Bienvenidos, auténticos creyentes, a La Tapa del Obseso, la sección de Raúl Sánchez.
Después de acabar Wasteland 3 en PC como buen gordopecero de pro me he dado cuenta, otra vez, de lo poco que echo de menos las videoconsolas. Como todo el mundo, tengo una biblioteca de Steam con más juegos de los que podría jugar en varias vidas. Jugarlos bien, se entiende. Es decir, nada de arrancar el juego, parece que no va a saltos y hala. Dedicarle tiempo, exprimir qué lógica jugable permite avanzar y cual no. Sorprenderte. Esas cosas. La verdad es que ya hace tiempo que tenía decidido probar las cosas que tenía almacenadas por jugar en vez de estar esperando la siguiente novedad. Y, en este caso, hablamos de un juego de hace 3 años.
Hablar de Wasteland 3 es hablar de la saga que posteriormente inspiró a Fallout, icono de los videojuegos de rol y también de los videojuegos en general reconocido popularmente. Las razones son muchas, pero el éxito de Wasteland y luego de Fallout parten de la misma base: personalidad. Videojuegos de rol hay muchos. Y de mundos poscapocalípticos también. Pero el sistema SPECIAL de creación del personaje, la música cincuentera, la propia estética de los refugios o del mismísimo Vault Boy, el sentido del humor negro y absurdo…el éxito de Fallout es un éxito artístico más que ingenieril. En el propio manual del primer Fallout incluso bromeaban con que si dabas click a distintos sitios del suelo el personaje podía parecer que había perdido la chaveta, que no hicieras eso. Hay cariño y mucho sentido del humor, incluso sobre el mismo juego…que era bastante más complicado que los posteriores, hay que decirlo todo.
A pesar de todo los ya modernos Wasteland 2 y Wasteland 3 tiraron de campañas de mecenazgo por Kickstarter para tener financiación. Tuvieron detrás al santo padre de Wasteland, Battle Chess, Fallout 1 o Fallout 2, Brian Fargo. Wasteland 2 digamos que llegó con unos problemas de optimización gigantescos y una parte artístico-visual no precisamente bonita, por más que lo demás fuera un bello volver a casa de los primeros Fallout bajando mucho el nivel de dificultad. Y acompañando a toda esta segunda edad dorada de los videojuegos de rol occidentales (Pillars of Eternity II, Pathfinder Kingmaker, Pathfinder Wrath of the Righteous, Tyranny, Divinity Original Sin, Divinity Original Sin II, Kingdom Come Deliverance) podemos incluir a esta tercera parte de Wasteland.
La propia creación de la pareja de personajes que llevaremos al principio no puede destilar más aroma a Fallout 1 o Fallout 2. Incluso en vez de un Vault Boy tenemos a dos robots ilustrando las habilidades, características de personaje y demás con la misma idea. La estructura de creación del personaje es heredera de Wasteland y Fallout, basándose en la adquisición de ventajas en cuanto llegamos a determinados niveles de habilidad en determinadas habilidades. Así, el juego premia la hiperespecialización de cada personaje, siendo mejor un personaje excepcionalmente bueno en una o dos cosas que uno decente en varias. La ventaja en Wasteland 3 es que terminaremos con seis personajes en el grupo, por lo que no viviremos los dramas de los dos primeros Fallout teniendo que elegir y limitándonos mucho desde el inicio. Funciona muy bien otra vez el habitual especializar a cada personaje en un arma y en dos o tres habilidades para poder cubrir casi todo.
Wasteland 3 es más complicado al inicio del juego que a mitad de este y ya no digamos al final. Es, de nuevo, el mismo diseño de los Wasteland y Fallout originales. Por supuesto, bajando muchos escalones: el hecho de tener hasta seis personajes al rato del juego baja el nivel de dificultad mucho. Pensándolo bien no recuerdo haber palmado más de un par de veces, y fue por caer en trampas. Hacia mediados del juego hasta el final tenemos que despistarnos mucho para que nos pongan en problemas por la calidad de las armas, las habilidades tremendamente dañinas y las sinergias que ya habremos llegado a desarrollar.
