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Crítica de Invasión de Altura. Acción sin freno con un guion demasiado acelerado

Netflix sigue con su decidida apuesta por el anime (Castlevania, Sangre de Zeus o Dota Sangre de Dragones) y nos trae Invasión de altura (High-Rise Invasion), una nueva producción original de la plataforma basada en el manga de Tsuina Miura y Takahiro Oba (cuyo título original es Tenkuu Shinpan). Los 12 episodios de su primera temporada (de unos 25 minutos cada uno) ya están disponibles desde el 25 de febrero y en este artículo os vamos a contar qué nos han parecido después de que nuestro compañero Rodolfo nos recomendara la serie a todos.

La trama parte de una base de battle royale y supervivencia en la que varios personajes, sin saber cómo, se encuentran atrapados  en un mundo misterioso en el que son perseguidos por enmascarados enajenados que quieren acabar con ellos. El mundo en cuestión está formado por rascacielos conectados entre ellos por medio de puentes colgantes y con las vías de bajada (escaleras y ascensores) cerradas a cal y canto. Es decir, una ciudad indefinida en la que solo se puede vivir en las alturas. Y los portadores de máscara se empeñan en perseguir a todo humano que ven con el fin de hacer que, fruto de la desesperación, acaben suicidándose: en el caso de que no lo hagan, serán las propias máscaras los que acabarán asesinado a sus víctimas.

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Yuri Honjo, la protagonista de la función

Y a este escenario llega Yuri Honjo, una joven estudiante (con su uniforme sexy) que parece un poco atolondrada pero que poco a poco se muestra como alguien decidida y llena de energía que irá descubriendo las claves de este nuevo universo y que, mientras conoce fieles aliados y mortíferos enemigos, va subiendo de poder poco a poco. Y esta es una de las claves de la serie. Funciona como un videojuego en el que los personajes van desbloqueando poderes y habilidades que les hacen más fáciles enfrentarse a las máscaras e incluso llegar a controlarlas. Todo para llegar a ser “personas cercanas a Dios”, fin último del macabro entorno en el que ahora viven.

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La máscara francotirador

Lo primero que llama la atención en esta producción son sus altas, altísimas, dosis de violencia. La sangre fluye a borbotones y los combates y escenas de acción no pueden ser más gore, con desmembramientos, decapitaciones… todo mostrado de manera explícita. Además, hay un punto erótico-picante que también llama la atención. Las chicas son todas jovencitas vestidas sexys y exuberantes y siempre que se puede, el encuadre de la cámara se va a preocupar de mostrarnos sus braguitas.

Parece que estemos ante una versión ultraviolenta de Shin-chan, algo que, aunque al principio pueda parecer simpático, acaba volviéndose muy cansino y predecible. Si hay una pelea con armas cortantes, sabes de sobra que la ropa acabará rota por algún sitio estratégico. Y este asunto es una pena, ya que la protagonista de serie es una joven con un carácter fuerte y su compañera Mayuko es una chica independiente y arrolladora. Pero de nada vale preocuparse en hacer representaciones femeninas alejadas de los clichés si luego vas a estar más preocupado por enseñar su ropa interior (o insinuar una posible relación lésbica) que por otra cosa. Y especialmente enervante es Kuon, otra de las protagonistas que, sin saber por qué tiene un gran poder, presenta una personalidad infantil muy cargante y una personalidad de lolita muy típica en las producciones japonesas.

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La ropa de Mayuko se rompe por el peor sitio…

Con todo, su punto de partida dentro del mundo de los battle royale, es original y la historia es lo suficientemente atractiva y misteriosa para atrapar al espectador. Ese mundo de máscaras asesinas y rascacielos mortales ofrece grandes dosis de tensión y adrenalina, con unas escenas de acción brillantes (y muy sangrientas) subrayadas por una atronadora música tecno que le queda como anillo al dedo. También brilla el trabajo de diseño donde vemos unos entornos fríos que producen vértigo (no podía ser de otra manera en una serie de estas características) y unos personajes visualmente muy atractivos. Hay máscaras de todo tipo y condición, cada una con sus propias características, y es un verdadero placer ir viéndolas desfilar. El único pero es al que me referido anteriormente. Muchas representaciones femeninas rozan el ridículo al hacerlas sexies de manera enfermiza y el arquetipo de la mujer florero está a la orden del día.

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A este muchacho sólo hay una cosa que le relaje…

Hasta aquí las cosas positivas, vamos ahora con las negativas. El gran problema de la serie es que su estructura narrativa es bastante caótica. El guion tiene que esforzarse en explicar qué es lo que está pasando en ese mundo fantástico y cuáles son sus reglas y en este apartado patina totalmente. Son los propios personajes a través de interminables diálogos o pesados monólogos interiores, los que van desenredando los misterios. Pero añadiendo cada vez más y más capas de complejidad que en ocasiones pierden al espectador. Puede que el problema venga de un cierto apresuramiento que se da respecto a la adaptación del manga de que proviene la historia. Para que os hagáis una idea, los 12 episodios de la primera temporada abarcan más o menos los primeros 150 capítulos del manga de los 258 que componen la obra, por lo que la temporada 2 ocupará toda la parte restante de su versión en papel.

Conclusión y cierre

Invasión de altura es un anime con altas dosis de violencia y sangre que atrapa gracias a su atrayente mundo fantástico, su estilo de videojuego de supervivencia y su acción sin pausa. Todo ello con un diseño atractivo y divertido y una banda sonara cañera que remarca el frenesí que envuelve la historia. Es una pena que no se tome más tiempo para explicar mejor la trama y las “reglas del juego”. Aun así, estamos ante una serie que hará las delicias del aficionado a este tipo de producciones y que el público en general también podrá disfrutar ya que, por su duración y características, se ve enseguida: ideal para una tarde de maratón sin nada que hacer.

Juanjo Avilés
Juanjo Avilés
Licenciado en periodismo, apasionado de los comics, las (buenas) series de televisión, el cine, los videojuegos y los juegos de mesa... vamos, soy un frikazo total, siempre a vuestro servicio.
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