A lo largo de sus seis episodios, Griselda, miniserie de Netflix dirigida por Andrés Baiz y escrita por Ingrid Escajeda, recrea el ascenso de Griselda Blanco hasta convertirse en la madrina de la cocaína en el duro submundo del narcotráfico de Miami. Caracterizada de modo increíble, Sofía Vergara entrega una actuación que pide a gritos nominación para el Emmy.
“El único hombre al que alguna vez haya tenido miedo fue una mujer llamada Griselda Blanco” (Pablo Escobar)
Desde hace algunas semanas está disponible en streaming Griselda, miniserie de Netflix en la que Sofía Vergara da vida a Griselda Blanco. No es, por cierto, la primera vez que es llevada a la pantalla quien fuera líder del narcotráfico en Miami entre los setenta y ochenta. Catherine Zeta Jones la interpretó en la película para televisión Griselda: La Reina de la Cocaína (Cocaine´s Grandmother, 2017), en tanto que Ana Serradilla lo hizo en la serie colombiana La Viuda Negra (2014) y Jennifer Lopez le da vida en la demorada The Godmother, de aparente estreno en el curso de este año.
La idea de una biopic dedicada a la jefa de un imperio de la droga nos hace de inmediato pensar en Narcos y Griselda bien podría ser casi vista como precuela considerando que la retratada es considerada por muchos como mentora de Pablo Escobar. No solo eso: además tiene entre sus productores a Eric Newman y Carlo Bernard, ambos showrunners de Narcos, y los seis episodios están dirigidos por Andrés Baiz, que tuviera también a cargo algunos de la misma.
La elección de Sofía Vergara para el papel principal podía sembrar dudas, habida cuenta de que la relacionamos con la comedia y sobre todo con Modern Family, pero la actriz colombiana sorprende con una magnífica interpretación dramática y una caracterización que, prótesis y maquillaje mediante, la deja lejos del aspecto que le conociéramos en la exitosa sitcom. E incluso oficia como productora ejecutiva.
La Madrina
La historia comienza en Medellín, donde Griselda está casada con un poderoso narco y debe prácticamente huir con sus tres hijos a Miami por una situación de violencia doméstica. Flashbacks posteriores mostrarán que detrás de ello hay detalles aún más escabrosos, pero el hecho es que una vez en Miami y sin ser invitada, se aloja en el departamento de su amiga Carmen (Vanessa Ferlito), otra ex esposa de narco que ha escapado de ese mundo y no quiere vuelta atrás.
Carmen tiene allí una agencia de viajes y le da trabajo a Griselda como recepcionista, pero los pocos clientes y la magra cosecha hacen que esta última salga a colocar un kilo de cocaína que ha traído oculto en la mochila de su hijo más pequeño.
Comienza a partir de allí a relacionarse con el narcotráfico, un mundo en el cual irá poco a poco escalando posiciones, pero no sin dificultad al tener que lidiar con los jefes locales. Contará para ello con el aporte de Arturo (Christian Tappan), amigo suyo que en Medellín fuera contador de su ex esposo, así como de Darío (Alberto Guerra), matón al servicio de su cuñado que cambiará de bando por tener conflictos éticos con matar niños.
A ellos se sumarán los servicios del sicario Rivi Ayala (Martín Rodríguez Aguirre), que se convertirá prácticamente en principal confidente y brazo derecho, así como los de varias ex prostitutas que Griselda hace venir de Colombia con cocaína en sus sostenes y también los de unos cuantos refugiados cubanos que, encontrando en ella a una líder redentora, irán poco a poco formando un virtual ejército a sus órdenes.
De manera paralela, seguimos la historia de June Hawkins (Juliana Aidén Martínez), detective de homicidios que está intentando construirse una reputación dentro del departamento de policía, pero a la que sus compañeros menosprecian y ningunean todo el tiempo. Está tras la pista de Amilcar Rodríguez (José Zúñiga), narco local aparentemente ligado al asesinato de un testigo clave, y no sabrá de la existencia de Griselda hasta promediar el cuarto capítulo, cuando su investigación la toque de manera tangencial.
