Con más de dos años de retraso, se ha estrenado Muerte en el Nilo, película dirigida y protagonizada por un eficaz Kenneth Branagh y producida por Ridley Scott, basada en la conocida novela de Agatha Christie (autora que ha marcado el debut en esta web de Amelia Felipo). Ya la hemos visto y esto es lo que nos ha parecido.
Poirot Begins
Hercules Poirot se encuentra con su amigo Bouc (Tom Bateman) en El Cairo y le acompaña a la celebración de la boda de la rica heredera Linnet Ridgeway (Gal Gadot). Allí coincide con varios personajes que muestran un cierto odio hacia Linnet. Todos acaban por compartir un crucero por el Nilo en el que se desencadenará la tragedia.
Como véis, la película sigue el esquema de la novela en la que se basa pero se permite ciertas libertades para asegurar el misterio. Así que el que haya leído la novela puede ir tranquilo. No se sigue a pies juntillas, aunque si en lo principal. Una de esas libertades es que se permiten contarnos el origen del famoso mostacho de Poirot, lo que también sirve de excusa para profundizar en su personalidad. Tampoco mucho porque en una película como esta, plagada de estrellas, todo el mundo tiene que tener su espacio.
Y es que aquí lo importante es el whodunit, el misterio, el crimen y quién lo cometió. En ese aspecto ni se engaña a nadie, ni se pretende ser algo que no se es. A quien le guste el género, saldrá encantado y lo hará gracias al trabajo de Kenneth Branagh como actor y como director.
Como actor, Branagh es un interprete más que capaz de encarnar al famoso detective. Ya lo demostró en Asesinato en el Orient Expres. Ahora tiene la ocasión de profundizar más en el personaje y eso se nota cuando se desencadena la tragedia. En Muerte en el Nilo hay dos Poirots. El primero es el que intenta disfrutar de la vida, el que se alegra de reencontrarse con su amigo, un Poirot más relajado, menos formal. El segundo es el que se pone el mono de trabajo y es todo lo desagradable, todo lo pagado de si mismo que puede llegar a ser para encontrar al asesino.
Trabajo de artesano
Lo que nunca valoramos lo suficiente es el trabajo de Kenneth Branagh como director. A veces se le valora más como actor, a pesar de que en más de una ocasión ha caído en el histrionismo puro y duro. Sin embargo como director me parece mucho más constante, mucho más regular, un artesano que sabe dirigir, que sabe contar una historia y que es capaz de adaptarse a un trabajo de encargo (Thor, La cenicienta, Artemis Fowl) o de contarnos una historia más íntima y personal (Los amigos de Peter o la más reciente Belfast). No es Steven Spielberg pero, al estilo de Ron Howard, no te hará ningún desastre.
Si bien Muerte en el Nilo es un trabajo más de artesano que de autor, da la sensación de que Branagh se ha implicado mucho más que en sus trabajos para Marvel y Disney. Se nota que le gusta el personaje y la posibilidad de modernizar clásicos literarios. ¿Ha encontrado una franquicia con la que financiar sus proyectos más personales? Pues puede que si. Asesinato en el Orient Express amasó unos 300 millones de dólares en taquilla y Muerte en el Nilo se ha estrenado liderando la taquilla americana (donde Uncharted no arrancó todo lo bien que se esperaba).
El problema es que Muerte en el Nilo, rodada en el 2019, se ha visto salpicada por numerosos escándalos y polémicas. Su rodaje se paralizó, se vió afectado por la pandemia, Armie Hammer se hizo canibal y Letittia Wright seguidora de Djokovic. Así que no sabemos si tendremos más Hercules Poirot en el futuro pero esperamos que si porque Muerte en el Nilo es una buena película que da lo que promete y algo más, una reflexión sobre el amor, los celos obsesivos y sobre si vale la pena vivir con ellos o intentar ser feliz cuando tu corazón está roto. Un saludo y sed felices.