Latina…

 

Bruce Timm nunca quiso que, en caso de hacer una nueva serie de Batman, fuese simple continuación de la de los noventa, sino que se tratara de algo nuevo y que atendiera a las exigencias de un público que, crecido probablemente con aquella, tiene hoy la suficiente edad como para requerir un enfoque más maduro.

Esa es precisamente la idea. Batman: Caped Crusader es una serie que redefine al personaje en un contexto noir que va en consonancia con el tono que diera Matt Reeves a la última película live action sobre el personaje y de la cual se espera inminente secuela. Ello da a la historia un tono más realista pero tampoco es que por el solo hecho de estar involucrado Reeves sea The Batman: los elementos fantásticos están bien presentes, hasta con algún fantasma de pleno título.

La historia está ubicada en los cuarenta con todo lo que ello implica y los fans del cómic hasta podrían considerarla un Elseworlds. El tono de cine negro está repleto de obvias referencias a las películas del género y a la literatura que les sirvió de inspiración. Una de las agentes de policía es aludida como Chandler en obvio homenaje al celebrado escritor. “No es la fuga eterna, es el sueño eterno” dice Harvey Bullock a Harvey Dent deslizando justamente el título de una de las más famosas novelas del antes mencionado. “Es Gotham, Pennyworth”, dice Batman a Alfred remitiendo al “olvídalo, Jake, es Chinatown” con que se cierra el filme de Polanski (aquí retro-análisis).

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Abundan los autos clásicos del tipo Packard o Ford antiguos, así como las ametralladoras Thompson (de las que venían con cargador de tambor), las femme fatales y, como solía ocurrir en el noir, hay una muy fina línea entre delincuentes y policías siendo los segundos (con excepción, claro, de Gordon) tan corruptos como los primeros y con el poder político en consonancia.

La recreación de Gotham City emula deliberadamente a aquellos diseños urbanísticos de los cuarenta, pareciendo más un plano de ciudad que una ciudad en sí misma y si estamos en esa década, se hace inevitable que la estética recuerde en buena medida a aquellos cómics originales de Bob Kane y Bill Finger: retroceden los pechos inflados y cinturas de avispa que caracterizaban a la serie de los noventa y recupera Batman su lugar de detective sin que ello le implique perder su ganada corona como mayor destructor de claraboyas ni tampoco vaya en detrimento de las infaltables escenas de lucha hacia el final de cada capítulo.

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Con respecto a los villanos, la serie no echa mano de los más conocidos del cómic, con tres excepciones notables. El Pingüino no es aquí Oswald Cobblepot, sino Oswalda (¿existe ese nombre?), pues viene en versión mujer (mujerona más bien) y parece sacada de una novela de Chase. Catwoman sigue siendo Selina Kyle, pero no luce el catsuit con que más la identificamos, sino que, haciendo honor a aquellas tiras de la Edad de Oro, recupera el traje morado y tajeado, además de su perfil de ladrona de joyas en soledad. En cuanto al ya mencionado Harvey Dent, es el único cuyo arco sobrevuela la temporada completa y por eso merece párrafo aparte…

El de Dent es un personaje muy bien desarrollado en todo el proceso que va desde su carrera por llegar a fiscal (que ocupa el ochenta por ciento de la temporada) hasta su advenimiento en Dos Caras. Y a diferencia de la versión cinematográfica de Nolan, no es un dechado de virtudes antes del accidente de su rostro, sino que tiene sus grises y, en todo caso, será su elección final del camino correcto lo que le llevará al destino que le conocemos.

La dualidad del personaje está magistralmente explotada y representada: no solo por la moneda (que a decir verdad usa muy poco) sino sobre todo en los planos de su rostro, que se centran en una u otra mitad del mismo según cuál sea el costado de su personalidad que prevalezca.

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Y no es que me esté olvidando de Harley Quinn, quien no es un personaje nacido en los cómics, sino en la clásica serie animada creada por el propio Timm y como tal, era impensable que no estuviese en esta a pesar de que en principio pareciera no encajar en un contexto tan retro. Y así como el arco de Dent atraviesa la temporada completa, el de la doctora Quinzel lo hace con la primera mitad.

No es en este caso su relación con el Joker (ausente durante toda la temporada, aunque algún cliffhanger final podría anunciarlo para la segunda) lo que la convierte en Harley Quinn, sino su propia y oculta psicosis por debajo de la psicoanalista de Bruce Wayne o de la asesora del departamento de policía en lo referente a comportamiento criminal. Y la actitud hacia ella, tanto de Wayne como de la fuerza, se condice con el prejuicio que había hacia el psicoanálisis en aquellos años en que era todavía una disciplina nueva.

