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Reseña de Bikeriders. El apasionado viaje donde el rugir de la moto lo es todo.

Hay que reconocer que las películas sobre moteros suelen quedar muy bien plasmadas en la pantalla. Una forma de vida anárquica que ofrece esa libertad prometida por los dioses y ansiada por los hombres. Bikeriders logra trazar un viaje melancólico a través de los laberintos de la experiencia que asume la forma de carretera. Un camino que logra hacernos creer que hay dos cosas imprescindibles en la vida, una buena película y una moto alucinante con la que acudir a verla para liberarnos de las ataduras morales de la sociedad.

Hay dos formas de afrontar este tipo de películas, por un lado, ofrecer una experiencia que despierte la adrenalina, la emoción y las piruetas insólitas, y por otro, ofrecer un relato costumbrista de una forma de ver la vida mediante la captura de su espíritu en imágenes.

Bikeriders es de las segundas, donde el objeto de la fascinación no es la moto, ni las peleas, ni el poder, sino la seducción que genera un estilo, una filosofía, una forma de vivir, en el que se da importancia a los lazos entre relaciones. Unos vínculos que se establecen cuando un grupo de personas construyen el mismo relato, en este caso, el que se funda sobre la libertad de ver el horizonte sentado en una moto.

Bikeriders la cultura de las bandas de motoristas

The Bikeriders. La ley del asfalto, es una película escrita y dirigida por Jeff Nichols. Basado en la narración ficticia que se inspira en el libro Bikeriders, escrito por el fotoperiodista, Danny Lyon. Está protagonizada por una lista de actores de primer nivel, que incluyen a: Austin Butler, Jodie ComerTom HardyMichael Shannon y Norman Reedus. La película está producida por Buena Vista International Regency y distribuida por Universal Pictures.

La historia nos cuenta el auge y caída del grupo de moteros conocidos como los Vandals. A través de las entrevistas que le realizan a Kathy, la mujer de uno de los personajes importantes de la banda llamado Benny. A través de sus palabras se va dibujando una historia salvaje e imprudente, repleta de una masculinidad desfasada donde el ruido de las motocicletas silencia cualquier cosa que no tenga que ver con el club, la mecánica o el asfalto. A lo largo de una década, vamos conociendo a estos personajes, su forma de pensar, de actuar, etc.

Seguimos a la tropa, desde sus comienzos como un club local de carreras hasta convertirse en una de las bandas más importantes de EEUU. Una organización que nace con sus reglas, basadas en la solidez de la lealtad, la camaradería y el respeto por su firme líder Johnny. Pero con las nuevas generaciones, el universo de lo que significa los Vandals se acaba desdibujando, transformándose en un club más siniestro. Es entonces, cuando los protagonistas se ven arrastrados a tomar decisiones sobre sus creencias y su lealtad hacia el club.

la nueva pelicula de austin butler y tom hardy the bikeriders jpg

Bikeriders bien podría ser una película romántica, tanto en las relaciones que se establecen entre los personajes principales, como hacia las motos que poseen o por el compañerismo entre los miembros del club. Un barniz romántico que impregna la película y que desnuda la densidad de las relaciones humanas, tan falibles, intensas y desconcertantes como nuestras emociones frente al mundo. La trama se va moldeando en torno a los tres personajes principales, donde se establece una lucha de poder entre el jefe de la banda, Johnny (Tom Hardy) y Kathy la esposa (Jodie Comer) de Benny (Austin Butler), que compiten por el amor y la atención de este último.

Esto permite que la película despliegue sus elementos dramáticos alejándose de las escenas de acción y de la glorificación de la violencia. Sí, la violencia existe en ese mundo salvaje, pero lo hace de manera sutil, en breves estallidos violentos que le dan veracidad a lo que estamos viendo. Todo un acierto, porque Bikeriders logra que intuyamos más de lo que no vemos, la brutalidad que se esconde fuera de escena pero que se insinúa en la dureza verbal de sus personajes. El espectador percibe durante todo el metraje esa parte bárbara, propensa a la violencia, que sabemos que está implícita a la vida de esos hombres imperfectos, que buscan su propia manera indómita de sobrevivir.

Los personajes son rudos y secos, compartiendo similitudes con los vaqueros del viejo Oeste, sustituyendo los caballos por las motos. Una aspereza que ocasiona la búsqueda de una libertad que siempre se confronta con hostilidad. Porque esa independencia transita por un camino incomprendido de marginación, que genera su propio estatus indomable al estar siempre en la frontera que marca la ley.

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Algo que transmite con su actuación hermética un contenido Tom Hardy, que logra que sus gestos rudos y su mirada intensa narren los sentimientos que fluctúan en torno al concepto de motero que intenta transmitir Bikeriders. Algo que también es capaz de expresar un magnético Austin Butler, sin necesidad de dar grandes discursos, porque vemos y descubrimos en sus ojos fríos, su soledad interior. Un actor capaz de mostrar mediante la tensión del rostro sus convicciones. Como la magnífica secuencia de apertura de la película, o el momento en que espera subido en su moto durante horas, por fuera de la casa de Kathy para conquistarla.

Bikeriders gira sobre temáticas como la amistad, la confianza, el cariño al club y a sus integrantes, a disfrutar de ponerse ciegos de alcohol en sus paradas, la dura sensación de perder a un compañero y sobre todo, la imposibilidad de mostrar emociones ante el desmoronamiento de la banda, de sus reglas y de la idea original del club, que no encaja con las nuevas generaciones. Una incapacidad para exponer emociones que reflejan muy bien en sus silencios, lo que no cuentan pero transmiten con la mirada, tanto Hardy como Austin Butler, en sus interacciones en pantalla, sobre todo, en la escena en la que Hardy le pide que sea el nuevo líder de la banda.

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Esta incapacidad se contrapone con la intensidad del personaje de Jodie Comer, capaz de expresar sus pensamientos de manera directa y sincera, ya sea al periodista como a su marido. Dos mundos que chocan entre sí, que limitan la comunicación, dificultando las relaciones humanas. Como se demuestra en la escena en la que Johnny va a visitar a Kathy antes de una pelea y es incapaz de expresar lo que realmente piensa, que está perdiendo todo lo que le importa, la banda y al esposo de esta.

En definitiva, Bikeriders es una buena película narrada con nervio, envuelta en una melodía dramática que ahonda en la visión de los grupos de moteros. Con arrebatos de violencia, un ritmo pausado donde la cámara es capaz de captar el retrato del vértigo que produce el amor, las ansias de pertenecer a un grupo y los impulsos de la adrenalina que genera el riesgo. Todo condensado en un montaje para que el espectador intuya lo que ocurre fuera de escena, y sea capaz de sacar sus propias conclusiones. Una melancólica historia que se mueve por carreteras interminables, con una música pegadiza que agita el sonido de las motos mientras aprietan el acelerador para situarse al margen de la ley.

Bikeriders nos ofrece una instantánea cruda sobre una elección de vida, que tiene componentes míticos asociados a una aparente libertad. Que en su trasfondo, no es más que una jaula para los laberintos de la comunicación y la incapacidad expresiva, envenenada de masculinidad envuelta en salvaje violencia.

A continuación os dejamos el tráiler de Bikeriders. La ley del asfalto.

 

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2 COMENTARIOS

  1. No puedo estar más de acuerdo con tu crítica. Un cine que casi pertenece a otra época, una película narrada de forma clásica y con unos enormes actores.

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