Al igual que esta última, June es también un personaje real y en la serie oficia prácticamente como su espejo ya que, por sobre el antagonismo policía/delincuente, hay cierta identificación al ser madre soltera y costarle ascender laboralmente por su condición de mujer, aun cuando el camino elegido para alzarse de tal suerte sea diametralmente opuesto.
La espiral de violencia crece en una trama que no da concesiones, sobre todo a partir del tercer episodio y pudiendo, como bien cuadra a una historia de narcos, llegar a límites atroces y macabros entre traiciones, decapitaciones, emboscadas, ajustes de cuentas y mucha arma automática. En medio de todo ello, desde luego, tiene lugar el ascenso de Griselda hasta erigirse en soberana indiscutida de Miami por encima de pesados traficantes locales como Papo Mejía (Maximiliano Hernández) o el ya mencionado Amilcar.
Polémicas e Idealizaciones
Desde su estreno, la serie se ha convertido en todo un éxito para Netflix, alcanzando el primer puesto en reproducciones en unos ochenta países. En Colombia, sin embargo, ha levantado polémica por el eterno estereotipo de los colombianos, casi nunca presentados como ejemplos de superación moral ni ligados a hechos positivos, sino siempre inevitablemente al narcotráfico y al mundo del crimen.
También han caído críticas sobre la imagen que se da de Griselda Blanco, la cual incurre (siempre según esas acusaciones) en una romantización de los narcos.
Más allá de que ese criterio arrasaría con todas las historias de piratas, ladrones o mafiosos que alguna vez se hayan hecho, debo decir que no estoy de acuerdo: quizás esa pueda ser la imagen en los primeros dos episodios, pero a la larga Griselda es una mujer llena de contradicciones a la cual el poder termina por hacer sucumbir en manos de la paranoia, desconfiando de sus amigos más cercanos y hasta de la fidelidad de su pareja.
Lo que sí se puede cuestionar, en todo caso, es que el resto de los personajes del mundo narco a su alrededor sean totalmente lisos y no tengan los matices que ella sí, lo cual quizás obedezca a facilitar para el espectador una falsa dicotomía de “narco bueno – narco malo”.
También se puede objetar cierta idealización del personaje en sus inicios que claramente se contrapone con la evidencia documental: Griselda Blanco fue una mujer a la que no le tembló el pulso para mandar matar a nadie y no llegó a Miami como “madre coraje” con una mano atrás y otra adelante, sino escapándole a la justicia de New York por haber allí participado en turbias operaciones para su esposo. Quizás sería mejor entonces tomar a la Griselda de la serie como un personaje ficticio…
Un Mar de Guiños y Referencias
La serie, que se inicia en plena época de la fiebre disco, muestra una gran ambientación de época en indumentaria, autos, peinados y música, pasando de Donna Summer o Boney M en los setenta a The Romantics o Ryan Paris en los ochenta: buen trabajo de buceo el no caer en los lugares ya comunes de Bee Gees o Michael Jackson.
La fotografía está muy lograda, con algunas tomas, encuadres y movimientos de cámara interesantes. Es cierto que se ve algo opaca en escenas de interiores y especialmente nocturnas, con claro predominio de ocres, marrones y amarillos, pero a medida que avanza la serie nos damos cuenta de que es un recurso para marcar contraste entre la soleada Florida y los sórdidos ambientes del bajo mundo en que la trama se resuelve. De hecho, cuando la misma discurre en oficinas policiales, los tonos dominantes giran al azul.
La historia está además jalonada de guiños. Cuando vemos a Griselda golpear a alguien alocadamente con un bate de béisbol, nos viene la imagen del Capone de De Niro.
