ECC Ediciones publica en España El Poder del Fuego 1. Preludio, la última obra de Robert Kirkman para Skybound, su sello propio dentro de Image Comic. El nombre de Robert Kirkman, creador de The Walking Dead o Invencible, ya es un atractivo importante cuando lo vemos impreso en una portada. Puede que sus últimas obras (Firebreather, Techjacket, Wolfman, Outcast, Oblivion Song o Die! Die! Die!) hayan quedado un poco por debajo de las dos citadas, pero aun así, saber que Kirkman es el guionista de El Poder del Fuego, ya es suficiente garantía de que al menos, nos vamos a encontrar con una lectura entretenida. Y si le añadimos el nombre del dibujante Chris Samnee, uno de los mejores representantes del estilo de línea clara en el mundo del cómic americano, nuestro interés aumenta exponencialmente.
¿Están justificadas estas expectativas? Rotundamente sí. No nos engañemos, El Poder del Fuego no es una obra maestra, ni un dechado de originalidad. Es una historia de artes marciales de lo más canónica. No le falta ningún elemento de los que hemos visto mil veces. El protagonista con pasado misterioso, la orden marcial misteriosa en lo alto de una montaña, el maestro exigente pero justo y divertido (en el más puro estilo del Maestro Tortuga de Dragon Ball), la historia de amor y la de rivalidad masculina con otros estudiantes… Todo eso nos vamos a encontrar aquí, pero con un guion fluido, intenso y divertido y con unos dibujos tan buenos que hacen que nos quedemos atrapados leyendo una página tras otra.
La historia comienza con Owen Johnson llegando a un templo en lo alto de las cumbres nevadas de China para aprender del maestro que dirige el lugar. Poco a poco el joven, excepcionalmente dotado, va aprendiendo el camino de El Poder del Fuego hasta conocer que el verdadero potencial de la orden, la capacidad de lanzar bolas de fuego, se ha perdido en el tiempo y sólo su sensei parece empeñado en recuperarla. Y todo ello mientras se enamora de una compañera, se hace amigo de su maestro y establece una relación de rivalidad con otro alumno.
El giro viene cuando descubrimos que el fin último de Owen no es aprender artes marciales. Es huérfano y las respuestas sobre sus padres biológicos están ocultas en este camino marcial. Unas respuestas que el Maestro Lun le puedo ofrecer pero que sabe que no le van a gustar y que tienen que ver con un enfrentamiento ancestral entre los acólitos del Poder del Fuego y el Clan de la Tierra Quemada.
Kirkman crea un trasfondo y una mitología propia que resulta muy interesante mientras mantiene el interés del lector haciendo que la trama navegue entre los secretos de la escuela y del protagonista hasta el apoteósico final de este volumen. Pero claro, es al final cuando vemos porqué en el título del libro se añade Volumen 1, preludio. Todo lo que el guionista nos ha contado a lo largo de más de 150 páginas no es más que el prólogo de la historia que tiene pensada. En las últimas escenas vemos a nuestro amigo Owen Johnson quince años después de haber estado en el templo y es de esperar que en los siguientes volúmenes la trama cambie totalmente de registro.
En cuanto al apartado artístico sólo se puede decir una cosa, es soberbio. Samnee realiza uno de los mejores trabajos de su carrera y deja que su estilo personal impregne la obra, un estilo claro y brillante que le viene genial a la historia. Su trazo expresa dinamismo, expresividad y espectacularidad según lo vaya requiriendo el guión, siempre sin bajar el nivel, da igual que sean escenas de lucha o de la vida cotidiana en el templo. Todo con la ayuda del color de Matt Wilson, que ensalza el trazo limpio del dibujante y que sirve para dar volumen a los escenarios.
El Poder del Fuego no es una obra sesuda y trascendente, pero es ante todo muy divertida. Las escenas de acción (muy abundantes) son brillantes y se alternan con los momentos introspectivos con un ritmo medido que lleva de la mano al lector. Los diálogos son naturales y las relaciones entre personajes, aunque poco originales, están bien tratadas. La trama pueda pecar de poca originalidad, pero Kirkman logra crear un mundo propio muy atractivo y que despierta el interés del lector. Puede ser que un prólogo tan largo y ese final interruptus eche para atrás a más de uno, pero el camino seguido por Owen en el templo y las cosas que allí descubre son una lectura de lo más divertida. Y parecen un punto de partida apasionante para el futuro.