Contrariamente a lo que ocurre con Dent, cuyo proceso vemos en el largo plazo, el de Quinzel se da en sombras y no hay en ella un hecho puntual que produzca el cambio que la lleve a ser Harley: más bien es algo que siempre estuvo por debajo de la superficie y no mostraba. Y para tratarse de un personaje tan ajeno al contexto noir de la serie, la forma de insertarla es muy ingeniosa y su poco acorde traje de colores chillones se ve reemplazado por uno amarillo, verde y negro, pero en tonos más oscuros.

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En cuanto al resto de los villanos, no son, como hemos dicho, de los más conocidos, lo que no significa que no hayan interactuado con Batman en los cómics aun cuando alguno pueda haber nacido a la sombra de otro personaje, como el “caballero fantasma James Craddock, que nació en las tiras de Flash.

Firebug o Clayface, por su parte, sí salieron del mundo Batman, pero asumen características algo diferentes y, en el caso del segundo, se acerca más a la versión de 1940 encarnada en Basil Karlo, actor ficticio cuyo nombre homenajea de manera evidente a Boris Karloff.

Especial mención merece Nocturne, personaje que en su momento Fox rechazó introducir en la serie de los noventa por considerarlo demasiado aterrador. No la vemos de todos modos lucir el ceñido traje con que Natalia Knight se ha hecho conocida, sino uno que, de manera deliberada, remite a Wednesday Addams. Curioso y paradójico porque Christina Ricci, que interpretara justamente a dicho personaje en el cine (aquí retro-análisis de la primera película en que lo hiciera) es quien aquí da voz a Catwoman: eso, claro, si ponen el audio en idioma original.

Algunas cuestiones están aggiornadas a los tiempos: el comisionado Gordon, como en la película de Reeves, es afroamericano y lo mismo entonces su hija Barbara que, desempeñándose todo el tiempo como abogada (y sosteniendo incluso discusiones con su propio padre acerca de las garantías para los delincuentes) nunca llega, por lo menos en esta temporada, a insinuarse como Batgirl y sostiene una enigmática relación con Quinzel que muy posiblemente dé lugar a que los más fundamentalistas acaben tildando a esta última como “Harley Queer”.

Fuera de los mencionados arcos de Dent y Quinzel, los episodios son básicamente autoconclusivos, con historias que se inician y se cierran en las cuales los villanos de turno se convierten de inicio en personajes principales, haciendo normalmente presencia Batman en calidad de detective una vez con el misterio ya planteado. Las tramas son ágiles y llevaderas, ayudadas por la descontada excelencia y personalidad del dibujo de Timm en una era en que pareciera no haber otra posibilidad que la animación digital, a lo cual hay que sumar la excelente banda sonora de Frederick Wiedmann que, tanto en películas como en series, acredita una larga experiencia en el universo DC.

Balance de Temporada

Habiendo visto la primera temporada, uno no puede comprender en absoluto que Warner haya dejado escapar una serie como esta. Batman: Cape Crusader logra moverse con solvencia y equilibrio entre la reinvención noir y la nostalgia por los noventa. Con un mayor grado de oscuridad, violencia y lenguaje malsonante, es la serie ideal para quienes crecieron con aquella icónica serie animada pero ahora son largamente adultos y tienen otras exigencias.

Ello, sin embargo, no significa que sea una serie solo para fans. Es obvio que los cultores de Timm o del mundo Batman la disfrutarán de modo especial por reconocer los constantes guiños y referencias, pero eso no quiere decir que no pueda ser degustada también por recién llegados o por quienes, quizás por cuestión de edad o porque simplemente no lo hicieron, nunca vieron la serie de los noventa.

Las tramas, de hecho, son lo suficientemente atrapantes como para mantener el interés a lo largo de los diez episodios que componen la temporada. Solo por poner una pega, algunas de las mismas se resuelven de modo demasiado análogo (aunque en diferente contexto) a otras similares de la serie de los noventa, lo cual es abusar de la nostalgia. Otra pega: la voz de Batman, a cargo de Hamish Linklater, suena demasiado apagada o monótona y aunque el tono gruñido busca emular a la del fallecido Kevin Conroy (referencia inevitable), no logra los matices que este conseguía. Pero ello, una vez más, solo si ponen el idioma original.

Es demasiado temprano para decir si la serie quedará en la historia como aquella, pero esta primera temporada es un gran comienzo promete y el cliffhanger final nos hace esperar con ansias por una segunda. Ojalá la haya…

Hasta la próxima y sean felices…

Rodolfo Del Bene
Rodolfo Del Bene
Soy profesor de historia graduado en la Universidad Nacional de La Plata. Entusiasta del cine, los cómics, la literatura, las series, la ciencia ficción y demás cosas que ayuden a mantener mi cerebro lo suficientemente alienado y trastornado.
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