Y no es la única referencia a películas de mafia: en el cuarto episodio, está viendo con su familia una de las escenas finales de El Padrino cuando se retira al baño a vomitar y nos anoticiamos luego de que está embarazada. Pues el niño en camino, como nos enteraremos luego, se llamará Michael Corleone (así, tal cual), lo que más que guiño de la serie lo es de la vida misma, pues así lo llamó en la realidad.
Pero hay más guiños cinematográficos, como cuando Griselda dice secamente “hazlo” al momento de mandar matar a alguien para, un momento después, escuchar en el teléfono decir “está hecho” y asumir su rostro una expresión semejante a la de Martin Landau en Delitos y Faltas (Woody Allen, 1989) al oír exactamente la misma frase. Una escena que, además y sin necesidad de que ella diga palabra, la revela cayendo en la cuenta de que, poco a poco, se va convirtiendo en lo que ella misma rechazó e intentó dejar atrás.
También hay guiños literarios, como cuando busca cigarrillos en la guantera del auto de Rivi y se ve un ejemplar de Laberintos, de Jorge Luis Borges, perfecta alegoría de un momento en que las circunstancias se cierran en torno suyo formando una red de la cual se hace difícil salir.
Y no falta la autorreferencia, como cuando, en plan de celebración por los recientes éxitos de Griselda, suena versionado en español el tema Gloria, de Umberto Tozzi (después reversionado en inglés por Laura Branigan), obvia referencia al icónico personaje que Vergara interpretara en Modern Family por once temporadas.
Contrapunto y Espejo
A primera vista, se puede decir que la serie tiene un tono feminista, pero lo suficientemente cuidado para no caer en moraleja o militancia. De hecho, difícil es ver como ejemplo a una mujer que logra ascender entre hombres en el mundo de la mafia, pero no es función de ninguna serie ni película el ser guía de moral y, de hecho, Griselda es una mujer que, a la larga y más allá de las frustraciones y vejaciones que por tal condición pueda haber sufrido, acaba incurriendo en actitudes semejantes a las de quienes le hicieron objeto de las mismas, como cuando obliga a un mafioso a desnudarse, ponerse en cuatro patas y ladrar.
Pero el punto más interesante es, en ese sentido, el contrapunto entre Griselda y June, aun sin conocerse ni intercambiar palabra hasta los tramos finales. A June no le interesa perseguir narcotraficantes, sino asesinos y ese es el motivo por el que cree que Griselda debería ir a la cárcel. Pero en su obsesión con ella acaba asumiendo una fuerte identificación más tácita que explícita y magistralmente graficada en el quinto episodio cuando, mientras fuma en un ambiente oscuro y casi de espaldas, nos hace por un momento creer que es Griselda. Incluso sus métodos se van volviendo inescrupulosos y hasta extorsivos.
Balance Final
Después de Narcos, Narcos: México, Pablo Escobar: El Patrón del Mal o La Reina del Sur se puede decir que las historias de narcotraficantes son ya un género aparte. Es lógico, por lo tanto, que comiencen a tener ciertos tópicos que actúan casi como lugares comunes y que, por supuesto, tampoco faltan en Griselda. Es perfectamente válido y comprensible que alguien pueda preferir entonces pasar de esta miniserie por verla a simple vista como “una más de narcos”.
Pero también es cierto que la misma ofrece una magnífica ambientación de época, un guion que se deja devorar a partir del tercer episodio y, por sobre todo, un increíble trabajo de Sofía Vergara que saca credencial de actriz con mayúsculas para quienes la encasillábamos en la comedia. Y ojo, que por detrás de ella, todo el elenco acompaña a la altura y no hay uno solo que baje el nivel…
Todo ello, en definitiva, es suficiente para recomendar Griselda y quizás, como cierre, decir que “es solo otra de narcos, pero me gusta…”
Películas y Series de Narcos que nos hacen Felices
Hasta la próxima y sean felices…