Muchas de las veces te acercas a ver una película por su campaña de promoción, una realidad de la que se suele abusar para contribuir al éxito del producto, en este caso, el del cine. Y eso es algo que le ocurre al filme Los Feos (The Uglies). El problema es que se generan unas expectativas en torno a la película que al final no se cumplen o sorprendentemente nada tiene que ver a cómo te las habías imaginado. Netflix suele abusar de esa práctica con la promoción de un tráiler atractivo, que sabe generar expectativas entre los suscriptores.
Y ahí está el problema, cuando no ofreces algo bueno, sino solo un exiguo reflejo de lo que podría haber sido, para acabar la película hundida en la mediocridad de la mayoría de estrenos propios de la plataforma. He de reconocer que tenía alguna expectativa sobre Los Feos, tal vez, que fuera una posible buena distopía con algún nuevo elemento para expandir el lore de esta rama de la ciencia-ficción. Quizás por el buen sabor de boca que la semana anterior dejó el estreno de Rebel Ridge (puedes leer la reseña aquí).
Pero nada más lejos de la realidad: en Los feos nos encontramos con un refrito de ideas que se repiten, se regurgitan y se vomitan sobre las nuevas sagas para adolescentes en torno a las distopías. Curiosamente, este reciclaje orbita sobre la fórmula que implantó la ya lejana película Los Juegos del Hambre, en una imitación que ya está caduca.
El conflicto surge cuando esas expectativas tienen que ver con lo que elegimos para aprovechar nuestro tiempo, en este caso con una película vacía como Los Feos, carente de emoción, con una trama que se desinfla a medida que se suceden las escenas, con imágenes monótonas que dibujan un bostezo en el espectador, y sobre todo, con unos efectos especiales de dudosa calidad. Ni siquiera funciona su romance arquetípico porque resulta tedioso. La expectativa revelaba que podía ser el nuevo bombazo de las sociedades futuras, pero acaba siendo un golpe en el estómago duro, seco e insatisfactorio.
Los feos (The Uglies) es una película dirigida por McG (un director que se queda a medias en sus películas y que ha encontrado su nicho en Netflix (algún día hablaremos del intento de plagio que es Campamento Alienígena). Está escrita por Jacob Forman y Vanessa Taylor. Protagonizada por Joey King, Keith Powers, Chase Stokes, Brianne Tju y Laverne Cox. Basada en la novela del mismo nombre escrita por Scott Westerfeld,que a su vez es parte de una serie de libros de éxito que cuenta con cuatro entregas (creo que la película no tendrá tantas secuelas).
La trama de Los Feos presenta un punto de conflicto interesante (que se desmorona rápidamente al dejarla de lado ya que no se profundiza en la idea): se centra en una futura sociedad post-apocalíptica (según se explica en unas breves palabras al principio, porque más que apocalíptica es vulgar) en la que los humanos se someten a una cirugía para ser guapos, ya que la belleza no genera discusiones ni peleas, porque todos los seres humanos son perfectos.
No hay más que una idea ligera que fluye en breves pinceladas sobre el concepto que nos presenta la trama de Los Feos para pasar a ser un pastiche de aventura juvenil en el que existe un campamento disidente y la amenaza de una revolución. Lo peor que le puede pasar a una película es que utilice el mismo molde con el que se han hecho otras, algo que provoca una siniestra pereza en el espectador y, al final, la muerte lenta y agónica de nuestras neuronas.
Los Feos intenta ser una cinta de acción en un mundo de ciencia-ficción, pero ni su acción es competente, ni su ciencia sorprende, ni su ficción es creíble. Es una gris copia del arquetipo del cine juvenil moderno y no se molesta en disimular, ya que tanto sus diálogos, como su estructura, sus interacciones, el fondo y la forma de los conceptos apenas se modifican con respecto a anteriores filmes. Un tiempo robado que no sirve ni como pasatiempo de un relato que se pierde en un camino que no lleva a ningún sitio.
En un rápido repaso a sus defectos, podemos encontrar unos personajes maniqueos que no ofrecen ni una simple respiración de emoción. Los temas de la trama se vuelven tan débiles como sus diálogos triviales, su diseño de producción es pobre, casi de telefilme, y sus efectos especiales lucen como un pastiche cromático descuidado que provocan el sonrojo.
Sus escenas de acción están tan mal coreografiadas que acaban siendo ridículas, reflejando la mediocridad del filme. El intento de ofrecernos una aventura se queda en unas imágenes descafeinadas que simbolizan la carencia de dinamismo o de alguna clase de tensión. La idea del libro es que la aspiración de la perfección y la belleza remite a la superficialidad, algo a lo que no puede aspirar la película de Los Feos, ya que ni siquiera llega a la superficie de aspirar a ser algo denominado cine.
En definitiva, la expectativa nos propina un golpe en el estómago cruel, áspero e insufrible. Un estacazo en el corazón de nuestras expectativas vitales de pasar un buen rato sentado en tu sillón favorito, dejándote en cambio resentido por el tiempo que has pasado frente a la pantalla.