Queremos decir que nada de esto es muy complicado de conseguir ni tenemos que leernos hilos e hilos de internet para ver qué multiclases comban para llegar dignamente al final como si esto fuera el Pathfinder Kingmaker. Ni hay combates que dependen de sacar crítico tras crítico o de doparnos hasta arriba con TODO durante diez minutos antes de cada batalla grande como en Pathfinder Wrath of the Righteous. No hay que darle mucho a la cabeza y lo obvio suele funcionar bien. El ritmo de subidas de nivel y de elección de puntos de habilidad es constante y nunca pasa demasiado tiempo entre subida y subida, estando muy bien medido y siendo muy motivante.
Podemos decir que en Wasteland 3 hay componente de variabilidad suficiente en los combates pero nada de la variabilidad increíble casi combate a combate de Divinity Original Sin II. Son más difíciles los combates contra robots que contra humanos y en general es peor cuanta más gente hay implicada en el combate. Los enemigos tampoco parecen escalar demasiado conforme pasa el tiempo, aunque sí las pruebas para abrir cajas fuertes, convencer a gente de cosas o descactivar minas.
También podemos criticar que, otra vez, el apocalipsis no parece haber traído una escasez de munición, armas o medicamentos. Podríamos entrar un debate filosófico-político de la abundancia de armas en los Estados Unidos o demás, pero no sabemos cuantos videojuegos de mundos postapocalípticos tenemos ya con superabundancia de casi cualquier item y una estética de descuido urbano y atomización del poder.
La trama principal es esencialmente cómoda, teniendo que ir a cazar a tres personas hijas del Patriarca, un gobernador que promete dar suministros a gran escala a la organización a la que pertenecen nuestros personajes si lo hacemos. Es decir, el juego son tres partes, una por hijo, y luego una final que será la gran batalla que será contra unos u otros en función de las cosas que hayamos ido decidiendo a lo largo de nuestro peregrinaje por Wasteland 3.
Viajaremos en nuestro vehículo blindado personalizable por el yermo radioactivo y nos encontraremos con bandidos, vendedores, gente asustada, con Papa Noel, con las cabras que mataron a nuestro padre y muchos más. El sentido del humor negro y delirante está entre lo mejor del juego, lo cual no solo incluye qué pasa sino también las descripciones de las armas, los objetos o de los libros que nos encontramos por el camino. Y qué decir de esa ciudad de adoradores a una estatua gigante de Ronald Reagan, una auténtica genialidad que es complicado olvidar. O lo que hay en la última habitación del único prostíbulo de Wasteland 3.
Hay faccionesen Wasteland 3, claro, y tendremos reputación con cada una, pero más allá de comerciar más o menos barato y alguna chuchería la cosa no va más allá. El mapa puede impresionar al principio, pero realmente no es precisamente grande. Es más, en Wasteland 3 resulta al final mucho más contenido de lo que se espera uno al poco del juego. Luego realmente cada localización está bien dimensionada y para nada hay mazmorras en las que nos tiremos horas y horas.
Se ha preferido calidad sobre cantidad y en realidad hay muy poca paja para alargar el juego artificialmente. Es de agradecer. No se han esmerado mucho con los personajes que llevaremos, llegando a ser carismático como mucho uno de ellos. Del resto de personajes del juego hay poco que decir, no siendo tampoco casi ninguno especialmente memorable quitando el famoso asentamiento de adoradores de Ronald Reagan y su contrapartida, la comuna hippie de robots que quieren vivir en paz.
Por ir acabando, Wasteland 3 tiene sentido del humor negro, absurdo y un combate por turnos heredero de las anteriores entregas y de Fallout, así como su sistema de creación de personajes. Es un juego contenido sin mucho que sobre. La curva de dificultad y de progreso es quizás de lo mejor diseñado. Quizás nadie recuerde demasiado de su historia al acabarlo o quizás casi ningún personaje, por más que la estatua gigante de Ronald Reagan disparando rayos por los ojos no pueda olvidarse. No llega al nivel de maravilla de combate de Divinity Original Sin II o al nivel de ambición y posibilidades casi infinitas de progreso de los Pathfinder. Es algo más pequeño, desde luego no mejor pero enormemente disfrutable.
Sed felices.